Aug 19, 2008

154 – CRISTOLOGIA DE LIBERACION

Desde la América Latina se privilegia al Jesús Histórico sobre el Cristo de la Fe, por el isomorfismo estructural que produce una analogía entre el tiempo de Jesús y el nuestro.
Jesús Histórico nos revela al Padre en la medida en que nos muestra cómo comunicarnos con Él, o sea mediante el proceso de conversión, cambio o práctica, se tiene acceso al Dios de Jesucristo y no por una teoría o reflexión abstracta.
Jesús Histórico propicia una crítica al hombre y a la sociedad, significando crisis y no justificación de la presente situación del mundo.
Su pleno sentido del Jesús Histórico no se deduce de un análisis histórico, sino desde su lectura a partir de la revelación completa y de su caminar que es su resurrección, pero no dispensa la consideración desde la historia.
La utopía (esperanza) de la absoluta liberación y sus anticipaciones históricas, nos lleva a estas observaciones:
a: El trasfondo de la idea del Reino de Dios es su comprensión escatológico – apocalíptica.
Este mundo así como se encuentra, contradice el designio de Dios que ha decidido intervenir e inaugurar definitivamente su reinado.
Reino de Dios es el signo semántico que traduce esa expectativa.
Jesús no sólo proclama sino por su presencia y actuación “El Reino de Dios vendrá, se acerca y está en medio de nosotros
JESUS SIGNIFICÓ LIBERACION DE TODO LO QUE ESTIGMATIZA, Y, LA LIBERACION PARA LA VIDA DEL HOMBRE.
b: El Reino guarda un carácter de totalidad y de universalidad poniendo en crisis los intereses regionales e inmediatos políticos, religiosos y sociales.
La perversión consiste en regionalizar el Reino, sea en forma de poder político o de poder religioso sacerdotal o carismático - profético.
Esta fue precisamente la tentación de Jesús Mc:1,12-13; Mt:4,1-11; Lc:4,1-13
La liberación total que genera la libertad plena constituye la esencia del Reino y es el bien escatológico de Dios.
El Reino de Dios posee una dimensión franca hacia el futuro, no alcanzable por prácticas humanas como objeto de esperanza escatológica.
c: El Reino de Dios no sólo es futuro y utopía, es un presente con concretizaciones históricas.
Es un proceso que se inicia en la tierra y finaliza en la escatología última.
Jesús nos muestra tensión, dialéctica sostenida en un proyecto de total liberación (Reino de Dios) y mediación (Gestos, actos, actitudes)
La aparición pública de Jesús en la sinagoga de Nazareth tiene un significado programático utópico, como el año de gracias del Señor que se historifica en liberaciones muy especificas por los oprimidos y los cautivos.
El Mesías es quien realiza la liberación de los infortunados concretos, pobres, viudas, niños, huérfanos, enfermos, desplazados, perseguidos, esclavos, enfermos, inválidos, ancianos, etc.
El Reino como liberación del pecado pertenece al eje de la predicación de Jesús y del testimonio de los apóstoles, no se puede interpretar en forma reduccionista amputando la dimensión infraestructural que Lucas subrayó en lo social y en lo histórico.

La liberación de Jesús es doble:
1- Liberación total de toda la historia, que anticipa la totalidad de un proceso que se concretiza en liberaciones parciales siempre abiertas desde la conversión, enfocando a través del tiempo, lugar y condiciones culturales la cristología como una visión general del Misterio de Jesucristo que nos permite analizar la concepción de un Dios revelado para su aplicación en Latino-América.
Hoy nuestras condiciones de fatalidad social, política, económica y religiosa, trazan un paralelo con la época crítica en que vivió Jesús. El material para su desarrollo es similar por la injusticia y la opresión, con una gran brecha entre las clases sociales que no permiten dar oportunidad a los marginados.
Desde nuestra tierra donde prima el Jesús de la historia sobre el Cristo de la Fe pasamos de la teoría y del corazón a la práctica mediante el cambio que conduce a la conversión (única vía para conocer al Dios de Jesús) e implica imitarle en su idea de Reino de Dios donde la justicia y la misericordia son factores esenciales para volver nuestra mirada sobre los desprotegidos, haciéndonos compartir lo que ellos como discriminados y desafortunados no tienen.
Esta práctica libera nuestras adicciones, y aficiones a modelos de actuación que nos separan del Reino de Dios. No debemos esperar milagros y fenómenos sobrenaturales como signos de la venida de Jesús (parusía) sino abrir el corazón a Él y vivir como su doctrina nos enseña a través de su palabra, de sus acciones y de sus hechos.
Por supuesto que esta actitud puede causar conflicto ya que se presenta como obstáculo a diversos grupos políticos, religiosos y sociales empeñados en mantener la injusticia, y el poder de dominación sobre los que no tienen oportunidad.
Debemos como Jesús, encarnarnos en el pobre, no solamente, físico, psíquico, social, espiritual o ¿rico?

La concepción personal de Dios es diferente a la que estudiando se va confeccionando ya que no se pensaba que ese Dios abstracto e inalcanzable a quien se nos inculca a dirigirnos con gran respeto y compostura físico espiritual, sólo se puede llegar a través de Jesús mediante el conocimiento de su praxis.
Es necesario reconocer que a pesar de esta vida de lucha como sociedad de consumo (de canibalismo social) por fortuna en nuestro sentir y en nuestro oficio, logramos por mucho tiempo, trabajar por esas clases menos favorecidas sacrificando toda necesidad personal, hogar, dinero, sueño, descanso y momentos sagrados de existencia.
Hay que vivir dando más que recibiendo o alabando y practicando cultos y rituales que muchas veces nos distancian debido a las estructuras y trámites que dificultan obrar íntegramente en solucionar problemas al próximo.
Así se tiene una concepción más madura del Dios de Jesucristo, vista soteriológicamente en su misión de salvación que nos permite desde una dirección ascendente o antropológica a partir de ese Jesús Histórico, dejarse ver mucho más trascendente por los escritos y su praxis, que por una biografía inexistente, encontrando como su lugar teológico a la Iglesia donde se fusiona la realidad humana y la divina que nos lo muestra como el verdadero Dios y verdadero Hombre, es decir, el Resucitado.
2- El aquí y el ahora (kairos) son imperativos indispensables al Reino de Dios como términos inminentes para una universalización que no excluye raza, credo o política.
Es el habitar ya en mí de la Voluntad de Dios bajo la toma de conciencia.
La reflexión latinoamericana la hacemos desde varios puntos de vista:
*Antropológica, para conocer los pormenores del hombre a redimir.
*Social, al vivir con nuestra fe en la comunidad.
*Crítica, cuestionando si los mecanismos son correctos o no, sin alienar el método.
*Utópica, como esperanza de un cambio radical del sistema a partir de nosotros, lo que nos llevaría a una ortopraxis o rectitud en la práctica.
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Jon Sobrino: La liberación en la cristología
Leonardo Boff: Bajar de la Cruz a los pobres

Aug 12, 2008

153 - SENTIDO SOCIAL DE LA EUCARISTIA

P. Carlos Mariño Rueda cjm.
Rector Seminario Valmaría
Padres eudistas Usaquén

Quiero comenzar este artículo haciendo algunas advertencias. A continuación les comparto algunas reflexiones personales que he agrupado bajo el título sentido social de la Eucaristía, las cuales sin embargo, no tienen una pretensión académica ni doctrinal sino que constituyen un sencillo compartir en la fe. Por ese motivo, no encontrarán un aparato crítico y las deben situar en el nivel de la opinión. Con todo, espero que susciten la reflexión y el deseo de compenetrarse más con el misterio de la Eucaristía.
Me parece que tenemos la tendencia a reducir los sacramentos a su dimensión celebrativa puntual desconociendo su dimensión existencial, como acontecimiento salvador en la vida de la Iglesia y de cada cristiano en particular. Esto es, pensamos que el bautismo, por ejemplo, sucede solamente el día de la celebración y olvidamos que el mismo en cuanto acción salvadora de Dios está sucediendo cotidianamente, así hayan pasado muchos años después de su celebración. Lo mismo se puede decir de los demás sacramentos.

Ellos son acontecimientos salvadores que se verifican en la existencia concreta de la personas y celebran con la comunidad eclesial.
Ahora bien, como los sacramentos están íntimamente relacionados con la existencia cristiana concreta, la celebran, sostienen, acompañan y perfeccionan, ellos siempre tienen un sentido social por la sencilla razón de que la existencia cristiana, entre otras cosas, consiste en ser instrumento de la acción salvadora de Dios en el mundo y en favor del mundo.
En el caso concreto de la Eucaristía celebramos la memoria de Jesucristo, de su encarnación, ministerio histórico, muerte y resurrección gloriosa.
Si la vida toda de Jesucristo implica una postura ante la sociedad de su tiempo, una manera de relacionarse con los pobres, autoridades, discípulos, y esta postura comprende unos valores, unos criterios; entonces, la memoria de Jesucristo nos cuestiona sobre nuestra propia vida, sobre nuestra manera de ser en el mundo.
En la Eucaristía comemos todos de un mismo pan y bebemos de un mismo vino. Comer y beber.

¿Quién no se alimenta?
¿Quién no bebe?
¡Cuánta elocuencia en dos acciones tan elementales!
Se trata de dos accione básicas para mantener la vida, se trata de dos acciones básicas que comparten todos los seres humanos.

Eucaristía no es solo memoria, es cena, cena fraterna, cena de comunión, cena-celebración de la vida, no de cualquier vida, sino la vida en plenitud, la vida con sentido, la vida de Dios en el ser humano y del ser humano en Dios.
¿Es posible comer y beber, celebrar la vida y al mismo tiempo desperdiciar la vida?
Esta cena de comunión solo es posible si en la cotidianidad de nuestra existencia comulgamos con la vida de Cristo y la vida de los demás, que no son más los demás, sino los hermanos.
Esta cena invita a una justicia social que trasciende la simple distribución o conmutación y nos conduce a la justicia de la fraternidad. Cuando comemos el Cuerpo Cristo en la celebración Eucarística nos hacemos uno con Él y miembros los unos de los otros de modo que nada de lo que suceda al ser humano nos puede ser indiferente.
En la Eucaristía celebramos y vivimos actualmente la entrega y obediencia total de Jesucristo al proyecto del Padre, por el cual ofrece su vida en la cruz, y el fructificar de esa entrega en la resurrección y glorificación del Señor.
De modo que la dimensión existencial de la Eucaristía nos conduce a vivir en la misma dinámica de entrega, obediencia, muerte y resurrección.
El misterio (designio, plan) que celebramos se continua y completa en nuestra vida. No podemos contemplar el misterio de la Eucaristía sin entrar en sintonía con él.
La Eucaristía conduce necesariamente, no puede ser de otro modo, a la transformación de nuestra realidad personal y a la transformación de nuestras estructuras sociales pues la memoria de Jesucristo activa nuestras opciones, la comunión nos introduce en la justicia de la fraternidad y la actualización de su sacrificio nos lleva a morir y resucitar con el Señor.

Aug 5, 2008

152- LAS OCHO BIENAVENTURANZAS

Habíamos mencionado en un artículo anterior sobre la región de Kurazim, donde Jesús hizo muchos milagros pero fue rechazado y cómo desde una de sus colinas con cara al Mar de Galilea, al bajar de la primera planicie cubierta de césped, apreció una enorme turba que le aguardaba procedente del interior y de las orillas del mar.
Sentados en ruedos entre las oscuras piedras volcánicas y los prados de espesas flores, toda esa gente buscaba un líder que guiara y aliviara sus necesidades sin esconder sus propios deseos ocultos en ellos, sino que, los expresara y elevara a su máxima grandeza.
Los discípulos alrededor del Maestro habían ocupado un sitio preferencial, mientras éste sobre un montículo se disponía a tomar la palabra, observando a la vez toda una panorámica de contemplación sobre sus oyentes, quienes impresionados, agudizaban su visión sobre esa mirada dulce y brillante.
De pronto brotaron sus paradójicas palabras de sus labios como de una fuente con las más dulces y más elevadas voces, que nadie antes hubiese pronunciado ni nadie hubiese escuchado o soñado.
Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, Bienaventurados los que sufren, Bienaventurados los que padecen hambre de justicia, los misericordiosos, los puros, los pacíficos y los perseguidos.
Bienaventurados” fue la palabra que voló hacia la muchedumbre, ocho veces impactando en aquellos seres a quienes se les devolvía el derecho a la alegría total y suprema. Aquella imposible felicidad bienaventurada, volvería a ser posible.
Era el deseo paradisiaco de la humanidad, vencido, cansado y burlado a través del camino histórico de los pueblos por la injusticia social.
¿Se podría a través de Jesús retornar al paraíso?
Las ocho bienaventuranzas habían rozado el suelo de la humanidad con el soplo del Padre (Ruah) reencontrado largamente por el Hijo, de quien tiene en él todas sus complacencias pero la tierra ha sido arrasada, y abonada con lágrimas y sangre.
Los ocho mensajes habían quedado muy claros para las mentes, pero era necesario diferenciar entre la dicha perdurable y el placer apresurado del hombre que nace de la satisfacción inmediata, para perderse enseguida.
La dicha verdadera es la conciencia del tesoro ilimitado, oculto en el fondo de una vida útil dirigida siempre hacia Dios.
La desdicha es la única certeza de haberse desviado del Plan de Dios, la visión de la ruta perdida.
A pesar de ser el hombre dueño de vastos conocimientos, si el juicio falla, el afán de placer destruye la apariencia de la dicha y la vida ya no tiene sentido, por la amargura de la voluptuosidad, de los pecados diarios sin gozo alguno, como viejos molinos que giran hasta la muerte o azotados por la indigencia en plena fortuna.
Estos ricos, verdaderos pobres vergonzosos, adormecen su desnudez con banquetes o tesoros.
Los pobres de espíritu” aquellos que no cesan de dominar en sí mismos la sed de gozar o de poseer bienes, no conservan nada y tienden sus manos vacías con frente resignada. Bienaventurados los pobres, pero habría que preguntarse, si las virtudes de la pobreza no mueren cuando ésta se transforma en miseria. La pobreza tiene alma y cuerpo.

Existe “la vida dura” de los económicamente débiles, esos pequeños asalariados, quienes sufren la inseguridad cotidiana o quienes tienen una vivienda insuficiente, vida que nadie desea abrazar.
Sin embargo, a veces se esconde la pobreza en la envidia, más en esta pobreza material, puede haber una desgarradora y bendita preferencia, una paz dolorosa y hasta un alma tan serena y despegada, que verá a Dios cara a cara después de la muerte.
La pureza” como acompañante de la pobreza, pertenece con toda su felicidad a quienes se despojan de los placeres inútiles y recobran la simplicidad del paraíso terrenal, distinguen el bien del mal y su alma se hace transparente a Dios que lo siente muy cerca. Su alegría les admira así mismos. Dichosos los Jobs que bendicen a Dios a pesar de sus infortunios o los Franciscos de Asís, que pregonan su júbilo a los pájaros y al agua que canta en las fuentes y en los manantiales.
Jamás alguien había proclamado dichosos a los desgraciados “los que lloran” escondiendo su pena y llevándola como una cruz… ¡Qué secreto de felicidad!
Dichosos “los mansos” de hombros caídos, mártires como corderitos silenciosos al sacrificio, dichosos los que mandan con el corazón que con la voz.
Los “perseguidos por la justicia” son bienaventurados y son quienes ejercen el sutil arte cristiano al poner de acuerdo la religión y el dinero. También quienes asumen el sacrificio por su fe y por su justicia, al agradar a los hombres y satisfacer a Dios.
Bienaventurados “los pacíficos” que con mansedumbre siembran la paz entre los hombres, como Jesús al entrar en Jerusalem.
Bienaventurados “los misericordiosos” con los pecadores pues tendrán la misericordia de Dios.
¿Podrá entenderse todo esto?
¿Podrá practicarse?
Para estos tiempos de violencia, respecto del expansionismo de los territorios, la industria del petróleo, la ciencia de la física y la química y la alta tecnología, no existe otra felicidad que ésta referida paradoja ya realizada.
Hombres y pueblos no habrán de hacer más que hojear un día su vida, para comprenderla mejor y encontrar su camino.
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Alzin Josse: Jesús de Nazareth
Rodríguez Garcés Carlos A: 147 - Ay de ti Kurazim

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