1- Ruptura con la
reproducción del mal “El perdón”
Partiendo de este símbolo, el perdón, vemos en el evangelio de
Lucas, que Jesús muere perdonando a sus verdugos sin que esto signifique que
sea olvido pues él no deja de lado sus opositores durante su ministerio
público, no cierra sus ojos para salvar su integridad.
Tampoco fue
indiferencia, puesto que no huyó ante la realidad de la coalición de sus
opositores de las clases político religiosas. Sus adversarios quisieron hacer
condenar a Jesús por político y los romanos, los más interesados, lo declararon
inocente.
Es fácil perdonar
cuando se es indiferente pero esta clase de perdón, no tiene peso ni gracia.
El perdón de Jesús
es un acto verdadero de esfuerzo lúcido, y, consciente que quien ha obrado mal, se encuentra en una situación más
lamentable que quien ha sufrido.
El acto de perdón
tiene por propósito romper el círculo reproductor del mal que se cierra bajo
una extraña fascinación sobre si
mismo.
El perdón desplaza
el argumento de que no se cura el mal por el mal, el asesinato por el asesinato
o la guerra por la guerra.
El perdón es ese
acto que se niega a entrar en la lógica del adversario y que al desplazar el
mecanismo anterior juzga cómo el enemigo mismo es capaz de aceptar dicha desviación.
SOLO PUEDE Y TIENE
EL PODER DE PERDONAR Y ROMPER EL CIRCULO DE LA VENGANZA, QUIEN HA SIDO
TORTURADO.
El perdón de Jesús
está cargado de su ejemplar historia de lucha.
LA RESURRECCIÓN ES
EL “SI” DE DIOS A ESTE PERDÓN Y ES EL ACTO POR EL QUE DIOS HACE SUYO EL ACTO DE
PERDÓN DE JESÚS.
La resurrección no
tiene sentido sino cuando se sitúa precisamente como la conclusión de la vida
histórica de lucha que le llevó al proceso y a la muerte, a Jesús de Nazareth y
así mismo, abre
un porvenir a la humanidad, aquel que perdona está definitivamente vivo.
El desplazamiento de
la violencia ocurrido por la resurrección demuestra que la lógica asumida por
el mal no es definitiva.
2- Jesús nos
libera de Dios
Desde luego nos
libera de aquellas representaciones que nos hacemos de Dios con las cuales no lo
alcanzamos a pesar de que quisiéramos lograrlo para ponerlo ordinariamente al
servicio de nuestros intereses.
Mucho antes de que
los alemanes utilizaran su Gott mit uns y los franceses su Gets Dei per francos,
los fariseos habían utilizado a Dios a favor de su propia perspectiva ya que
Dios se convertía en garantía de cierta forma de situarse ante él, no permitiendo
al hombre ser libre y estar de pié frente a Dios.
Las actuaciones de
Jesús en su vida histórica transformaron esas falsas representaciones de Dios
pues su vida fue un grito de rebeldía contra la imagen idolátrica de un Dios
que hace esclavo al hombre. Jesús
nos pone de pie delante de Dios, liberándonos del miedo y de la inseguridad por la
falta de fe.
3- Jesús nos libera
de la tentación mesiánica
Todos estamos
acostumbrados a oír mencionar a
Jesús como el Cristo, el Mesías o el Ungido, sin embargo rehusó serlo al menos en la forma como se entendía
en su época.
Frustró las
esperanzas del pueblo judío de un Mesías que llevara a cabo una liberación
militar o política del imperio romano dominante anunciada por la promesa
bíblica.
Al no dar Jesús
cumplimiento a nada de eso, causó decepción y permitió que los saduceos
movilizaran al pueblo en su contra.
El proceso de Jesús
se pudo llevar a cabo sólo por que chocaron los intereses del pueblo con los
intereses muchas veces opuestos de los fariseos y de los saduceos.
Jesús rehusó tomar
el poder durante su vida terrena e incluso después de su resurrección Hechos:1,6 “Los
que estaban reunidos con Jesús le preguntaron. Señor ¿Vas a restablecer en este
momento el Reino de Israel?”
Defraudarles era
significación e indicación de que Dios no quiere desempeñar el papel que los
hombres esperan de él, para regresar
a una especie de paraíso perdido.
El Mesías no
quiere privar a los hombres de crear
ellos mismos su propia historia y su sociedad cuyas relaciones son producto
histórico donde solo ellos pueden transformarlas.
El anuncio del
Reino no anula la lucha histórica sino que manifiesta su alcance trascendente.
4- Jesús nos
libera de la “tentación espiritualista”
Jesús al negarse a
hacer él mismo la historia, no nos envía a un reino puramente interior, si esto
fuese verdad deberíamos borrar de su vida todos los riesgos que asumió y todas
las obras que realizó.
Se rebeló contra
las discriminaciones que se hacen en correspondencia con el próximo y la
relación con Dios.
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La tentación
espiritualista consiste en pensar que la relación que se hace con el próximo es
indiferente para la relación con Dios.
Jesús identificó el
lugar en donde se entabla la relación con Dios, que no es otra cosa que el
encuentro con los demás.
LA SALVACIÓN ESTA
EN DONDE UNOS HOMBRES HACEN LIBRES A OTROS HOMBRES.
La salvación
cristiana da su dimensión trascendente al acto de liberación en el “aquí y el
ahora” en que se realiza la salvación, en ese acto que hace libre, tiene una promesa que supera todo lo que puedo
esperar y esa promesa está significada en la resurrección.
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