Jul 4, 2007

93 - RICO O SABIO

Muchos ricos dedicaban su energía invirtiéndola en compra de residencias, campos, esclavos, carruajes y demás adquisiciones de bienes materiales, como intento de seguridad financiera, pero comprendían que esto era totalmente insuficiente para satisfacer las necesidades más íntimas del hombre, para dar sentido a la vida, enriquecer el placer de vivir y madurar su personalidad.
Estos acaudalados advertían algo paradójico, consideraban que eran miserables, mientras sus empleados y esclavos eran felices en la pobreza, había miserables que vivían en palacios como los Herodes y pobres y desamparados que vivían felices en la miseria como los anawin (infortunados y discriminados)
Tener no es ser, pues quien tiene diez campos no es diez veces más feliz que quien tiene uno.
En el proceso de construcción de la inteligencia hay hechos sorprendentes, escenas imprevisibles a lo largo de la vida.
La miseria interior donde habita la depresión, donde el ánimo decrece y se restringe el placer de vivir, no es visible, sólo se percibe a los ojos la miseria física.
La temporalidad de la vida es muy corta, en un instante somos jóvenes y en otro somos viejos, cuando niños éramos felices al celebrarnos el cumpleaños, al llegar la madurez deseamos parar el tiempo, pero este no se detiene y cual sea el camino recorrido, siempre llegaremos al final del que no se puede escapar, la muerte.
Para el cristiano no es el fin de la vida ni el fracaso de la existencia como nos hacen eco los conceptos de los filósofos del siglo XX, este encuentro con dicho proceso biológico es el comienzo de una vida ante nuestro Creador, pensamiento del hombre a través de numerosas culturas desde los albores de la humanidad.
Es por esto que el hombre consciente e inteligente debe buscar la sabiduría vivencial donde se debe así mismo, al próximo y a Dios, dándole un sentido más exquisito a la existencia para evitar el tedio y la angustia, esa sensación de no pertenencia.

Cristo quiso que sus discípulos fueran grandes inversionistas en sabiduría, venciendo su gran fragilidad y sus limitaciones, y no invirtiendo en riquezas materiales que obnubilan y opacan la interioridad del hombre Jn:12,5-6.
Así la medicina al lado de la religión surgió como una necesidad para calmar el dolor y prolongar la vida, hoy vemos que ambos campos son indispensables en curar esas pequeñas muertes que son las enfermedades, el hambre, la pobreza, la miseria, el abandono, la soledad y todas las demás penurias que conforman el pecado.
Las enfermedades del hombre son en un 70% psicosomáticas, donde el terapeuta no sólo es el médico sino debe ser sacerdote.
Desde la época hipocrática el arte de la medicina consagraba al médico como sacerdote mediante el cumplimiento de esos preceptos del Juramento Hipocrático.
El sacerdote por su parte no sólo debe considerar el aspecto espiritual sino el psicosomático del enfermo del alma, debiendo ingresar en el campo socioeconómico de la persona. Jn:6,5-15
Creemos que tratar con seres humanos es fácil mediante algunos acercamientos técnicos sin pensar que el hombre es un proyecto inconcluso del cual no nos conocemos nosotros mismos.
Las Sagradas Escrituras son una fuente de salud, para la curación física, psíquica y espiritual, campos pertenecientes al hombre íntegro.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Augusto Jorge Cury: El Maestro de los maestros.

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