Palestina en la época de Jesús formaba parte del Imperio Romano, dos siglos atrás el contacto entre Roma y el territorio judío fue consecuencia de un complejo juego político, en donde Roma fue mezclándose poco a poco.
En esa época la cuenca del Mediterráneo oriental estaba repartida en monarquías por los generales de Alejandro Magno a su muerte, los lágidas habían tomado el gran país del Nilo y los seléucidas un gran territorio desde el Asia Menor hasta el Indo.
Macedonia quedaba a merced de los antigónidas y el pequeño reino de Pérgamo por los atálidas, pero a pesar de las disputas, de las guerras y de los marcados intereses de cada grupo, todos formaron un mundo dinámico que extiende en todo el oriente los valores culturales griegos mezclados con la cultura egipcia y el aporte persa, dando origen a la llamada civilización helenista.
Los reyes de estas nuevas naciones se preocuparon por una carrera armamentista y del perfeccionamiento de sus ejércitos, la imagen del soberano no puede separarse de la del caudillo guerrero, así la infantería pesada o falange se apoyaba en una caballería pesada o catafractarios y una caballeria ligera a la cual se añadían elefantes.
Palestina ocupa un sitio especial al constituir una parte de lo que se llamaba la Koilé-Siria o Siria hundida entre las mesetas del norte y las cadenas del Líbano y del Antilíbano, muy codiciada en los conflictos entre Egipto y Siria, correpondiente a la antigua quinta satrapía persa de la Transeufrateana que había caído ante los lágidas. Los judíos no parecieron molestarse por este tipo de cultura invasora, pero en el 198 a.C. Ptolomeo V fue vencido por Antioco III en la batalla de Panion. Este griego en su disputa con Roma perdió la confrontación en Apamea en 189 a.C. por lo que debió pagar una fuerte indemnización que gravó por mucho tiempo el tesoro seléucida. El sucesor Antioco IV Epifanes para controlar las fuerzas que minaban su gobierno impuso de manera dictatorial una severa helenización del territorio, ahora incluida la Palestina, esto dividió a los judíos en filo-helénicos o progriegos y los ortodoxos dando origen a los macabeos libertadores.
Roma conquista a Macedonia en 167 a.C. y apoya a los estados débiles o con gobernantes mediocres ante continuos intentos imperialistas de los seléucidas e impide a Antioco IV Epifanes que siguiera en su proósito aprovechándose del gran país de Egipto.
Segun 1ªMac:8,17 parece ser que Roma recibió favorablemente una embajada judía compuesta por Eupólemo hijo de Juan de Acos y Jasón hijo de Eleázar, enviada por Judas Macabeo, pero los senadores fuera de un apoyo verbal no enviaron ninguna ayuda. Luego viene en el siglo I a.C. una confrontación con Mitrídates Eupator rey de Ponto en Asia Menor, quien se abanderaba como el campeón de la lucha de las ciudades griegas contra Roma. Esto no trasciende debido a un tratado y en el año 66 a.C. a Pompeyo general romano se le conceden poderes extraordinarios para combatir a Mitrídates y a su aliado Tigranes en Armenia, aprovechando el asesinato del último rey seléucida Antioco XIII, anexa este territorio a Roma y lo convierte en la provincia romana de Siria.
Las diferencias entre los príncipes asmoneos, descendientes de los macabeos, le ofrecieron un pretexto a Roma para intervenir este territorio judío.
En el año 64 a. C. las disputas por el poder entre Hircano II y su hermano Aristóbulo hijo de Alejandro Janeo,
hacen que Pompeyo envíe uno de sus legados y reciba tres versiones: una de cada aspirante y otra del pueblo judío. Pompeyo avanza hacia Jerusalem y después de tres meses de sitio ante la resistencia atrincherada toma la ciudad, decapita a los responsables y luego impone altos tributos, quedando bajo la autoridad de Siria.
Hircano quedó con Jerusalem y Judea mientras que Aristóbulo y sus dos hijos Alejandro y Antígono fueron llevados como cautivos a Roma.
La estrategia romana era proteger sus intereses en Asia Menor y Siria contra los partos, avasallando las regiones periféricas como Armenia, el reino judío y los pequeños principados árabes.
Flavio Josefo historiador judío al servicio de Roma en sus Antiguedades judías, relata con frecuencia los textos de las disposiciones tomadas en el mundo romano en favor de los judíos.
Este aspecto circunstancial de cada ciudad concreta no puede engañarnos, pues dichos decretos poseían las bases del estatuto particular de que gozaban los judíos a partir de su integración en el imperio romano.
Julio César había recompensado a Hircano II por el servicio prestado, reconociéndolo como etnarca y sumo sacerdote de los judíos a título hereditario. César había dado exenciones en impuestos y la obligación de alojar tropas romanas en invierno.
Después con Cesar Augusto continúan las disposiciones que van preparando el ambiente en que nacerá y vivirá nuestro personaje Jesús de Nazareth.
Ch. Saulnier - B. Rolland: Palestina en tiempos de Jesús.
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