Esta imagen nos sorprende y tal vez nos saca del hilo conductor maravilloso y delicado de la Navidad, pues irrumpe tras la magia del marketing de los comerciantes, en el espíritu cristiano opacando el verdadero sentido del pietismo religioso popular.
Lamentablemente hoy se esconden intereses anticatólicos y comerciales para anular las tradiciones en las mentes jóvenes, inyectándoles otros paradigmas que permiten manipular fácilmante esta generación.
Aparece entonces un relajamiento moral y ético donde nada importa, ya no se ventila en muchas escuelas, el aseo y la higiene, el peine quedó en desuso, la urbanidad como virtud para vivir en sociedad no se practica, el idioma para poder ejercer el sagrado derecho de la comunicación sufre un reduccionismo, el respeto ciudadano desde la cívica se desconoce y la responsabilidad del individuo consigo mismo tanto en su salud física, psíquica y espiritual no se vive.
Hoy casi nadie quiere su origen, su genealogía, su procedencia, su apellido ni su estructura física, está de moda la idea de transformarse exteriormente, lo que se denomina la dismorfobia, causante de oleadas de gente en busca de cirugías innecesarias, las que a su vez producen mucho dinero, que horror que se desconozcan los principios del maestro de Cos, Hipócrates.
¿Qué es el hombre? desde el punto de vista antropológico y filosófico, es un enigma (difícil de comprender) sólo desde la óptica teológica es un misterio (territorio cerrado) la ausencia de ese crecimiento educacional y espiritual hace que las gentes de hoy sin identificación, acudan al exhibicionismo de orden paranoide y esquizoide (peinados y tinturas de circo) infringiéndose una autoagresión obsesiva con drogas psicotropicas, inyecciones endovenosas de alucinógenos causantes de atrófia de la corteza cerebral, de enfermedades de transmisión sexual y sepsis (sida, hepatitis, endocarditis, nefritis etc.) y perforaciones cutáneas con antihigiénicos pearcing y tatuajes propios de una debilidad interior o falta de espiritualidad.
Todo esto porque el hombre sin Dios es nadie y no hay preocupación por el interior humano.
La religión se desaprueba y cada uno la inventa tomando por un sí el nó del Decálogo para facilitar la adoración a otros dioses como el dinero y los bienes materiales.
Entoncés: sí desconocerás a Dios, sí jurarás su Nombre en vano, sí desobedecerás, sí deshonrarás a tus padres, sí mentirás, sí matarás, sí calumniarás, sí robarás no sólo hurtando sino apropiándose del herario público, sí violarás hombres y mujeres, sí desearás la mujer del otro, pues ya que todo es permisible en este ambiente artificial, se desarrolla el hombre equipado con la más alta tecnología de punta, pero usando comportamientos cavernarios.
Tras de esta figura explotada por el consumismo, se esconden muchas cosas alejadas de la intención autóctona de la Navidad, que influyen en el imaginario colectivo, produciendo desviaciones e interpretaciones inadecuadas de lo que esta celebración católica contempla.
No olvidemos que tras un lejano origen con san Nicolás de Bari, su imagen ha sufrido una metamorfosis gnómica anglosajona, para terminar en ese gordito bonachón, producto de los dibujantes de Coca-cola hacia 1920 en los EE.UU.
Las parrandas, las borracheras, la drogadicción y la falta de comprensión de los textos evangélicos, convierten esta época en rituales paganos que terminan en un aumento de morbi-mortalidad, por violencia y trauma, diferente a esa disposición de comportamiento conocida por antiguas civilizaciones milenarias, en que los humanos socializan, comparten y se donan en parabienes unos con otros.
Los adornos y las luces, como el árbol nos alegra, pero sólo son adornos.
Este comentario aunque parezca fuerte es necesario tenerlo en cuenta para poder centrarmos en el terreno del estudio bíblico, diferenciando lo folclórico de lo originado en las Sagradas Escrituras y las Tradiciones de las primeras comunidades cristianas.
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