Nov 28, 2007

112 - LA LOCURA CRISTIANA

P. Carlos Mariño Rueda cjm.
El adviento. En las sagradas escrituras cristianas vamos a encontrar unas expresiones referentes al futuro que nos llevarían a pensar en los cristianos como gente fantasiosa adepta a fabulas.
¿Celebración de la “locura” cristiana?

De hecho en los libros sagrados se dice que Dios convertirá el desierto en un oasis, las montañas se aplanarán, las armas se transformarán en instrumentos de trabajo, la joven virgen dará un luz hijo, vendrán cielos nuevos y tierra nueva, etc.
Todas esas expresiones, leídas fuera del contexto de la fe y de la esperanza del creyente, tomadas, además, al pie de la letra, nos pueden llevar a comprender de manera fantasiosa y mágica la esperanza cristiana y juzgar a los cristianos como ilusos y desvinculados de la historia.
Nada más contrario a lo que ellas implican para nosotros, los creyentes.
El pueblo de Israel tenía la conciencia de ser un pueblo encontrado y escogido por Dios, ellos así lo comprendieron al considerar la manera como llegaron a ser pueblo, al descubrir entre ellos a seres humanos diferentes porque los lideraban y los conducían según motivos que iban más allá de la inmediatez de sus necesidades e intereses. Es decir, ellos encontraron al Dios que actúa en la historia por medio de seres humanos que se dejan conducir por Él, al Dios que se deja encontrar de todo aquel que busca un orden humano de justicia y derecho, al Dios que tiene un plan, proyecto o voluntad de vida y dignidad para ellos y para toda la humanidad.
Siendo así, a partir de esta experiencia fundamental, la historia deja de ser trágica y se vuelve camino hacia la plena realización de ese proyecto de Dios.
Sin embargo, aunque la historia deja de ser trágica (sin salida) sigue siendo dramática (difícil, dolorosa) y exenta de contradicción absurdo y muerte.
De hecho, el pueblo de Israel conoció, la traición de sus reyes, la injusticia y la opresión.
Ante tales situaciones, conociendo por propia experiencia, en la propia historia vivida y reflexionada, que Dios tiene una voluntad de vida y realización comenzaron a “soñar” con un cielo nuevo y una tierra nueva, no otro cielo y otra tierra, sino una realidad nueva.
Por eso viven proyectados hacia el futuro, encontrando en el pasado las razones de su esperanza, y trabajando en el presente según el mundo que esperan.
La tematización de ese futuro, de esa esperanza, se realizó según "las expresiones poéticas” que recordábamos al inicio de esta reflexión.
Este futuro, en el tiene lugar la plena realización del proyecto de Dios, es fruto de la acción del mismo Dios, de su “ungido”, de su testigo, del ser humano que le conoce y le obedece, que lidera su pueblo, como en el pasado, pero no como repetición del pasado, sino como su realización plena.
Para nosotros, los cristianos la realización de esa esperanza, de ese sueño, de esa utopía, a comenzado con Jesús de Nazareth, el Ungido (Jesucristo), que supera enormemente las esperanzas. En la vida, palabra y obra de Jesús vemos realizado en plenitud el ideal de humanidad que entrevía el pueblo de Israel; en él vemos igualmente la plenitud de Dios con nosotros. La realización de esa utopía esta aconteciendo actualmente, ha comenzado con Jesucristo, pero se va realizando, esperamos su plenitud como la plena realización de lo que hemos visto en Jesucristo en la humanidad toda.
Como los antiguos profetas de Israel tematizamos esa convicción y la imagen que nos hacemos de esa plenitud mediante el lenguaje de que disponemos, por eso hablamos de segunda venida de Cristo, de la convulsión universal, de la resurrección universal.
El adviento es la época del año que dedicamos a celebrar, por una parte la realización de las esperanzas del pueblo de Israel, las cuales como ya dijimos se realizaron con Jesucristo y, por otra parte, nuestra esperanza de que nuestro mundo pasajero llegará, marcha hacia su plenitud en Cristo, de que nuestra meta es la plenitud de la humanidad revelada en la resurrección de Jesucristo. Celebrar todo esto no nos aliena, como suponen algunos, al contrario, nos compromete con nuestro mundo y nuestra historia, pero sin reducir nuestra existencia humana a solo expectativas materialistas y sin conducirnos a vivir nuestra existencia como tragedia insoportable.

Nov 18, 2007

111- FARAONES Y PROVERBIOS

En la antigüedad los escribas conformaban una sociedad o corporación internacional que dejaron plasmada en la escritura la sabiduría popular de los proverbios o de los refranes de todas las culturas, ocupándose de temas de la vida real de todas las gentes.
Sin embargo no significa por su similitud o semejanza, que hubiese una dependencia entre los unos y los otros.
En 1923 se publicó el descubrimiento de unos textos de la época de Amenemope faraón egipcio del siglo XIII a.C. coincidentes con Proverbios 22,17 y 23,11 de las Sagradas Escrituras.
Surgieron preguntas entre los eruditos
¿Quién dependía de quién?
¿Habría copiado el autor egipcio el Libro de Proverbios, o a la inversa?
Así resultaron hipótesis para todos los gustos, pero hoy ya hay acuerdo general en que Proverbios presenta cierta dependencia del libro egipcio de la época de los Ramsés en el Imperio Nuevo.
Hay numerosos ejemplos de los contactos y similitudes entre los libros sapienciales de la Biblia y textos sapienciales del Oriente Antiguo, tanto de Egypto como de la Mesopotamia.
Los sumerios, pueblo del sur de la Mesopotamia, hace 5.000 años decían “en boca abierta entran moscas”. 1.500 d.C. el Marques de Santillana, don Iñigo López de Mendoza, recogía en su obra “Refranes que dicen las viejas tras el fuego” donde figura “en boca cerrada no entran moscas” Es apenas lógico que este marqués no dependió de aquel antiguo pueblo de Oriente que usaba este refrán.
La literatura sapiencial se cultivó en los círculos ilustrados de los templos y de los palacios donde los escribas tomaron materiales de la cultura popular, incluso originados antes de la escritura. Los escribas consideraron la escritura como arte divino con la que confeccionaron, archivos, crónicas oficiales, correspondencia, formularios comerciales, políticos, diplomáticos, rituales y sagrados, relaciones de impuestos y tasas etc.
En el mundo antiguo la Sabiduría es era sabiduría de Estado con carácter oficial, pues los escribas ocupaban cargos de consejeros políticos y administrativos, magos, hechiceros, astrólogos, científicos etc.
Aquí vamos viendo que este oficio complejo y variado está cubierto de cultura y autoridad, rasgo característico de los “magos de oriente” en el evangelio de Mateo.
Es evidente que los escribas requerían un adiestramiento específico fuera de su profesión para llegar a ser buenos funcionarios en todos los sentidos.
Como alumnos debían aprender a ser personas responsables, honestas, justas, imparciales, excelentes en el arte de escribir, capacitados para recibir y transmitir fielmente un mensaje.
Debían guiarse en su vida personal y profesional por los consejos de los mayores, la experiencia de los ancianos y las reflexiones de los antiguos, todo esto recogido en textos sapienciales.
De aquí se va a conformar en el pueblo judío el Consejo de ancianos o Sanedrín.
En esta posición los intercambios entre las diferentes cortes originaban el internacionalismo, se conoce que en la Corte faraónica había escribas semitas y en Israel trabajaban escribas egipcios en la corte de Salomón.
Las tradiciones al ser compartidas tienen la misma fuerza en todas las embajadas y el mismo valor educativo para los escolares de todos los países que aprenden el arte de escribir para llegar lejos como profesionales.
Esta singular propiedad de copiarse siglo tras siglo sigue teniendo valides miles de años después de la muerte de sus autores.
Las copias de estos textos son más recientes que los escritos originales.
Israel llegó tarde, después del año 1000 a. C. a este movimiento de las culturas de la Media luna fértil que a partir del tercer milenio antes de Cristo ya lo habían desarrollado como veremos en algunos de los escritos conservados.
David había luchado para dar nacimiento a Israel como nación y su hijo Salomón había abierto este pueblo al escenario político y cultural internacional por lo que “La Sabiduría es más antigua que Israel.”
Así este pequeño país recibe sobre su sabiduría tradicional y tribal el material de la sabiduría culta del ambiente donde nació.
A partir de la Corte israelí al contar con funcionarios de gobierno, estos, aprendieron, imitaron y copiaron escritos extranjeros que incorporaron a sus reflexiones a la vez que recogían la sabiduría popular de su mismo pueblo.
La Biblia menciona la sabiduría oriental y conoce su amplia difusión.
Hay referencia a los “sabios” en,
1- de Arabia 1Re:5,10; Jr:49,7; Bar:3,22-ss; Abd:8.
2- de Egipto Is: 19,3-13
3- de Babilonia 2Re:18,17; Is: 47,10-13; Jr: 10,7; 50,35-36; Dn: 2,48-49.
Lemuel y Agur personajes originarios de Masá dejaron sus propias colecciones en Prov: 30 y 31
Los tres amigos de Job, Elifaz de Téman, Bildad de Súa y Zofar de Naamat son sabios de Edom Job: 2,11 y en Tobías, versión aramea, se conoce a Ajicar, Tob: 1,22; 2,10; 11,19; 14,10.
Infinidad de proverbios bíblicos se encuentran también en instrucciones egipcias y escritos mesopotámicos.
Las Instrucciones de Dwa-Jeti, texto egipcio de 2000 a.C. tiene similitud en Eclesiástico 38,24-39 donde ponderan la superioridad del escriba o sabio sobre el trabajador manual.
Los consejos del Eclesiástico de 3,13; 3,22; 5,17; 8,15 ante la vanidad y el fracaso de los esfuerzos humanos y Ecl: 9,3-10 que aconseja trabajar con empeño pues no hay conocer ni saber en el Abismo, coinciden con la versión anterior.
Es curioso encontrar estos mismos consejos en escritos egipcios 2000 a. C. en Canto del arpista para Antef y Canto del arpista para Neferhotep.
También en la descripción de la vejez de Ecl: 12,1-5 se refleja el texto de las Máximas del egipcio Ptah-hotep, visir del rey Isesi 2.500 a.C.
Siglos antes de escribir el Libro de Job, los problemas que plantea la figura del hombre justo que sufre inmerecidamente, habían atraído la atención de egipcios y de mesopotámicos. Los egipcios escribieron
El diálogo del desesperado, Las lamentaciones de Iru-ur, El cuento del campesino habitante del oásis elocuente.
Los babilónicos lo narraron en:
La lamentación de Urnammu, El hombre y su dios, Ludlul bel nemequi: Quiero alabar al Señor de la Sabiduría, El diálogo pesimista de un hombre y su amigo.
En ellos se percata la similitud de los bosquejos, de los sentimientos, e incluso de las expresiones de dichas obras con la bíblica.
Los sabios israelitas no solo recibieron y copiaron los materiales extranjeros, sino que los adaptaron a su mentalidad cultural y religiosa.
La fe en Jahvé coloreó sus materiales propios de la sabiduría israelita, siendo menos elitista y clasista hasta alcanzar una originalidad absoluta especialmente en las etapas más recientes en que personifica a la Sabiduría integra su reflexión sobre una Historia Sagrada y relaciona la Ley y la Sabiduría.
Por último los pensadores y escritores sagrados no surgieron de la nada pues hundieron sus raíces en el mundo oriental antiguo y construyeron una síntesis propia dentro de un molde puramente israelita que por la época helenista acuñó algunos elementos de la filosofía griega.
El Libro de los Proverbios no debe ser leído de prisa, no de un trago sino degustándolo a sorbos para paladearlo aunque hay segmentos insípidos que exigen una lectura selectiva.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem.
Gonzalo Flor Serrano: La sabiduría internacional y la sabiduría israelita.
Luis Alonso Schôkel: El Libro de los Proverbios.

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