Nov 21, 2013

242 - MARIA EN EL AMBIENTE DE LOS SALMOS

En Israel, el libro oficial de la oración más popular y de canto entre los usados del Antiguo Testamento en el tiempo anterior a la Anunciación a María era “Los Salmos”. Indispensable para comprenderla es concebir una idea bien clara de la vida que llevaba, viviendo en el espíritu de las Santas Escrituras.
Esas tradiciones corrían entre el pueblo heredándose entre generación y generación y formando las diferentes oraciones, así se supone que María conocería estos textos sagrados, lo que lleva a demostrar el canto del Magníficat.
Los salmos son oraciones llenas de misterio, secos y esqueléticos cuando se les reza con la frialdad del corazón, o, desbordantes generando un lugar a los pensamientos más excelsos, cuando el espíritu lleno de elevados sentimientos los toma como incentivo de la devoción. 
Pensemos a María rezándolos en el recogimiento de la casita de Nazareth, siguiéndoles en el Santuario o en la celebración de las fiestas en el Templo.
Esto comportaba entre las muchachas orientales una compostura, piedad y devoción cuya actitud reverente e hincada, la que posiblemente asumió María durante la Visitación de Gabriel, diciendo: ¡Mira, yo soy la esclava del Señor!
Según Flavio Josefo, escritor judío del siglo I existía en Israel algunos jóvenes que aprendían a leer por amor a las Escrituras y desde luego los varones eran autorizados para la lectura en la Sinagoga.
¿María sería iletrada?
Aun que lo fuera, ella aprendía lo que escuchaba y grababa en su interioridad lo leído de las Escrituras.
Es lógico pensar que la entrega oral del espíritu religioso de generación en generación ha sido trasmitido aunque las mujeres no supieran leer ni escribir.
Podemos  imaginar que en el contexto mesiánico del salmo 109, muy conocido en esa época, María tendría una particular significación así como  lo fue para su ancestro el Rey David. María estaba familiarizada en escuchar y exponer pensamientos e imágenes, los que posiblemente se interpretarían de acuerdo a la diversidad de pensamiento popular existente. Indudablemente la gente piadosa se complacería en aquellos versos en que se ocultaba el Misterio de lo Divino, y aunque no los entendieran del todo les sonarían como melodías del cielo y las escucharían con gusto.
Otros salmos le impresionarían, aunque los rabinos no cayeran en cuenta, por ser muy largos con acento triste y quejumbroso que sonarían como una cadena de gritos y de dolor, que con sentido religioso le permitirían penetrar en el mundo del dolor, de la soledad y del abandono.
La Sagrada Escritura en el curso de su vida se transformaba de una manera extraña y excelsa.
Ninguna persona judía, fuera de María se encontró en esta situación respecto de la Escritura del Antiguo Testamento.


Biografía a solicitud.

Nov 15, 2013

241 – LAS ESCRITURAS ANTES DE JESUS

Quizá fue una noche de frío, junto al fuego, cuando comenzó a contarse la historia de Israel, primero los ancianos que recordaban las andanzas de antepasados famosos, llegaron más tarde los grupos del desierto, relatando y exagerando las penalidades sufridas en Egipto, la terrible marcha hacia la tierra prometida, la revelación concedida por el Señor a Moisés. Vendrían luego los poetas populares, cantores de gestas realizadas contra los filisteos (griegos desterrados), que cambiaban batallas y ejércitos por una buena comida antes de seguir su viaje. No faltaban sacerdotes que, en las peregrinaciones anuales a los santuarios, relataban al pueblo cómo se apareció Dios en aquel lugar sagrado. 
Al hablar de los “historiadores de Israel”  no se debe proyectar la idea del historiador moderno, o del filósofo de la historia.
El historiador israelita no tiene la mentalidad de nuestro tiempo ni analiza los hechos con nuestros mismos criterios de objetividad y fidelidad al pasado por encima de todo.
Pero, aparte de esta diferencia natural, impuesta por la época y la cultura, también se debe tener presente que, dentro del mismo Israel existen concepciones distintas de la historia y formas diversas de escribirla. Cosa natural si pensamos que las primeras obras bíblicas están separadas de las últimas por más de diez siglos
Así, de boca en boca, transmitidas oralmente comenzaron a conservarse y enriquecerse aquellas tradiciones históricas de Israel hasta que en el siglo X a.C surgió una clase más culta, en torno a la corte de Jerusalem. También le interesaba otros datos: la lista de los gobernadores de Salomón, los distritos en que dividió su reino, el lento proceso de construcción del templo de Jerusalem y del palacio, con sus numerosos objetos de culto o de adorno. Todos ellos comenzaron a usar la escritura. No querían que datos tan importantes se perdieran con el paso del tiempo. Por último, dentro de esta tradición escrita, surgen verdaderos genios, que recopilan con enorme esfuerzo los relatos antiguos y “los unen en una historia continua del pueblo”.
Algunos se concentraron en los orígenes, otros se limitaron a acontecimientos fundamentales de su época, como la subida de David al trono o las terribles intrigas que provocaron su sucesión. Incluso hubo un grupo que emprendió la tremenda tarea de recopilar las tradiciones que iban desde la Conquista de la tierra (siglo XIII) hasta la Deportación a Babilonia (siglo VI) compone lo que conocemos como “Historia deuteronomista” (Josué, Jueces, Samuel, Reyes). 
Siglos más tarde se produce un hecho curioso, un autor vuelve a contar la historia de la monarquía para ello “agarra los libros de Samuel y Reyes y los copia al pie de la letra, suprime lo que no se ajusta a su punto de vista y añade otras tradiciones”. 
Así surge la “Historia cronista” 1 y 2 Crónicas. Luego en el siglo II a. C. dos autores distintos contarán la historia de la rebelión macabea. De este modo, incansablemente siglo tras siglo, el pueblo de Israel puso en práctica la consigna de Goethe de que “cada generación debe escribir de nuevo la historia”.  
¿Por qué los israelitas concedieron tanta importancia a contar la historia?
La respuesta oficial, la más difundida entre los estudiosos de la Biblia, es que para Israel la historia es el lugar del encuentro con Dios.  La fe de este pueblo no se basa en mitos atemporales ajenos al espacio y al tiempo que nos rodea.
El Antiguo Testamento es búsqueda apasionada de Dios, un intento divino de ser perfectamente más conocido, una lucha humana por penetrar en el misterio del Señor.
Y así, igual que los cristianos conocemos a Jesús por lo que Él hizo y dijo, por lo que el Espíritu sigue realizando en la Iglesia, también los antiguos israelitas conocieron a Dios por lo que hizo y dijo a lo largo de la historia. Nada tiene de extraño que los israelitas se preocupasen tanto de escribir lo ocurrido o, mejor dicho, de recordar “aquellas maravillas que el Señor ha hecho por su pueblo”.
Esta interpretación oficial corre el gran peligro de idealizar los hechos y no valorarlos rectamente. Sin duda, hubo en Israel autores que vieron la historia como lugar del encuentro del hombre con Dios, y precisamente por ello dedicaron gran parte de su vida a escribirla. Aunque muchos de los documentos que utilizaron no fueron escritos desde esa perspectiva. A. K. Grayson, hablando del interés que concedían los asirios y babilonios a contar el pasado, explica los siguientes motivos:


1- Propaganda política.
2- Finalidad didáctica.
3- Exaltación del héroe.
4-Utilidad práctica, para los calendarios, la adivinación, etc.
5- Conciencia de la importancia de recordar ciertas cosas.

Si excluimos el cuarto apartado, los restantes nos ayudan a comprender por qué los israelitas escribieron tanto sobre el pasado. Se cree que el motivo de la propaganda política  es  a veces, mucho más presente en la Biblia incluso que el estrictamente religioso. Así lo advirtieron los fariseos, que no aceptaron en el canon los libros de los Macabeos, sus grandes adversarios.
Ellos no se fijaron en su valor religioso, sino en su valor como arma política. Por otra parte, ya a comienzos de siglo hablaba H. Winckler de esta tendencia de la historiografía antigua:
Una exposición histórica en el Oriente siempre persigue un fin determinado, que procura naturalmente, demostrar lo justificado de las pretensiones políticas planteadas por las partes que daban pie a redactar el conjunto de la historia
Aunque la distinción entre lo político y lo religioso carece de sentido para un israelita antiguo, puede ser esclarecedora para un lector actual. Por otra parte, así se explica que muchas páginas de la Biblia resulten "poco edificantes” para los cristianos actuales y no les vean ningún provecho; leídas a la luz de motivos políticos, adquieren todo su relieve e interés.
Después de la muerte del Salvador se tejen las tradiciones, mitos y leyendas acerca de su vida y obra.
Mateo hacia el año 80 d.C. escribió su evangelio para una comunidad cristiana concreta. Su propósito no fue sólo reunir una serie de tradiciones acerca de Jesús, sino animar a su comunidad teniendo en cuenta los problemas concretos con que se encontraba.
El relato de la infancia de Jesús le ofrecía una ocasión excelente para ello, pues en este punto las tradiciones conservadas en las comunidades cristianas no estaban tan firmemente fijadas y ello le permitía actuar con más libertad.
Mateo de paso nos dejó algunas pistas para reconstruir la situación de su comunidad. Su interés de mostrar que Jesús pertenece a la estirpe de David y que nació en Belén su ciudad, es reflejo de la polémica que su comunidad mantenía con los judíos que no habían aceptado a Jesús como Mesías.
Este mismo interés le movió a relacionar los acontecimientos de los primeros años de la vida de Jesús con profecías del Antiguo Testamento, cuyos libros tenían una autoridad decisiva para los judíos.

Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Tomado de José Luis Sicré Díaz s.j. 

Nov 2, 2013

240 – MARIA DE NAZARETH Y SUS PADRES

Bajo el poder del Imperio Romano a finales del siglo I a.C. había nacido una niña en el norte de Israel, posiblemente en Nazareth cerca de la ciudad de Séforis ciudad destruida por Roma hacia el año 4 a.C. por las tropas de Quintilio Varo.
Esta región de la baja Galilea en medio de su encanto paisajístico, en una llanura fértil rodeada de sierras bajas en torno a un cerro  se levantaba la ciudad de Séforis 5 km de la anterior población.
Las gentes piadosas deseaban que viniera una Salvador político y militar para liberarse de la opresión imperial. Por lo menos todos los vecinos de la región pensaban que el nacimiento de un vástago varón significaría más honra a las familias.
Seguramente al nacimiento bañaron a la recién nacida y como era una niña no hubo que esperar los ocho días para la ceremonia de circuncisión. Le llamaron María (posiblemente Myriam) nombre muy popular entre la población sencilla, aunque no conocían bien su significado y además no causaba indagación sobre su sentido, su nombre fue frecuente en la esfera familiar y social del rey Herodes el Grande.
La Sagrada Escritura en sólo diecisiete renglones neotestamentarios sobre María, no dice nada al respecto de su vida, dejando fallida esa respuesta. No se consigna el nombre de los padres, así las gentes virtuosas trataran posteriormente de llenar este espacio con leyendas y tradiciones, recargando y adornando dichos recuerdos para entretejer una corona de milagros al padre, a la madre y a la niña que iba desarrollándose.
Dios no creó a María directamente del barro de la tierra, es cierto que es hija de familia honrada, aunque nadie puede asegurar que los nombres de sus padres fueron Joaquín y Ana.
  ninguna fuente bíblica o histórica documenta el lugar preciso donde nació María. Al respecto existen varias interpretaciones:
1- Por ser María descendiente de David y basándose, sobre todo, en el opúsculo De nativitate Sanctae Mariae, incluido a continuación de las obras de San Jerónimo, algunos sitúan en Belén el lugar natal de la Virgen.
2- Otros lo ubican en Séforis, la reconstruida Diocaesarea romana, población donde residía Herodes Antipas. Bajo el reinado de Constantino I el Grande se erigió allí una iglesia, según mención de San Epifanio para conmemorar en dicho enclave la casa de Joaquín y Ana.
3- Una antigua tradición oral recogida en escritos apócrifos durante las primeras centurias de nuestra era sobre el emplazamiento de la casa natal de María, cerca de la Puerta y la Piscina Probática o de las ovejas, ha sido la más generalizada y probable que María nació en Jerusalem, en concordancia con ciertos testimonios entre los años 400 y 600 y con los alegatos de San Sofronio y San Juan Damasceno. Esta parece confirmar los recientes hallazgos arqueológicos de la Piscina Probática o de las ovejas al hallarse junto a una basílica dedicada a María, lo cual estaría relacionado con la festividad del  nacimiento de María y en estrecho vínculo con el actual Santuario de Santa Ana.
Concluido el Concilio de Éfeso junio-julio de 431 y bajo la influencia de los apócrifos, el culto a la Madre de Dios se intensificó de modo notable, especialmente en Siria.
Desde el año 16 a.C. en época del reinado de Herodes el Grande de origen idumeo, con el apoyo del Imperio romano, en Jerusalem se ventilaban fuertes predicciones sobre el nacimiento de un rey mesías lo cual le aterraba.
En Jerusalem toda la población espera  la venida del Salvador de los judíos y ante esta manifestación las autoridades religiosas recuerdan al populacho, que “los hijos de Israel han sido escogidos por Dios como su pueblo elegido y que no aceptarían la humillación de tener otro Salvador” 
Más el pueblo replica: ¿Cómo guardar silencio en el adviento de nuestro Salvador, cuando pondrá fin a nuestro dolor y miseria?
Pero tanto unos como otros durante muchos años han orado y pedido la venida del Mesías, un personaje militar y político a la imagen de David, que liberara a Israel del opresor imperio y deseando estar en el tiempo de su llegada.
Los sacerdotes del Templo creían ser los primeros en descubrir las señales según las Escrituras.
Mientras tanto al norte en Galilea el honorable Joaquín recibe la noticia de que su añosa esposa ha dado a luz una niña primogénita, motivo de vergüenza para cualquier familia judía. Herodes en su hedonismo, egoísmo y delirio de persecución ha tomado medidas drásticas para conservar su poder, piensa  “Quien sería rey de los judíos habría de quitarme el trono
Ana la madre escoge su nombre, le llamará “María” y la ofrece alabando al Altísimo y diciendo:
"El bebé que prometí ofrecerte es una niña. Ti mismo sabes cuánto la amo, pero sigo fiel a mi promesa, la gente nos ha aislado en el abandono y no se si los sacerdotes del Templo la podrán aceptar o no"

La niña crece y desde las montañas de Galilea, mira fija y frecuentemente hacia la Ciudad Santa preguntándose si alguna vez podrá servir allá al Señor.

Según las leyes judías, estaba prohibido que las mujeres entrasen al Templo, sin embargo, bajo la tutela del maestro Hillel debió ser aceptada para estudios y servicio en el Templo
Durante este tiempo Ana no vino a visitar a su hija, había muerto, causando gran pena, tristeza a un corazón roto.

Bibliografía a solicitud.

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