Apr 3, 2012

225 - LOS DOLORES DE LA VIRGEN MARIA

Solo María pudiese contar lo que padeció en esa trágica fecha del viernes de pasión. Cuando el Redentor salió del Cenáculo para no volver, ella se fue a su casa y él se despidió para ir a padecer desde el huerto de los Olivos.
¿Cuáles serían las lágrimas de aquellos últimos abrazos? después de vivir durante cerca de treinta años con ese hijo que fuera su amor natural. Había relatos en la Escritura de sentimentales despedidas como Jonatás cuando se separó de David, la mujer de Tobías a la partida de su hija, de lágrimas y sollozos de David al decir de su mal hijo Absalón Quién me diera hijo mío, que muriera yo por ti, para que tu vivieras y no viera yo tu muerte” De las madres de los inocentes cuando sus hijos fueron arrancados de sus brazos para ser asesinados por orden de Herodes. ¿Cuánto mayor sería el de esta Madre a la partida de su Hijo para padecer?
Él no se aparataría de ella sin lágrimas, ya había llorado por la muerte de Lázaro, su pariente en compañía de Marta y de María.
Consideremos su corazón, que hasta la hora sexta cada vez tocaban a su puerta. Unos contaban la negación de Pedro, otros las bofetadas, las salivas, los azotes y las burlas toda la noche en casa de Caifás. Algunos narraban sobre las sogas para llevarlo hacia Pilato. Y la conducta traidora de Judas para luego ahorcarse. Había sido vestido con una túnica blanca y coronado de espinas con manto púrpura, su rostro amoratado e hinchado y desfigurado tras nuevos azotes. Una caña le habían amarrado a sus manos.
¿Cómo estaría su corazón? ¿Cuántos cuchillos lo partían, cuando los mensajeros venían?
Aunque puede presumirse que se halló a todas las cosas, no falta quien afirma que se vio mezclada entre la turba cuando Pilato señaló y dijo “Ecce Homo” y soltó a Barrabás, su voz fue opacada por la gritería y el vocerío de la plebe enardecida e incitada por los manipuladores hipócritas. Juan y los otros se dispersaban huyendo por las calles de Jerusalem por miedo a ser aprehendidos.
Vio aparejada por entre la fila del cortejo la figura de su Hijo, cargando el pesado patíbulum sobre sus hombros heridos y rasgados y, tratando de ganar el lugar más alto divisó a sus verdugos con instrumentos y escaleras, seguidos de gran tropel de gente apurada a tomar el mejor lugar, mientras reían, gritaban, y burlaban. Luego ve un escuadrón de soldados y en medio de ellos dos ladrones atados con sogas, junto a su Hijo Jesús arrodillado por el peso del madero, cruelmente empujado con puñetazos, puntapiés, golpeado con palos, correas y su rostro enconado por salivas, sangre, polvo, y sus pies sangrantes de carne desgarrada.
Se preguntaría ¿Este es mi Hijo? Conozco su túnica pero su rostro no lo distingo. Viendo a su Jesús así, no se le escondió, por la distancia no podía hablarle, con su mirada le consolaba dulcemente. Llegados al monte era tanta la gente alrededor de la escena que María no alcanzaba a detallar todos los actos crueles contra su Hijo. El gentío recitaba frenéticamente cada paso y ella entendía lo que le iban haciendo. 
Cuando escucha el arpegio disonante del martillo, los clavos y la madera, ella los sintió en su corazón más intensamente que si hubiese sido en sus propios pies y manos.
Una vez levantada la cruz, ¿Con cuáles ojos miró la Madre al Hijo que tanto amaba puesto en lo alto para oprobio de los presentes, corriendo por su cuerpo inocentes arroyos de sangre?
¿Y quién duda de que corrieran otros tantos de lágrimas de sus ojos?
Su dolor se acrecentaba al ver a aquellas santas mujeres, y demás amigos y conocidos lloraban afligidos y compungidos por el cruento espectáculo.
¿Qué pensamiento tendría al ver ese cuerpo limpio y santo, despedazado y desfigurado por tantos azotes cuando le vio sacudido y herido al tratarlo de izar en el madero vertical? 
Jesús guardaba silencio sufriendo con gran mansedumbre, rogaba al Padre por sus verdugos.
Probablemente no faltó alguien que le ultrajara y deshonrase con injurias, pero atenta a las palabras que el Hijo con dificultad le dirigía, recordaba el Salmo “Pegóseme la lengua al paladar” y admiró lo que en la vieja ley nunca se oyó, “perdonar y rogar por los enemigos
Eliseo rogó a Dios contra los muchachos  que le mofaban. Dios vengó un desacato de Oza al llegar con menos reverencia al Arca.
Maravillose cuando oyó a su Hijo perdonar con una sola palabra, al ladrón pecador y facineroso arrepentido de todas sus faltas y prometerle el Paraíso.
Gran tristeza e increíble ternura causaban en su alma al entender su última palabra al partir hacia el Padre y quedar ella desamparada de su presencia y compañía, de cuya suavísima conversación había gozado treinta y tres años.

Bibliografía
Biblia de Jerusalem
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224 - PONCIO PILATO

Este personaje bíblico no aparece antes del año 26 cuando es enviado como praefectus (no procurador pues es un anacronismo antes de Claudio) de Judea a nombre de Tiberio emperador de Roma, es desconocido por los historiadores antes de llegar a Palestina.

Su nombre completo sugiere haber sido un liberto (pileatus) el pileus era un sombrero que distinguía a los esclavos. Su biografía deriva de relatos judíos y cristianos. 
El relato de los Evangelios nos muestra a un perfecto y cuadriculado burócrata preocupado por hacer cumplir la ley de Roma, exactamente igual que cualquier funcionario celoso de su deber.
Con un cerebro frío y un corazón de piedra en sus acciones, obtuvo el odio de sus gobernados y en el año 36 Lucio Vitelio gobernador de Siria, lo envió a Roma a justificarse con el emperador sobre sus “hazañas” como la masacre de samaritanos en el año 35 en el Monte Garizym y otros asesinatos en masa, pero Tiberio había muerto antes de su llegada. 
 
Según  Eusebio de Cesarea, una antigua tradición, cuenta que el siguiente emperador Calígula ordenó su destierro a las Galias donde se suicidó.
En siglos posteriores surgieron todo tipo de leyendas sobre este personaje, unas le atribuían un final espantoso en el río Tiber o en la Vienne francesa, mientras que otras como las “Actas de Pilato”, que en la Edad Media formaban parte del Evangelio de Nicodemo, le presentan como converso al cristianismo junto con su mujer Prócula, a quien se venera como santa en la Iglesia Ortodoxa por su defensa de Jesús, con alusión a Mt: 27,19
Incluso el propio Pilato se cuenta entre los santos de la iglesia etíope y copta de África.

Pero el profundo desprecio manifestado hacia los judíos y cristianos, pueblo indócil e insociable para él, quien no comprendía por haber sido formado en la cultura griega y romana, debió parecerle como un nido de serpientes venenosas, ralea sucia e inferior, digna apenas de ser domesticada por los garrotes de los mercenarios.
Era uno de aquellos escépticos de la Roma decadente contaminado de pirronismo y de epicureísmo,  enciclopedista del helenismo, no veía más que en los dioses de la patria; y no podía sospechar que un Dios verdadero existiese, ni mucho menos que se pudiese encontrar entre aquella plebe harapienta y supersticiosa, sujeta de aquel clero faccioso, cuya religión le consideraría una bárbara mezcolanza de oráculos siriacos y caldeos.
Debía fingir el aceptar la religión romana, cívica y política por razones de su oficio, “el culto al emperador
Fue acusado de delitos como asesinatos en masa y utilización de dineros del Templo de Jerusalem para la construcción de un acueducto en esta ciudad y haberse acuñado monedas entre los años 29 a 31 según relata Flavio Josefo
Filón de Alejandría denuncia que mandó colocar escudos con águilas en las estribaciones del Templo, lo que determinó una revuelta judía disuelta en baño de sangre.
El juicio de Jesús ha sido muy estudiado por serios investigadores con resultados bastante controversiales, uno de ellos, Peter Connolly de Oxford decide por "situarlo en el Palacio de Herodes, en lugar de la fortaleza Antonia", el sitio elegido, sería sin duda uno de los accesos principales, al ser un juicio público, había que conjugar la presencia del gentío con la seguridad interna del recinto. 
Existía un trámite estricto en los juicios romanos, los acusadores elevaban sus cargos y los testigos los apoyaban, el acusado tenía tres oportunidades de defenderse.
Los miembros del Sanedrín, temerosos de Jesús, decidieron su muerte instigados por Caifás, sumo sacerdote, aunque el sanedrín no tenía competencias jurídicas ni civiles y no podía aplicar el Ius gladii (la pena de muerte) que según Tácito "los romanos se reservaban el derecho de usar la espada y olvidar el resto"
Llevaron a Jesús ante Poncio Pilato y le acusaron no sólo de ser “un blasfemo contra la Ley de Moisés”, lo que no importaba al prefecto, sino también de "rebelión contra Roma", lo que llamó su atención, aunque según menciona Lucas: 23,1-25 percibió de inmediato que Jesús no era un peligro para el imperio y que los judíos sólo pretendían involucrar a Roma en un asunto meramente religioso. 
Tratando de evitar responsabilidad, sugirió enviarle ante el Tetrarca de Galilea Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande para su juicio, pero éste con un comportamiento ridículo lo regresó a Pilato quien ofuscado y cobarde ante la gritería de la plebe sedienta de sangre, decide entregarlo a la pena máxima de muerte en cruz.
Irónicamente, con ello su nombre entró en el símbolo de fe cristiana: “Padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado…”. 

Su presencia en el Credo es de gran importancia, porque nos recuerda que la fe cristiana es una religión histórica y no un programa ético o una filosofía.
La redención se obró en un lugar concreto del mundo, Palestina, en un tiempo concreto de la historia, es decir, cuando Pilato era prefecto de Judea.
Según Spikee Lee “Hay una clara y evidente relación psicológica entre sentirse moralmente limpio y físicamente limpio”. Un estudio publicado en Science, “Revela la relación entre limpiarse las manos y sentir la conciencia tranquila tras tomar una decisión”. Es como limpiarnos de nuestro pasado y partir de cero, como borrón y cuenta nueva de los residuos psicológicos del cerebro.
Un estudio de la Universidad de Michigan, ha comprobado que “La gente que se lava las manos después de tomar una decisión es menos susceptible de racionalizar sus méritos
El hecho de lavarse las manos no sólo tiene un efecto físico sino también emocional sobre el ser humano y que  la limpieza como símbolo moral tiene un correlato biológico

Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Otros a solicitud 

Apr 1, 2012

223 - EL CULMEN DEL SERMON DEL MONTE

Dentro del Sermón del Monte escrito para judeocristianos por el año 80 d.C., Mateo nos  transmite su punto culminante, el primer discurso inaugural de Jesús donde proclama las grandes exigencias del discípulo para entrar en el Reino de Dios.
Su contexto nos presenta tres actitudes básicas del cristiano:
a- Mt: 6,2-4la limosna” no hay en la lengua hebrea una palabra exacta para este gesto, pero existe la solidaria actitud con el pobre y necesitado a lo largo de las Escrituras. Un ejemplo de permanente preocupación para sí mismo y para su hijo, es Tobías cuya palabra usada es “passim
También Jesús Ben Sirac en el Ecleciástico y el Nuevo Testamento en Lc: 19,8; Hch: 3,1-6 el pobre la pide y se exhorta al discípulo a no pasar de largo ante éste.
Dos maneras pueden surgir, Mt: 23; la de los “hipócritasMt: 15,7; 22,18; 23,2-3.13 cuando Jesucristo se refiere con frecuencia a los fariseos de farsantes, que actúan en la vida real de manera distinta de lo que afirman en su pensamiento al adquirir un sentido impío o perverso  Mt: 7,5;24, 51; Lc: 13,15.
Para el cristiano la limosna es verdadera cuando es secreta, cuando tiene como testigo al Padre que valora el corazón. Toda ostentación, todo renombre humano, toda búsqueda de publicidad va en contra del Evangelio.
Son dos mundos que enjuician y valoran con escalas muy diversas las actitudes humanas: humildad contra vanagloria, verdad contra ostentación.
Limosna es toda manera de compartir la vida con el hermano, incluso dar la vida por él. Es la dimensión necesaria comunitaria de la vida pedida al seguidor de Jesucristo.
b-el ayuno” práctica del mundo judío de la época, manera de ingresar en la humanidad que sigue al pecado, así la leemos en Lev: 16 en la fiesta de la expiación; Jo: 2,12-17 el llamamiento personal y comunitario de los grandes profetas en los máximos momentos de necesidad de la conversión.
Is: 58,1-12; Lc: 18,9-14 siempre hubo el peligro de desvirtuar el sentido de la penitencia purificadora haciendo de ella ostentación de vanidades humanas.
Mt: 1,11; Lc: 4,1-13 Cristo asumió la misma actitud, ya no de penitencia como de preparación para la misión recibida del Padre, haciendo vacío para llenarlo de Espíritu.
Hch: 13,2-3; 14,23. la iglesia primitiva lo adoptó como su expresión religiosa.
Mt: 8,27 aquí hay dos testigos con diversa y radical valoración: una, falseada e hipócrita “los hombres” en la escuela mateana como aquellos que no pertenecen a la comunidad y otra “auténtica”, la del Padre, que con verdad ve al hombre y le recompensa con su amor.
El ayuno purifica el corazón y le acerca al próximo, se acentúa la necesidad de llegar a Dios  y a los hermanos desde un  corazón purificado.
c-la oración” la Biblia no hace una teoría de ésta, solo muestra un pueblo orante con abundantes ejemplos en el Antiguo Testamento: Abraham, Moisés, David, Salomón, Jeremías etc. En el libro de los Salmos encontramos numerosas oraciones de diversos géneros que por su carácter profundamente humano continúan siendo actuales identificando al hombre en todas las épocas.
En el Nuevo Testamento aparecen Jesús, María, Zacarías y todos los marginados que gritan salvación.
Hch: 1,12-14; 2,42 la iglesia primitiva inicia su caminar con una prolongada oración en espera del Espíritu.
Pablo de los gentiles da a la oración una dimensión apostólica de "absoluta".
Mt: 6,5-6al orar no hacerlo al estilo fariseo, ostentando y buscando la vanagloria” esa oración no es recibida por el Padre celestial pues recibe una recompensa vana y pasajera, una aprobación terrena.
En cambio el cristiano se encuentra con el Padre en lo secreto, sin testigos, humilde y sencillamente. Cristo pide a los discípulos evitar “la palabrería
¿Qué quiso decir Jesús?
¿Hablar demasiado o decir palabras secretas que solamente entendería Dios?
Las muchas palabras no manipulan a Dios, Él sabe la angustia que lleva cada corazón. El texto no condena la liturgia, máxima expresión de la oración del pueblo de Dios, reunido en nombre de Jesucristo y animado por el Espíritu Santo.
Jn: 17 Jesús participó en la oración de su pueblo en el Templo y posiblemente en la sinagoga, celebró la Cena Pascual con sus discípulos, orante en el silencio, y oró  ante los suyos.

Bibliografía
Biblia de Jerusalem

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