Dec 30, 2012

234 - GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS

Los ángeles habían anunciado su venida y la gloria del Señor iba a resplandecer como el primer día de la Creación, cuando Dios exclamó entre tinieblas: “Sea la Luz
Era la época de la Pax Romana de Augusto César en su 42 año de reinado. La explotación de las colonias del Imperio generaban injusticia, humillación, esclavitud sobretodo en los pueblos de la cuenca oriental del Mediterráneo. La familia de Jesús era pobre: pero tenía consigo, las fuentes, los arroyos, las estrellas y las montañas, los marginados miraban que la debilidad de Dios es más fuerte que el poderío de los hombres.
El 93% de la población era necesitada debido a los altos impuestos del Imperio y los diezmos del Templo.
Existía por debajo de este nivel socioeconómico un grupo de desposeídos que no contaban con tierra ni con nada, eran llamados anawin, formado por los pastores, las viudas, los huérfanos, las prostitutas, los leprosos y los extranjeros. Todos ellos en sus sueños esperaban al Mesías Rey.
En toda la llanura de Belén reverdecía la yerba, pacían ovejas y animales de cornamenta destinados al sacrificio del Templo. Era la tierra recordada del joven David cuando cuidaba los rebaños de su padre y sofocaba a los leones.
Esa noche precisamente en un ambiente de paz secular, los pastores cerca de sus rebaños y apoyados en su báculo de sicomoro, reposaban de sus fatigantes faenas arropados en sus oscuros vestidos y sus calurosas pellizas o gabanes.
Sus rostros con la pátina de los vientos poseían ya la serenidad de la vejez, de repente un ángel se presentó rodeado de un dulce halo de luz, los pastores llenaron sus grandes ojos con una claridad celestial desconocida para ellos y cayeron de hinojos.
El mensajero dijo: “No temáis; tengo que anunciaros una nueva buena, que será de grande alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, Cristo; el Señor.  Y esto os servirá de señal para reconocerlo: hallaréis al niño envuelto en pañales y puesto en un pesebre
Los pastores poseedores de esa intuición habitual de las gentes sencillas, todo lo comprendieron, abajo en la roca, el milagro había pasado inadvertido, como la chispa en la piedra de pedernal subterránea.
Ellos percibieron el ascendente musical de una multitud de criaturas celestiales que aumentaba por momentos dejando oír sus alabanzas "Gloria a Dios en las alturas del cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad"
Al cesar los cánticos, los pastores conversaban entre sí, recordaban la expectación de Israel, sacaron sus propias conclusiones, y dirían"Vayamos pues, pronto a Belem para ver ese acontecimiento que Dios nos ha manifestado" Puestos en camino, debieron figurarse un recién nacido con ojos de recental a la vez que se preguntarían ¿Por qué ellos debieron ser elegidos para conocerle? Al llegar al lugar observaron que allí estaban en silencio una joven mujer, un hombre y un pequeño ser recostado en el nicho de un pesebre o abrevadero cubierto de pajas. Parecía que en su rutina con todo tan sencillo le contemplaban como a un corderillo recién nacido. En la mirada de María y de Jose leyeron aquella alegría simple y trémula de los pobres que también se halla en los ojos de quienes les quieren.
Luego de postrarse y adorarle, fuéronse ellos a maravillar a todas las gentes con su relato. Meses después Belem y la región olvidaron sin duda  la manifestación y la gloria de los tres personajes de la colina.

Bibliografía a solicitud

Dec 24, 2012

233- LA BUENA NOCHE

He aquí la noche de la ternura, la más hermosa de las historias que afectó a toda la humanidad, fue la mayor de todas las noticias que vino sobre la tierra, como liviana y casi imperceptible aura, de ligera brisa que anunció una noche fresca.
La fecha y la región estaban determinadas desde la antigüedad por las visiones de los profetas sobre la Medialuna Fértil en ese corredor común a tres continentes, África, Europa y Asia. Cursaban el año 750 del calendario romano, se celebraba la 194 Olimpiada de los juegos griegos y era el 42 aniversario del reinado del Emperador Augusto.
María volvía a atravesar las montañas de Samaría, esta vez acompañada de su esposo, un varón belemnita y justo descendiente de David, la casa más importante de Judá. Debían viajar 150 km por caminos desérticos, estepas o senderos entre algarrobos y  grises olivos.
Habrían cruzado la Garganta del Esdrelón sobre el valle de Yezreel y ascendido las montañas de Samaría y Judea desde donde debieron divisar el Monte Sión con su ciudad y su Templo.
Eran  errantes, los dos habrían circulado por las calles llenas de gente, mientras el viento frío azotaba y ondulaba su manto, varias veces había temblado de escalofríos por el trabajo de pre-parto. Todo el mundo se afanaba por sus negocios, contando sus ingresos o discutiendo la política, no pasaba por sus pensamientos la venida del Mesías esa noche, parecería como un rebaño que no sabe nunca si ha comido bastante.
Cerca de la Puerta sur oriental de la ciudad estaba el khan o mesón de caravanas donde éstas descansaban y se refugiaban de sus largas trayectorias. 
Quienes se fijaron en dicha pareja, sin alojamiento y sin medios económicos para atender un parto inminente,  pudieron pensar que era costumbre tirar al osario las criaturas indeseables, algunos mercaderes las escogían con la ilusión de tener  más tarde un esclavo del cual alguien podría servirse o utilizarlo como una borrica o un camello.
Luego de atravesar este sitio se dirigieron a Belén ciudad natal de Jose con el fin de cumplir un mandato imperial de empadronamiento.  Divisarían sobre una planicie en forma de medialuna, las redondas azoteas, los trepadores viñedos y las blancas casas de la “ciudad de pan” y al este las  montañas de Moab a manera de murallas azulinas y frías.
Aún consciente de la mirada protectora de Dios sobre ella, sentía una angustiosa preocupación en el fondo de su corazón, iba a nacer su hijo en el camino. Salieron por el oriente siguiendo el sendero desértico  que rodea una colina.

Sobre una pequeña colina hacia el desierto de Judá en un abrigo rocoso de boca oscura abrigada entre terebintos y balsameras, utilizado por los pastores para resguardar a los animales, servía de establo aunque no metían las ovejas por el miedo a que se les dañara la suavidad de la lana a menos que fueran a parir corderillos
Había que escoger algún rinconcito no tan cómodo, sino silencioso y bastante digno para lo que el cielo iba a realizar. 
Todo había empezado tan prodigiosamente. Ellos veían aproximarse el campo oscurecido y quizá batido por los vientos. Era el único recurso que debiera servir de albergue para que una joven galilea aún sin cumplir los 18 años, tuviera a término su primer parto. Hacía seis meses había nacido en Ain Karim, Juan el hijo de Zacarías y de Isabel. 
En esta escena, la imaginación ingenua de todas las generaciones, ha querido recrear con los paisajes más hermosos de acuerdo a cada época, lo sucedido en dicho lugar. 
Sólo en el Evangelio de Lucas se describe que María puso a su Hijo en un prae-sepas o cuna de piedra, para abalar el Misterio de la Encarnación. El pietismo y la consideración con la que se miró esta acción por el siglo IV, hizo evolucionar este artefacto hacia la cunita de pajas o el griffôs con la que nos hemos familiarizado tanto y es por eso que cambiar estas tradiciones folclóricas heredadas  de la conquista española a través de los franciscanos, nos parece una herejía.

Debemos leer las instrucciones en la Biblia para montar esta bellísima y tradicional escena.


Bibliografía a solicitud

Dec 18, 2012

232 - ZACARÍAS Y PRIMERA ANUNCIACIÓN

En época de Herodes el Grande, tetrarca de Palestina parecería que Dios se acordase de su pueblo israelita, asido a la inmensa llanura entre el Éufrates y el Nilo, aquella Media Luna Fértil, que a pesar de los romanos, continuaba como una sola alrededor de su Templo, resistente a las idolatrías. El último de los mendigos se creía más ilustrado que los sabios paganos. No todos sus hijos estaban circuncidados en el corazón, como expresaba el profeta Jeremías.
Dos ancianos, Zacarías sacerdote del Templo y su esposa Isabel, por su fidelidad eran amados por Dios aunque no tenían hijos, característica de oprobio en esa raza que esperaba al Mesías.
Era la estación de las lluvias y de los vientos por sobre los sicomoros del valle, los montes de Moab  parecían robarle al firmamento grumos brumosos de fina lluvia.
Entrada la noche, Zacarías debía ofrecer el incienso en el altar de los perfumes, era ocasión especial pues entre 20.000 sacerdotes de las veinticuatro clases de religiosas, sólo podían hacerlo por suerte, una vez en la vida. Al sonar el Magefáh o el Sophar a la vez los cincuenta sacerdotes elegidos corrían a sus sitios correspondientes.
El pueblo entero estaba postrado en el atrio frente al enorme altar de los holocaustos donde las víctimas se consumían muy rápido. Entre este gentío observábanse: rostros de roca caliza, rojos labios granados, sienes ambarinas, caras de ancianos doctores de ojos acortados y duros como los del jaguar, también figuras apacibles y sumisas como Isabel o las virgencitas de los apartados caseríos perdidos en la montaña y algunos pescadores del lago o artesanos silenciosos.
Todo un pueblo con sus siglos de pecados y de virtudes e incoherencias contrastante con sus secretos santos.
Zacarías había penetrado al Santuario o Santo Santorum por la puerta de oro después de haber caminado los quince pasos de las escalinatas, lucía revestido de la túnica de lino, cuyos pliegues recogidos por una faja abigarrada, cubría su cabeza, con sus pies descalzos. A su alrededor contempló los panes de la proposición, el candelabro de los siete brazos de oro (menorah). Dejó un ayudante para retirar las brasas recogidas de sobre la mesa de los sacrificios y le vio caminar hacia atrás después de adorar. Recibió el incienso de otro ayudante, que también se retiró, luego a una señal recibida desde afuera y temblando de respeto, tiró lentamente los granos de incienso sobre los tizones  que ponían rutilante la mesa de oro.
Doblada su espalda ya para adorar antes de salir en medio del aire perfumado por el chisporroteo del brasero, como si el alma del pueblo acabara de conmover a Dios y serle de su agrado, un Ángel se presentó de repente. El anciano Zacarías tembló de pies a cabeza crispando sus nudosos dedos.
El mensajero celestial (mal`ak) le dijo “No temas Zacarías; tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel tendrá un hijo y tú le llamarás Juan. Experimentarás alegría y gozo  y muchos se regocijarán  en su venida; pies será grande delante del Señor. No beberá bebidas espiritosas y será lleno de Espíritu Santo antes ya de nacer
Convertirá a muchos de los hijos de Israel. Precederá delante del Señor con el espíritu y la fortaleza de Elías, para retornar los corazones de los padres a los hijos y convertir los incrédulos a la prudencia de los justos y preparar al Señor un pueblo perfectamente dispuesto como dijo el profeta Malaquías  cuatro siglos antes: “el Mesías tendrá un precursor al que se le tomaría por Elías”.
Todo se iría a cumplir en tres promesas escalonadas: un hijo, un profeta y un precursor. No era la primera vez que Dios enviaba un mensajero a su pueblo pues Abraham, Isaac, Jacob, todos los grandes antepasados y los profetas habían sido saludados por Ángeles.
Zacarías después de escuchar con cansada atención, incorporó su enjuta figura “¿En qué conoceré esto? Porque  entrambos somos avanzados en años
El aparecido dijo: "Yo soy Gabriel  el que asiste ante el trono de Dios. Yo he sido enviado a hablarte y anunciarte  estas buenas nuevas. Mas porque no diste fe a mis palabras, las cuales se cumplirán  a su tiempo, he aquí que tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto se verificará".
El pueblo afuera esperaba a Zacarías, ya que nunca se podía quedar nadie tanto tiempo en el lugar santo. Esta espera  al través de un sueño de siglos hallaba a esta raza con los ojos despiertos. La impaciencia aumentaba por momentos, más cuando Zacarías compareció con el rostro encarnado, deslumbrado como si llevara el sol en sus ojos y rodeado por los demás sacerdotes de turno conforme al rito, él no extendió los brazos ni pronunció sobre el pueblo la hermosa bendición en uso desde los tiempos de Aarón.
Todos los arrebatos de júbilos de los profetas querían venir a sus labios, como a una desembocadura para verterse sobre ese turbado pueblo. Este momento de mudez de Zacarías cancelaba la Antigua Alianza, ante la Nueva Alianza que las palabras del Ángel acababan de inaugurar.
Las trompetas sacerdotales resonaron, por fin con alegres sones. Los levitas entonaron el Salmo del día y la música de numerosos instrumentos subrayaron los cadenciosos versículos.
Todo se cumpliría no precisamente por los hombres pero tampoco sin ellos Días después el misterio de Zacarías habría concluido. Su retorno a la casita de Ain Karim o "fuente del viñedo", en las montañas del sur, el anciano sacerdote aún con la lengua trabada acompañaba a Isabel embarazada y oculta durante cinco meses.
La ciudad Santa, también ella cercada por almenas y filas de sombríos cipreses, se encerraba con su buena nueva, segura ahora de ser un día la verdadera tierra natal de todos los hijos de Dios.
Cuando los hombres están preparados desencadenan una guerra; cuando Dios está dispuesto rubrica la paz.

Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Jose Alzzin: "Jesús de Nazareth"

Dec 16, 2012

231 - EL BUEY, EL ASNO O LA MULA

No somos amantes de la historicidad, sino de la lectoricidad superficial y ramplona. Sacamos conclusiones tontas y absurdas que desdicen de ser buenos cristianos poseedores de algún grado de cultura.
Esto desdibuja y descontextualiza nuestro sentido de comprensión suscitando un imaginario colectivo bastante ingenuo e infantil.
Hay que esforzarnos por entender la trayectoria evolutiva de las civilizaciones, con sus inculturaciones y sincretismos, resultado de traducir conceptos de una lengua a otra donde se pierde la esencia original del  primer concepto.
No leemos los textos bíblicos y elaboramos “pesebres” sin siquiera habernos informado de lo que rezan los textos evangélicos. Creemos que “pesebre” es la representación escenográfica derivada de la tradición franciscana del siglo XIII, la que se empleó en todo el mundo conocido y en las nuevas tierras americanas como herramienta de catequización.
Debemos informarnos sobre las narraciones de infancia de Jesús que en el Nuevo Testamento se encuentran al comienzo de Mateo y de Lucas en sus dos capítulos iniciales.
Con un sentido despectivo y sin la consideración de respeto a la autoridad del Papa, se dispara desde muchos ángulos a una diana de polígono en que se ha convertido el Vaticano.
El Cardenal Josef Ratzinger, gran intelectual teólogo se propuso desde mucho antes de asumir su condición pontificia, a escribir sobre Jesús de Nazareth y este último libro que trata sobre la Infancia de Jesús lo ha terminado ahora.
La ignorancia de muchos periodistas particularmente sobre muchos temas, en su emoción de figurar con la “última chiva” impulsados tal vez por el propósito de obtener reconocimiento o una ganancia económica, pasando sobre la moral y la ética, fundamentos de la honestidad, lanzan a la inmensa masa de público varias distorsionadas noticias alardeando de haber encontrado serios errores garrafales en el magisterio de la Iglesia Católica.

LOS ANIMALES en ninguna parte del Nuevo Testamento dice qué animales hubo en el pesebre pero se presume que en un establo existían estos.  Is:1,3; (LXX), "El buey, conoce a su amo y el asno al pesebre (phatnê) de su Señor (kyrios kyios), pero Israel no le conoce".
Luego, en Is:32,20 dice: "Ustedes, viajarán felices con riego abundante, para sus sembrados y pastos seguros para el burro y el buey"
Gn:3,18 en la maldición de Adán "¿Es que voy a ser confinado al pesebre, para comer junto con mi asno?" (Apócrifo judío).
Jesús es relacionado con Adán en la genealogía lucana 3,38. Lc:13,15-16 Jesús dice ¿cualquiera de vosotros no desata del pesebre, al buey o al asno?, argumento de soltar a las mujeres de las cadenas de maligno en sábado. (Apócrifo judío)

En el momento del anuncio bajo la estrella todo queda en suspensión, éxtasis (teofanía) y participan del asombro ante el nacimiento de Jesús. 

El buey es incorporado en el pesebre hacia el siglo X 

 Al respecto, Villa comenta que "cualquier creyente de a pie, sabe que, así como la mula y el buey, hay otros elementos como la fecha de nacimiento de Jesús, el nombre de los reyes magos o tantos aspectos que son bonitos pero no esenciales para la fe y quizás por ello los evangelistas lo pasaron por alto. La mula y el buey hacen parte de la tradición cristiana tanto que están presentes cada año en el pesebre de la plaza de San Pedro en el Vaticano" 

LAS OVEJAS Y LOS CABRITOS, son importantes porque de acuerdo con un oráculo antiguo en que los animales para el sacrificio se tomaban de un sitio llamado Migdal - Eder (Torre del Rebaño) entre Belén y Jerusalem, se consideraron junto con los pastores como sagrados.


EL BUEY Y EL ASNO pertenecen al acerbo más antiguo de todas las representaciones del nacimiento de Cristo. No mencionados ni siquiera en los evangelios, "son producto de la exuberante fantasía de los evangelios apócrifos, a los que los artistas les han dado carta de naturaleza permanente, y hacer frecuentemente una teología narrativa” que se acomoda muy bien al lenguaje simbólico de la Biblia.
El Pseudo Mateo c-14 dice: “Al tercer día del nacimiento, salió la Santísima Virgen de la gruta, se dirigió a un establo y colocó al Niño en un pesebre y un buey y un asno le adoraron” corroborando lo que el profeta Habacuc (Ha:3,2 versión de los LXX) predijo: “Serás reconocido entre dos animales” y en una versión del siglo V. se lee “Este Niño será el Señor del cielo y de la tierra
Algunos exégetas judíos han querido ver poéticamente en estas dos figuras respectivamente, la representación de las comunidades de la época, ganadera y agrícola.
Sin embargo, con el tiempo durante la edad media, en las representaciones desaparece el asno y es reemplazado por la mula.
En la versión de PseudoMateo, se ha querido observar el asno a las restantes naciones como los magos y los judíos y en el buey a los cultos paganos . En la liturgia oriental rusa y eslava se ha sustituido al buey por el caballo.
En la página 76 Benedicto XVI escribe: "El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: "el buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende". 
En cuanto a la presencia del buey y la mula en los belenes, el portador de la CEE se ha mostrado extrañado porque "halla periodistas que se asombren de que en la Biblia no están el buey y la mula" algo que sabemos desde hace 2012 años. Ha añadido que "Es una tradición preciosa que el Papa en su libro de forma expresa, dice que debe seguir manteniéndose".
Tradicionalmente solemos colocar en los nacimientos de nuestras casas dos figuras que consideramos indispensables, el buey y la mula a pesar de no tener certeza histórica ni teológica. Lamentablemente somos acríticos especialmente en esta sociedad consumista, donde los valores religiosos, sobrenaturales y costumbristas se diluyen entre adornos y noeles originados en  los dibujantes de Coca-cola por 1920

Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Aurelio de Santos Otero "Los evangelios apócrifos"
Joseh Ratzinger - Benedicto XVI "L`infanzia de Gesú"
Junkal Guevara "Los apócrifos postmodernos"
Versión de los LXX, "la Septuaginta"

Dec 5, 2012

230 - QUIEN FUE JESÚS DE NAZARETH

El recién nacido recuerda los sonidos rítmicos de los pulsos maternos durante su vida intrauterina, el 80% de las madres son diestras y colocan al bebé con la cabeza hacia su seno izquierdo por lo cual con la mano le derecha acaricia el lado izquierdo. Allí vuelve ese primitivo y agradable sonido a recordar su desarrollo en el edén intrauterino. Su pequeña y confusa imaginación está ligada al seno materno alimentador y protector, más no entiende la relación que resulta con su boca succionadora. En este contexto biológico y antropológico se van a desarrollar y a proyectar en su cerebro aquellos elementos tiernos, afectuosos, familiares y humanísticos, que darán fruto en la madurez a la persona. A la frustración del destete ingresa en su rescate la figura paterna, protectora cercana y necesaria como un dios terrestre que todo lo sabe y lo provee.
Sabemos que los escritos de la infancia de Jesús sobre su vida, bíblicamente son muy pobres y esto significa que es necesario hacer una profusa especulación teológica, no poseen la gran densidad de los textos querigmáticos sobre la Última Cena, la pasión, muerte y resurrección.
La iglesia primitiva sólo conoció una fiesta, el día de Cristo o la semana de Pascua anualmente, no se trataba de conmemorar un aniversario más, sino de combatir las fiestas paganas de Roma en el solsticio de invierno cuando al estar el sol más lejos y más pequeño, y el día más corto, se creía que este astro nacía cada año. 
Es así como en el siglo IV se fija la fecha 25 de diciembre sustituyendo el día del solis invictus por el día de Cristus invictus. En Egypto se celebraba el 6 de enero y el 28 de marzo. Esta medida reafirmaba contra la herejía de los monofisitas, las dos naturalezas de Jesucristo, humana y divina. En 321 d.C. se fija la institución de la fiesta del Natale Cristi en el día del Natalis Invicti, que encaja con la idea sincrética de Constantino de decretar festivo el primer día de la semana en honor del Señor, lo que conocemos como el día domingo. Por esa misma época es acogida por todas las iglesias con mucho fervor, constituyendo frente a la herejía arriana, una proclamación del Dogma de Nicea de 325 d.C.
Jesús y María su madre, no pudieron ser la excepción en su desarrollo materno infantil, así se favoreció una estrecha e íntima relación paternal con Jose su padre. Jesús le llamó “abba”.
No nació en la diáspora judía de las colonias del Imperio Romano. No fue hijo de escriba o de hacendado, su padre fue un artesano y su madre una mujer humilde, sumamente religiosos.
Como todo israelita conoció la magnificencia del Templo de Jerusalem, la liturgia de los sacerdotes, el sacrificio de los animales y las ofrendas en las fiestas judías.
Jesús y María su madre, no pudieron ser la excepción en su desarrollo materno infantil, así favoreció una estrecha e íntima relación paternal con Jose su padre. Jesús le llamó “abba”.
Jesús, como buen judío marginal y educado en el seno celosamente piadoso de su familia, un misterioso proceso surgió en él,  al madurar entre las oraciones repetitivas de su hogar: el Shemá Israel, el Quidush o el Shimoné Esré, forjó una filiación especial con Dios Padre, a quien llamó también “abba” cuyo significado del arameo es “papito
No conoció a Cesar Augusto ni a Tiberio. Ellos no pisaron su tierra natal, oyó hablar de ellos y ver sus caras en las monedas romanas. Jesús no salió de Galilea, Samaría ni Judea, regiones pertenecientes a la Provincia de Siria. Probablemente anduvo toda su juventud entre Nazareth y Sephoris, la ciudad griega en reconstrucción donde con su padre Jose, trabajaron de artesanos  a la vez que por un vínculo familiar materno visitaría a sus abuelos Joaquín y Ana, como relata el Protoevangelio de Santiago, escrito apócrifo del año 150 d.C.. 
Jesús hablaba arameo, el idioma comercial desde el exilio a Babilonia en el siglo VI a.C. conoció por su oficio de artesano frases y palabras del griego popular koiné, no habló latín. Se discute si leía y escribía pues esto era una operación difícil sólo del campo especializado por los escribas. No había tinta, lápices ni cuadernos, los papiros o pergaminos de alto costo requerían ser importados. No leyó la Biblia antigua, la Torah ni la versión griega de los Setenta elaborada en Alejandría de Egypto doscientos cincuenta años antes de su nacimiento.
Antes de los 16 moría el 60%; 75% antes de los 26 y  sólo un 3 % llegaba a los 70 años. Hoy a los 30 años se  está  aún en la  frontera de la juventud  estricta, pero antiguamente un varón galileo del siglo I había recorrido las etapas primordiales de su biografía. 

Bibliografía a solicitud.

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