Sep 29, 2010

203 - HEREDEROS DE LA DEISIDAIMONIA

En la cultura greco-romana el gran panteón mitológico mostraba a los dioses paganos con las mismas pasiones y apetitos del hombre, muy próximos a los fenómenos naturales y al actuar humano.
El individuo sentía la presencia de los dioses, cualquier acto que pudiese realizar estaba regido por un dios.
El bienestar social se creía, era función de un dios o de una diosa. Júpiter, el Zeus griego, era el máximo y más destacado de los dioses, daba fuerza a Roma en todas las empresas que ejecutaba era asistido por un sinnúmero de dioses menores, a quienes se consideraban los responsables de todo aquello que influía en la vida cotidiana de los hombres.
Cualquier acto humano correspondía a una relación continua con la divinidad, era similar a aquella con un poderoso o con un patrono; esta cercanía permitía el intercambio de dones y contradones, caracterizado por un sentido práctico a manera de acuerdo entre la divinidad y el hombre.
Esto exigía el cumplimiento de ciertos rituales en forma adecuada tanto en seleccionar al dios, su ubicación y pronunciar las palabras exactas.
Así el rogante quedaba convencido de que la divinidad estaba obligada a cumplir lo pedido a no ser que el más mínimo error transformara en inútil la plegaria. Pareciera una relación contractual y no servil en el imaginario del romano.
El hombre que tiembla en todo instante ante la sola idea de los dioses, como ante unos amos caprichosos y crueles, es que se ha formado de ellos una imagen indigna tanto de ellos mismos como de un hombre libre” P. Veyne
Este temor de los dioses o deisidaimonia es lo que los romanos entendían por superstición, dejaba a las gentes del pueblo acostumbradas a obedecer a sus amos y potentados, imaginar que la piedad consistía en proclamarse en el esclavo o el servidor de un dios. Los romanos en su mayoría, no creían en la vida después de la muerte, "imaginaron la muerte como la nada, sería un sueño eterno"
La religión romana no tenía pretensiones de tipo moral en hacer buenos o justos a los hombres ni hacerlos más moderados o prudentes, sólo interesaba asegurar que la voluntad de los dioses sería favorable a las diarias actividades humanas.
Todo romano era libre de pensar lo que quisiera acerca de los dioses, lo que importaba era los actos religiosos que se llevaran a cabo en forma escrupulosa eligiendo al dios correcto y dirigiendo a su lugar de habitación” Robert Ogilvie.
Para entrar en relación con el dios seleccionado e invocado, la oración era el medio para su petición concreta por descuido u olvido. Tenía dos momentos, uno en elegir el dios competente y otro en no fallar sobre la petición, pues invalidaría ésta.
Ovidio suplica a Isis (Ilitía diosa de los alumbramientos) la que habita en Paretonio y los plácidos campo de Canopo, Menfis y Faros, lugares del Egypto que su amada Corina se salve al perder voluntariamente su embarazo” Si hubiera pedido a Diana, (la cazadora) esta diosa no hubiera podido atender su petición pues su función era diferente.

El dios no se preocupaba de las intenciones de sus fieles sino de lo que le pedían.
En la religión romana los sacrificios a los dioses se daban como ofrendas de buena voluntad, lo más frecuente para compensar el favor solicitado, a manera, de un puro convenio.
Ovidio promete que si Ilitía salva a su amada Corina, vestido de blanco quemará incienso y hará ofrendas en los altares de la diosa, sabía qué sacrificios eran aceptados en los templos por la deidad.
Existía un catálogo de instrucciones en los manuales de los pontífices dependiendo de los motivos, la causa del sacrificio y del dios elegido en razón del asunto. Este se realizaba en un altar de piedra delante del templo.

El animal debía estar en perfecto estado tanto por dentro como por fuera, con el tiempo se fue perfeccionando. El tiempo existe como pasado, presente y futuro solamente en nuestro espíritu, algunos piensan que no existe pero deja sus huellas.

La industria religiosa ha desvelado ciertas manías cuando las personas desviadas del camino utilizan imágenes como amuleto para sus propósitos. Así han sido utilizadas las de María Auxiliadora de la iglesia de Sabaneta, a donde van los sicarios a pedirle que los ayude a salir bien librados de sus horrendos crímenes, en un clima de abandono y desolación abrumados por la violencia en el vacío sin Dios. Otra imagen, la Virgen del Carmen surgió en competencia, ganando su utilización aquella que vendían plastificada y duraba para “más trabajos
Plasmada esta escena en el cine, nos recuerda “La Virgen de los Sicarios” de Fernando Vallejo.
"Virgencita, ayúdame en este trabajito, bendíceme estas balas para que den en el blanco, que muera rápido, sin mucho dolor. Cuando termine el trabajito, te traeré unas veladoras y algunos pesos para ayudar a los pobres"
Dicen los sociólogos que "los sicarios le piden a María Auxiliadora que no les vaya a fallar, que les afine la puntería cuando disparen y que les salga bien su plan..."
Es un raciocinio amoral y un pensamiento religioso retorcido, el que le sirve de soporte al accionar de los sicarios provenientes de estratos bajos y sin educación y con el mayor escepticismo, sin embargo, este fenómeno a todo nivel se acentúa en las clases dirigentes para desfalcar si es preciso, las arcas del tesoro lo que contribuye a aumentar la injusticia social, el desempleo, la pobreza, círculo vicioso de una sociedad enferma.
"El camino fácil es para los mediocres y al único lugar que se llega es al fracaso mismo"

¿Sería que heredamos algo de estas costumbres del Viejo Mundo?

Bibliografía: Biblia de Jerusalem

Ogilvie Robert: "Los romanos y sus dioses"

Publio Ovidio Nasón: "Amores"

Vallejo Fernando: "La virgen de los sicarios"

Veyne P: "El imperio romano y la historia en la vida privada"

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