Mar 19, 2010

197 DIOS Y EL MAL

En la lucha històrica por la construcción de una nueva Iglesia y una nueva sociedad, algunos han excluido simplemente el problema de Dios. Pero tras la crisis político-social de la Iglesia, late una crisis cristológica que pregunta:
¿Sobre quién se apoya en definitiva la cristiandad?
¿Cuál es el Dios que motiva la existencia crristiana: el crucificado o los dioses de la religión, clase o raza?
Ante la ausencia de una nueva certeza en la esfera de la fe cristiana no podrá existir una credibilidad universal de la Iglesia. Después de las controversias de los últimos años, sorprendentemente han surgido en el seno de diversas confesiones, tendencias ecuménicas convergentes del pensamiento teológico que nos permiten vislumbrar una nueva doctrina cristiana acerca de Dios.
El sufrimiento precede al pensamiento. El amor historicamente antecede al hombre.
Amor es no muerte y cada necesidad humana es una pequeña muerte.
El problema de Dios surge en lo más profundo del hombre a partir del dolor por la injusticia en el mundo y por el desamparo en el sufrimiento.
Manifestaciones y luchas han existido en la historia, unas por el poder, otras por las clases sociales, y, otras por la raza. Esto induce a buscar en la categoría de la historia universal, la historia de la pasión del mundo.
Descubrimos que:
1- en lo positivo, la posesión, distancia los hombres de los hombres.
2- en lo negativo, la pobreza, los une en igualdad y solidaridad.
La experiencia y la percepción del dolor en y del mundo, nos conducen más allá del teísmo o del ateísmo.
El sufrimiento y el dolor en este mundo hace imposible creer en la existencia de un Dios Todopoderoso y lleno de bondad que todo lo rige magníficamente.
Una fe que justifica el sufrimiento y la injusticia, y que no protesta contra estos, es inhumana y aparentemente perversa, así, la censura contra la injusticia pierde todo carácter si cae en un superficial ateísmo para el que todo queda reducido a este mundo y a su situación concreta.
En el hombre su enérgico aliento de súplica está sostenido por la nostalgia del Enteramente Otro.
La tesis de Max Horkheimer "la nostalgia de que el asesino no debería triumfar sobre la víctima inocente" nos recuerda que la nostalgia es irrenunciable de la justicia.
La no exaltación por la justicia en el mundo y por aquel que en definitiva es su garante, no permite un sufrimiento conciente por causa de la injusticia, que cuestiona la idea de un Dios justo, la nostalgia de la justicia y de aquel que es su garantía pone a su vez, en tela de juicio el sufrimiento, convirtiéndolo a su vez en sufrimiento conciente.
Más allá del teísmo y del ateísmo, el sufrimiento y su protesta nos conduce al problema de la Teodicea o Teologia natural.
Nos interrogamos si ¿Dios justo permite el mal?
Si a la pregunta de, ¿Por qué el sufrimiento? al estímulo lo llamamos Dios, en tanto que a la pregunta sobre Dios, al estímulo lo llamamos sufrimiento.
El teísmo tradicional responde a esta doble pregunta con la justificación que, este mundo es el mundo de Dios que sería en realidad un espejo de la divinidad.
Pero esta respuesta así no es posible pues el espejo está roto.
Por ello, una respuesta tal implicaría idolatría.
La filosofía del ateísmo tradicional de Stendhal y Nietzche suprime las bases en las que se apoya la pregunta por Dios a partir del sufrimiento y propone como única disculpa, que Dios no exista.
Irónicamente la no existencia de Dios se convierte en disculpa ante una creación frustrada, repercutiendo en la práctica, si el hombre se deshabitúa ante las preguntas absolutas acerca del sentido último y la justicia, acabará en un caos, dándose por satisfecho y habituándose a la deficiendia de las circuntancias.
Cristianos críticos y ateos críticos, se encuentran en la lucha contra la injustica y su sanción religiosa en este contexto de solidaridad práctica.
Las Antiguas Escrituras aparentemente muestras a un Dios que reina en un Trono Celeste, en una felicidad indiferente que resulta realmente inaceptable.
El Neotestamentoo trata sobre el Misterio de la Encarnación donde Dios se abaja, se humaniza y sufre (kénosis), lo que aclara el tema del Teopaquismo, hoy aún no superado en algunos medios, en que Dios es incapaz de sufrir.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Benoit P. y Boismard M. Sinopsis de los cuatro evangelios
Bultmann R: Teología del Nuevo Testamento
Ellacuría Ignacio: Misión abierta

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