Unos ven, otros miran lo que les muestran, y, otros no ven, sin embargo, desde la antigüedad los griegos pensaban en la maravilla de la naturaleza y razonablemente se interrogaban cuál sería la inteligencia creadora de las obras que tienen utilidad.
¿Serían producto de una inteligencia o del azar?
Así en una conversación de Sócrates con el joven Aristodermo sobre la divinidad hace recuento de los hombres prominentes de la época: “Homero en los poemas épicos, Melanípides en el ditirambo, Sófocles en la tragedia, Policleto en la estatuaria y Xeuxis en la pintura”.
Pero ¿Qué artistas se encuentran más admirables, los que hacen figuras desprovistas de razón y de movimiento o los que producen seres animados y dotados de facultad de pensar y de obrar?
“¿No te parece que quien ha hecho a los hombres desde el principio les ha dado órganos porque les son útiles, los ojos para ver los objetos visibles, las orejas para oír los sonidos?”
¿De qué nos servirían los olores si no tuviéramos las ventanas de la nariz? ¿Qué idea tendríamos de lo dulce, de lo que es agrio, de lo que halaga agradablemente al paladar, si la lengua no residiera en él como árbitro?
¿No es una maravilla de la Providencia que nuestros ojos, órgano débil, estén provistos de párpados, que como dos puertas, se abren cuando es necesario y se cierran durante el sueño; que estos párpados estén provistos de pestañas las cuales a manera de cribas, los defienden contra el furor del viento; que las cejas se adelanten en forma de techo encima de los ojos, para impedir que el sudor los incomode cayendo de la frente; que el oído reciba todos los sonidos sin llenarse nunca; que en todos los animales los dientes anteriores sean cortantes y los molares propios para triturar los alimentos recibidos de los incisivos?
¿Qué diré de la boca que destinada a lo que excita el apetito animal, está colocada cerca de los ojos y las ventanas de la nariz?
Como las deyecciones inspiran desagrado, ¿No están alejados de los conductos y puestos todo lo lejos posible de nuestros más delicados órganos?
¿Dudas si estas obras hechas con tal orden son producto del azar o fruto de una inteligencia?
¿Serían producto de una inteligencia o del azar?
Así en una conversación de Sócrates con el joven Aristodermo sobre la divinidad hace recuento de los hombres prominentes de la época: “Homero en los poemas épicos, Melanípides en el ditirambo, Sófocles en la tragedia, Policleto en la estatuaria y Xeuxis en la pintura”.
Pero ¿Qué artistas se encuentran más admirables, los que hacen figuras desprovistas de razón y de movimiento o los que producen seres animados y dotados de facultad de pensar y de obrar?
“¿No te parece que quien ha hecho a los hombres desde el principio les ha dado órganos porque les son útiles, los ojos para ver los objetos visibles, las orejas para oír los sonidos?”
¿De qué nos servirían los olores si no tuviéramos las ventanas de la nariz? ¿Qué idea tendríamos de lo dulce, de lo que es agrio, de lo que halaga agradablemente al paladar, si la lengua no residiera en él como árbitro?
¿No es una maravilla de la Providencia que nuestros ojos, órgano débil, estén provistos de párpados, que como dos puertas, se abren cuando es necesario y se cierran durante el sueño; que estos párpados estén provistos de pestañas las cuales a manera de cribas, los defienden contra el furor del viento; que las cejas se adelanten en forma de techo encima de los ojos, para impedir que el sudor los incomode cayendo de la frente; que el oído reciba todos los sonidos sin llenarse nunca; que en todos los animales los dientes anteriores sean cortantes y los molares propios para triturar los alimentos recibidos de los incisivos?
¿Qué diré de la boca que destinada a lo que excita el apetito animal, está colocada cerca de los ojos y las ventanas de la nariz?
Como las deyecciones inspiran desagrado, ¿No están alejados de los conductos y puestos todo lo lejos posible de nuestros más delicados órganos?
¿Dudas si estas obras hechas con tal orden son producto del azar o fruto de una inteligencia?
Es fruto de un obrero sabio animado de un tierno amor para sus creaciones. No ves tampoco a tu alma que es la soberana de tu cuerpo. ¿Despué del hombre, cuál es el animal cuya alma conoce la existencia de la divinidad?
Herodoto expresaba: ¡La visión de paisajes con los ojos de la mente, no podrá ser destruída!
Hoy la ignorancia de las gentes invadidas por la tecnología y el saber científico, sólo están preocupadas por la invasora obsesión y compulsión enfermiza del dinero cuyo fin es adquirir poder y olvidar que la persona se construye para ingresar en el verdadero presente social.
Herodoto expresaba: ¡La visión de paisajes con los ojos de la mente, no podrá ser destruída!
Hoy la ignorancia de las gentes invadidas por la tecnología y el saber científico, sólo están preocupadas por la invasora obsesión y compulsión enfermiza del dinero cuyo fin es adquirir poder y olvidar que la persona se construye para ingresar en el verdadero presente social.
Pero, ¿Y el maestro?
Existen los Libros Sagrados, Las Sagradas Escrituras, donde Dios a manera de un Atlas de imágenes literarias se manifiesta abriéndonos el entendimiento para conocer su Misterio de Encarnación de su Hijo verdadero ejemplo ético y moral al mostrarnos el camino hacia el Padre. Por la exégesis y la hermenéutica moderna sabemos que Mateo en sus dos primeros capítulos nos muestra algo narrativo difícil para nuestros ojos ciegos por lo material. Hace una comparación entre Aceptación y Rechazo, dos puntos del libre albedrío con que nos dotó el Creador
Seis episodios interpretan el rechazo y la aceptación en un díptico de tres pasos cada uno. Las autoridades políticas con Herodes, su corte y el Sanedrín y las autoridades religiosas, el Sumo Sacerdote los sacerdotes, sus príncipes y escribas, basados en la Torah rechazan a Jesús y ordenan la muerte de los inocentes. Del otro lado, el binomio se compensa en la ecuación, con personajes de autoridad no judíos, los magoi o mejor sofoi, sabios de Oriente quienes leen la estrella en el cielo que les guía al sitio de nacimiento del Salvador y llevan regalos.
Seis episodios interpretan el rechazo y la aceptación en un díptico de tres pasos cada uno. Las autoridades políticas con Herodes, su corte y el Sanedrín y las autoridades religiosas, el Sumo Sacerdote los sacerdotes, sus príncipes y escribas, basados en la Torah rechazan a Jesús y ordenan la muerte de los inocentes. Del otro lado, el binomio se compensa en la ecuación, con personajes de autoridad no judíos, los magoi o mejor sofoi, sabios de Oriente quienes leen la estrella en el cielo que les guía al sitio de nacimiento del Salvador y llevan regalos.
Estas son ideas corrientes al interior de las comunidades judeo-cristianas de Siria, donde se escribieron estos textos, abiertas a todas las naciones (Katolicus) por lo que se admitía a paganos con todos los derechos de la Iglesia, de tal suerte que “Los magos que vienen a Jesús” son una expresión de carácter universalista. Venidos no del Oriente geográfico sino del levante donde nace el sol niño, el Cristo niño, sustitución de la Saturnalia romana por la Natividad de Cristo e indica que las naciones paganas vendrán a Israel. Leamos el Evangelio, Mateo no dice cuántos eran, ni que eran reyes.
Nosotros ciegos por lo trivial nos quedamos con tradiciones deformadas, como que son reyes y son tres, versión que surge en el año 500 d.C. por Cesáreo de Arlés, luego en un Códice del siglo VII por primera vez aparecen los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar, adaptación que al inculturarse en occidente, dan características físicas del primero, anciano de cabello y barba blanca quien ofrenda el oro como signo de la virtud y del rey como buenas obras. Al segundo se dibuja joven, rubicundo quien trae el incienso como signo de divinidad u oración y finalmente al tercero, un rey negro barbudo quien trae la mirra, signo de sufrimiento y de muerte.
Este episodio tiene un profundo sentido teológico y cristológico, que en el fondo muestra una huella de lo que está padeciendo esa comunidad adiestrada en saber leer las Sagradas Escrituras y padecer una época de distanciamiento con los judíos y con la sinagoga.
Nosotros ciegos por lo trivial nos quedamos con tradiciones deformadas, como que son reyes y son tres, versión que surge en el año 500 d.C. por Cesáreo de Arlés, luego en un Códice del siglo VII por primera vez aparecen los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar, adaptación que al inculturarse en occidente, dan características físicas del primero, anciano de cabello y barba blanca quien ofrenda el oro como signo de la virtud y del rey como buenas obras. Al segundo se dibuja joven, rubicundo quien trae el incienso como signo de divinidad u oración y finalmente al tercero, un rey negro barbudo quien trae la mirra, signo de sufrimiento y de muerte.
Este episodio tiene un profundo sentido teológico y cristológico, que en el fondo muestra una huella de lo que está padeciendo esa comunidad adiestrada en saber leer las Sagradas Escrituras y padecer una época de distanciamiento con los judíos y con la sinagoga.
Al final los magoi somos nosotros, los no judíos.
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Xenofonte: Vida y doctrinas de Sócrates cap. IV
Rodríguez Garcés Carlos Augusto: ¿Qué sabes sobre el pesebre?
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Xenofonte: Vida y doctrinas de Sócrates cap. IV
Rodríguez Garcés Carlos Augusto: ¿Qué sabes sobre el pesebre?
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