Dec 22, 2010

209 - DE LAS CATACUMBAS A BERNARDONE

Siendo aquellos primeros cristianos unas comunidades de cultura helénica, copiaron dicha forma de expresión corriente en sus sitios de reunión durante la época de persecución, así las catacumbas cubrieron sus muros de frescos alusivos a las imágenes literarias de las Escrituras.
Sincréticamente tomaron figuras de Orfeo o Dionisos para convertirlas en David o el Buen Pastor.
La antigua fiesta de los cristianos no fue la navidad, sino la pascua, solamente la resurrección del Señor constituyó el alumbramiento de una nueva vida y, así, el comienzo de la iglesia. En Antioquía de Siria por el año 41 se llamaba despectivamente "cristiani" a los seguidores de un tal Crestus.
Por eso ya Ignacio de Antioquía (+ en 117 d. C.) llama cristianos a quienes “no observan ya el sábado, sino que viven según el día del Señor
Ser cristiano significa vivir pascualmente a partir de la resurrección, la cual es celebrada semanalmente en la festividad pascual del domingo.
Que Jesús nació el 25 de diciembre lo afirmó ya con seguridad por primera vez Hipólito de Roma, en su comentario de Daniel escrito más o menos en el año 204 d.C.
Bo Reickeel investigador que trabaja en Basilea, basándose en ciertos indicios, cree poder demostrar que ya Lucas en su evangelio presupone el día 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús: en ese día se celebraba entonces la Fiesta de la consagración del Templo, establecida por Judas Macabeo en el año 164 a.C. y la fecha natal de Jesús simbolizaría de esta manera que, con él, como verdadera luz de Dios que irrumpe en la noche del invierno, se operó realmente la consagración del templo, la llegada de Dios a esta tierra.
Inicialmente los cristianos pintaron frescos sobre los muros, luego hicieron bajo-relieves, para continuar con las imágenes de bulto a manera de unas estatuillas, dando la impresión que estas a medida que pasaba el tiempo iban desprendiendo progresivamente de los planos verticales, liberándose hacia una tercera dimensión.
Tomaron figuras del paganismo y las sincretizaron o convirtieron en figuras cristianas así un Orfeo pudo transformarse en David o en Jesús como Buen Pastor.
La iconografía produjo imágenes y escenas alusivas a los episodios de Infancia de Jesús, bebiendo en las fuentes de los Evangelios Apócrifos, lo que despertó el pietismo y la sensiblería de las gentes causando deformidades del mensaje por las inculturaciones diversas que vivió la tradición franciscana. Esto marcó en el imaginario colectivo fuertemente, una interpretación a la manera de historia secular de Jesús histórico.
La representación del pesebre durante la Edad Media está llena de naturalidad y significado, existe un pesebre de antes de Francisco de Asís, elaborado en relieve en marfil por el año 1000 llamado “Il Guenesis” y se halla en el museo Vaticano, en este vemos a la Virgen recostada, el Niño en un pesebre o sepulcro bajo la estrella, tres personajes acuden a ella como los sabios de Oriente. José de espaldas al evento, meditabundo y pensativo invadido por la duda de los celos; al extremo opuesto, están dos comadronas que bañan al Niño cuyo significado es bautismal.
Sin embargo, el especial calor humano que tanto nos conmueve en la fiesta de navidad y que incluso en los corazones de la cristiandad ha sobrepujado a la pascua, se desarrolló por primera vez en la Edad Media, y aquí fue Francisco de Asís el que, partiendo de su profundo amor al hombre Jesús, hacia el Dios-con-nosotros, contribuyó a introducir esta novedad.
Su primer biógrafo Tomás de Celano, dice:
Más que ninguna otra fiesta celebraba él la navidad con una alegría indescriptible. Él afirmaba que ésta era la fiesta de las fiestas, pues en ese día Dios se hizo un niño pequeño y se alimentó de leche del pecho de su madre, lo mismo que los demás niños. Francisco abrazaba, ¡y con qué delicadeza y devoción! las imágenes que representaban al niño Jesús y lleno de afecto y de compasión, como los niños, susurraba palabras de cariño. El nombre de Jesús era en sus labios dulce como la miel
Otro biógrafo de Francisco: San Buenaventura narra:
"Tres años antes de su muerte, él quiso celebrar en Greccio el recuerdo del nacimiento del Niño Jesús, y deseó hacerlo con toda posible solemnidad, a fin de excitar mayormente la devoción de los fieles. Para que la cosa no fuese adjudicada a manía de novedad, primero pidió y obtuvo el permiso del Sumo Pontífice"
Francisco, ayudado por un amigo soldado llamado Juan de Grecio, conocido como "velita” inició los preparativos dos semanas antes del 25 de diciembre. Eligió un lugar abierto donde pusieron un paño blanco, igual que sobre un altar y llevaron una gran cantidad de heno.
Trasladaron enseguida un asno, un buey y otros animales.
Diez días antes de la Nochebuena convocó a toda la aldea para celebrar una misa en el sitio de la representación en vivo. Llegada la Nochebuena de 1223 en la villa de Greccio instaló un pesebre lleno de heno, junto al cual puso los animales, con dispensa del Papa Honorio lll colocó un altar y el obispo Ugolino celebró la misa de medianoche, el diácono Francisco cantó el evangelio y pronunció un sermón que conmovió vivamente a la gente.
Una referencia narra:
"Se celebró el rito solemne de la Misa sobre el Pesebre, y el sacerdote gustó un consuelo insólito. Francisco, se revistió de ornamentos diaconales, porque era diácono, y cantó con voz sonora el santo Evangelio; aquella voz robusta, dulce, límpida, sonora, arrebató a todos en deseos de cielo. Después predicó al pueblo y dijo cosas dulcísimas sobre la natividad del rey pobre y sobre la pequeña ciudad de Belén. Frecuentes veces, también, cuando quiso nombrar a Cristo Jesús, inflamado de inmenso amor, lo llamó el Niño de Belén; y aquel nombre de Belén lo pronunció llenándose la boca de voz y más aún de tierno afecto, produciendo un sonido como balar de oveja; y cada vez en el nombrar Jesús o Niño de Belén, con la lengua se lamía los labios, como queriendo retener también con el paladar toda la dulzura de aquella palabra".
La idea de reproducir el nacimiento había rescatado la ya olvidada hacía siglos Misa de Media noche.
Esta celebración se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano y de las representaciones en vivo se pasó a la utilización de figuras de barro.
Los monjes franciscanos promovieron de esta manera la devoción al pesebre y al Vía Crucis.

Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Card. Joseph Ratzinger “El rostro de Dios” Ed. Sigueme, Salamanca 1983, 19-25.
Fray Tomás de Celano “Hagiografías sobre san Francisco de Asís
S, Buenaventura, “Legenda Maior c. X, n. 7

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