Dec 21, 2010

207 - HE PHÂNE O PRAE-SEPAS

Lejos del sentido lucano del tercer Evangelio en el Nuevo Testamento, nuestras generaciones actuales desconocen el sentido cultual, ritual y religioso de esta sagrada celebración.
Los griegos consagraban el pino a Dionisio, dios de la fertilidad.
Si bien es cierto que tradicionalmente las antiguas civilizaciones relacionaban el solsticio de invierno con el nacimiento del sol en 21 de diciembre, la Iglesia Católica en el siglo IV para eliminar el último bastión pagano en que participaban los cristianos a manera de carnaval, suplantó la Saturnalia romana por la Natividad de Cristo y fijó la fecha del 25 de dicho mes para celebrar el magnánimo acontecimiento.
Transformó el Solis invictus por el Cristus invictus.
El nombre de “cristianos” con que fueron denominados despectivamente por las culturas griega y romana los seguidores de ese tal משיח o Mashiah, Cristus, o Ungido en Antioquía de Siria por el año 41 d.C., se devalúa y se pierde en su sentido universal.
No comprendemos que la Biblia es una relectura religiosa de la Historia de Israel y del Nuevo Testamento y no como una historia leída inadecuadamente a manera de novela simplista y reduccionista.
El pesebre corresponde desde el año 80 d.C. a la concepción de Lucas para avalar el Misterio de la Encarnación, pero en nuestra confusión creemos que es una escenografía doméstica adornada de elementos decorativos acompañada por rezos y cantos pasados de moda.
La tradición cuenta que san Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, tomó un hacha y cortó un árbol que representaba al Yggdrasil, árbol consagrado a Thor, y en su lugar plantó un pino, que al ser perenne simbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas.
América durante los siglos XVI y XVII heredó las tradiciones judeocristianas inculturadas en Europa, tanto de Italia como de España y traídas por los monjes colonizadores en forma de representaciones para catequizar a indios y esclavos negros, quienes de paso no aportaron nada a estas fiestas en su condición no cristiana.
Los frailes introdujeron las costumbres navideñas cristianas durante el proceso de evangelización de los nativos, como los nacimientos que tomaron un papel importante.
Los primeros religiosos franciscanos flamencos vinieron a México y entre ellos sobresalió Fray Pedro de Gante quien describió en el Códice Franciscano, cómo preparaba los cantos y los rezos para los mexicanos:
" ...hizo venir a los indios de toda la comarca y en un patio que se llenó a reventar, se cantó el himno`Ha nacido el redentorï".
Las iglesias contaban con capillas "posas" que utilizaban los religiosos y los vecinos para sus solemnes procesiones de Navidad.
Fray Pedro en la escuela que fundó en Texcoco, adiestró a los indígenas en la elaboración de las figuras y los detalles de los nacimientos para estas procesiones.
La gastronomía incorporó muchos elementos nativos para estos festines de fin de año.
Así recibida la esencia del culto al Nacimiento de Cristo desde la España colonizadora, se fueron agregando las reinterpretaciones que luego de ser ilustrativas de la celebración han sobrepasado en forma desmedida el sentido bíblico del autor del tercer Evangelio. Hacemos “pesebres” sin pesebre, es decir, sin la cuna de piedra de nacimiento que ha desaparecido de las elaboraciones populares, en que se colocan las tres figuras representativas de “madre, padre e hijo” acompañadas de los animales que no son bíblicos sino deducidos posteriormente en la interpretación franciscana de la Edad Media y muchos elementos que nada tiene que ver con la interpretación.
Hay quienes se jactan de fabricar gigantescos escenarios que no pasan de ser maquetas ingeniadas maravillosamente que atraen al público con fines más comerciales que religiosos, sin sentido cristiano.
La invasión comercial desmedida de adornos y accesorios incluso de alta tecnología que alegran esta época desvía especialmente la imaginación de los niños al omitir la lectura bíblica reemplazándola por fotografías in vivo al pie de un viejo gordo y canoso sentado en un carro arrastrado por seis renos que vuelan.
Imagen fantasiosa e ingenua que indica ignorancia y cultura deficiente lejos del sentido teológico del Misterio de Encaranación del Hijo de Dios en la humanidad, que interpretado en la religiosidad popular como Niño Jesús, no nació en el polo norte en una aparato de esta índole sino en una cuna de piedra, (he phâne, prae- sepas, presepio o pesebre)
Los hogares españoles se vieron adornados con el árbol de navidad hacia el año 1870 cuando Sofía Troubetzkoy de origen ruso, después de enviudar del duque de Morny, hermano de Napoleón Bonaparte, contrajo segundas nupcias con el aristócrata español Pepe Osorio, el Gran Duque de Sesto, uno de los mayores promotores de la Restauración borbónica que permitió subir al trono a Alfonso XII.
Papá Noel es una figura comercial cuya trayectoria transfigurada fue divulgada por los dibujantes de Coca-Cola en una imagen gnómica veinte siglos después del nacimiento de Cristo en Judea, que originó en esta sociedad de consumo un acaparamiento de la imaginación de los ilusos e ingenuos contemporáneos.
Recordemos que el fundamento de la celebración de la Navidad es el pesebre como sitio de juego y oración de la liturgia doméstica.
Bibliografía a solicitud de los interesados.

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