En los Evangelios
sinópticos los relatos de la visita a la tumba vacía, parecen señalar que
Marcos fue la fuente principal de Mateo y de Lucas, a juzgar por ciertas
coincidencias literales de innegables elementos fundamentales, donde las
variaciones son mínimas y explicables como el día de la semana, la mención de
la piedra a la entrada del sepulcro y el verbo que indica su estado.
La lectura
detenida detecta en las palabras del ser celestial, que realmente constituye una parte del kerigma pascual comunitario, y que Lucas alarga en su composición
particular.
El misterio de la
piedra rodada de dos toneladas de peso, no significa que era necesario para que
el difunto resucitado saliera, su sentido según el pensamiento hebreo consistía
en que esa piedra colocada en la puerta de la tumba, declaraba que la muerte
era irreversible, no se podía salir del Sheol, así Jesús ya no estaba allí, había
vencido a la muerte.
La verificación del
sitio donde Jesús fue puesto y que Lucas lo cambia como alusión de recordar las
palabras de Jesús en Galilea; el mensaje del ángel (el mismo Dios) a las mujeres, y que Lucas omite por su plan
teológico, como también la salida de las mujeres del Sepulcro que van a anunciar el
suceso, no es en Marcos su propio interés
teológico .
Otros detalles en que coinciden en los tres evangelios aunque las expresiones utilizadas no permitan
una identidad literal son: la hora temprana en la mañana, la descripción del
ser o seres celestiales y la respuesta de las mujeres que depende de los
intereses teológicos de cada evangelista.
En Juan se descubren algunos rastros de esta tradición pero la no coincidencia
literal nos lleva a sospechar sobre una tradición oral anterior a Marcos y que
estaría detrás de algunos versículos de Lucas y de Mateo. Después de este
complejo análisis estudiado por grandes teólogos es necesario volver a ello si
queremos saber algo más sobre el origen de la fe pascual y el papel de las
mujeres en ella.
Autores como L.
Schenke y G. Bertrand pensaron que estos complejos versículos correspondían a
una “leyenda cultica” con un núcleo de reminiscencias históricas y cuya
elaboración tenía que ver con prácticas cúlticas de la comunidad tras el
recuerdo de la tumba vacía en el contexto del sufrimiento de Jesús.
La cronología no
parece ser historiográfica y que corresponda posiblemente a aquella celebración
comunitaria anual de los cristianos
primitivos, pues la señalización del lugar subraya el interés por el sitio
concreto donde se dice y se recibe el mensaje angelical, como kerigma pascual y
por tanto confesión de fe que los primeros seguidores de Jesús celebraban en la
Resurrección del Maestro en Jerusalem.Era hábito de los antiguos visitar las tumbas y venerar a los mártires que existía en Palestina.
Sin embargo Jesús
no fue enterrado por los discípulos, sino que los romanos habrían sido los
encargados del destino final del cadáver.
De acuerdo a la costumbre de la época, las mujeres eran quienes se encargaban de lavar y embalsamar al difunto mediante una ceremonia de llantos, lamentos e himnos que a manera de anamnesis recordaban las acciones, dichos y momentos históricos del personaje.
De acuerdo a la costumbre de la época, las mujeres eran quienes se encargaban de lavar y embalsamar al difunto mediante una ceremonia de llantos, lamentos e himnos que a manera de anamnesis recordaban las acciones, dichos y momentos históricos del personaje.
Investigaciones
recientes del arqueólogo Florentino Díez, en torno al Santo Sepulcro, más exactamente en la base del Calvario, han
desenterrado una cueva que pudo haber sido utilizada allá en la época del
Hierro, como lugar de enterramiento, a juzgar por un diente y un hueso hallado
en su entrada (no exactamente de Jesús) datada en la mitad del siglo I.
Esta debió haber sufrido
desperfectos por un terremoto, posteriormente fue remodelada con pavimento de
su suelo, revocando y pintando las paredes, aunque no para uso funerario sino
para fines cultuales. Se halló una piedra de ciertas proporciones incrustada en
la pared del fondo, con señales de haber estado cubierta con estuco finamente
terminada, que se piensa pudo haber sido utilizada como altar votivo semejante
al estilo de los que se han encontrado en otras grutas.
En el piso se
encontró trozos de estuco pintado con grafito correspondiente a una cruz
cósmica, (según J.B. Freyle sobre el apócrifo de Adám relacionado con la
redención de la humanidad) procedente de las paredes que al parecer fueron
arrancados violentamente por un sismo.
Así se cree en un lugar de culto
judeo-cristiano que se extendió en los siglos II y III.
Aquella gruta quedó
muy dañada cuando se sacó piedra de la cantera contigua, durante la
construcción de la Aelia Capitalina entre 132 y 150 para la edificación del
Templo de Venus y el Foro adyacente, en ese mismo lugar por orden de Adriano.
Es evidente que los
romanos construían sus templos sobre los lugares sagrados y mistéricos de las culturas
conquistadas, en este caso de la redención, muerte, resurrección y
glorificación de Jesús. Allí estaría la capilla de Santa Helena en cercanías
del sepulcro donde debió ser enterrado Jesús quedando en el recuerdo de la
comunidad local.
Joan Taylor quien estuvo criticando estas tesis, posteriormente reconsiderando su escepticismo las aceptó.
S. Mimouni opina
que dichas grutas, incluida la del Calvario, fueron utilizadas en la época
herodiana para las reuniones cultuales, de igual manera es el caso de Egeria sobre
la gruta bajo la iglesia de Eleona en el Monte de los Olivos.
Al contrario de Bultmann
quien calificaba de secundaria toda perícopa al defender su origen redaccional por
la comunidad de Marcos, estos autores la contemplan como el Sitz im Leben (donde no hay texto sin contexto de
la crítica bíblica alemana) de la tradición, tras
el rastro de la visita a la tumba por parte de las mujeres.
Hacer memoria de un mártir, o un profeta rememorando su vida y sus acciones significaba volver a pasar todo ello por el corazón.
En la antigüedad, corazón era la sede de la comprensión y no el cerebro, para hacerlo parte de un todo.
Hacer memoria de un mártir, o un profeta rememorando su vida y sus acciones significaba volver a pasar todo ello por el corazón.
En la antigüedad, corazón era la sede de la comprensión y no el cerebro, para hacerlo parte de un todo.
Aunque esto no
contesta la razón sobre la presencia de las mujeres en torno a la tumba y su relación
con la revelación de la Resurrección de Jesús, elemento que parece formar parte de aquella tradición
desde sus inicios más tempranos, supone hablar de la relación entre las mujeres
y la fe pascual, formada en el inicio de la versión tomada por Marcos y los
testigos tradicionales.
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Carmen Bernabé y
Carlos Gil “Reimaginando los orígenes del
cristianismo”
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