Aug 1, 2007

99 - LA AMISTAD DE JESUS

El hombre como ser comunitario, social, político y trascendente siente la necesidad de comunicación con los demás para crecer en su interioridad y ser una criatura útil.
Esto requiere concientemente la urgencia de relacionarse.
El hombre escoge aceptar o rechazar con quien pueda entablar un intento de compañía pasando por varias etapas:
* Debe ser amable mostrándose como un individuo digno de ser amado.
* Debe ser benevolente, como alguien que puede abrirse a una relación.
* Debe ser cauto en mostrar lo justo, lo sano, lo prudente, lo equitativo.
* La amistad se concibe en el equilibrio del dar y del recibir.
* Debe entender que la relación interpersonal puede ser viciada por la utilitariedad o por el placer desmedido.
Todo este complejo de pasos integran la incubadora para la construcción del amor.
Estos conceptos se manejaron desde la cultura griega en el siglo IV como integrantes de la Obra de Nicómaco, padre de Aristóteles.
En la cultura judía las condiciones culturales fueron diferentes, el común de las gentes crecían bajo la estructura del padre de familia donde se adquiría la educación en un contexto fuertemente religioso y endogámico.
A partir de Nehemías se inculcó un recelo por las relaciones con extranjeros y la prohibición de los matrimonios mixtos.
Durante el siglo I, la discriminación para con los desvalidos era marcada, así los pobres, los esclavos, las prostitutas, los pastores, los extranjeros, los enfermos especialmente de la piel, y del sistema nervioso, las viudas y los huérfanos, igualmente quienes trabajaban para el Imperio de Roma como recolectores de impuestos, eran mal vistos y mal calificados.
En este ambiente las agrupaciones judías obedecían a distintas corrientes político, religiosas y sociales entre ellas, Fariseos, Saduceos, Herodianos, Esenios, Escribas, Zelotas (revolucionarios a partir de los años sesenta), y aquellos enmarcados como los Anawin.
Jesús encuentra que la Torah enseña a amar a Dios sobre todas las cosas como si fuera a uno mismo y odiar al enemigo.
La escuela de Hillel, rabino babilónico del Jerusalem del siglo I hacía pensar en que se debía perdonar y amar al enemigo.
Jesús hace comprender a sus discípulos que deben velar por controlar el individualismo como factor depredador del clima de amor, de amistad, de sabiduría y de solidaridad.
Había ese sentimiento egoísta de querer estar por encima de los demás y que todos giraran alrededor de sus propias necesidades.
En el proyecto de Jesús no hay cabida para el individualismo competitivo que obstaculiza los caminos para la construcción de las relaciones humanas.
Hoy vemos como consecuencia de este fenómeno una desviación, el capitalismo que anula el crecimiento intelectual que mejorara la calidad de los productos y de los servicios, al ser deshumanizado y destructor.
Jesús enseña una competencia excelente en el servicio a los demás, honrando, cooperando y siendo solidario con el otro.
Para esto Jesús enseña sin eliminar las metas personales, que hay una recompensa superior para quienes consiguen la madurez interior mediante procesaos contrarios a lo aprendido.
Jesús hizo ver a sus agresores que sus actitudes eran signo de debilidad, nunca nadie educó a sus agresores combatiéndolos intensivamente y con tanta elegancia haciéndoles ver que detrás de su violencia se escondían temerosamente. Lc:12,1-7
El que quiere ser mayor debe hacerse menor como los niños Lc:18,15-17 y quien desea adquirir prestancia y privilegio debe considerar, valorar y honrar a los desvalidos.
Jesús asombraba a sus discípulos con actitudes y sentimientos que debían regular las relaciones entre los hombres, practicando la tolerancia mediante la comprensión y la paciencia.
Jesús no vino a reformar la Ley del judaísmo, Jn:7,19-24 su proyecto sobrepasaba, y era más ambicioso, consistía en transformar el interior de la persona, el alma humana, esto lo demostró con sus jóvenes galileos, rudos intempestivos e incultos que podían asimilar las refinadas lecciones que les llevarían a vivir una verdadera espiritualidad, una plenitud llena al lograr una máxima relación con Dios, consigo mismos y con los demás.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem.
Aristóteles: La ética nicomaquea.
Ch. Saulnier – B. Rolland: Palestina en tiempos de Jesús.
Cury Augusto Jorge: Análisis de la inteligencia de Cristo.
Rodríguez Garcés Carlos A.: Médico y Medicina en la antigüedad.

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