
El hesed divino se revela a los patriarcas favoreciéndoles en situaciones difíciles como una protección casi milagrosa de sus vidas en que está en juego su promesa.
Jahvé es un Dios sensible a la justicia y a la acogida del extranjero.
Gn:19,19 Jahvé por su misericordia salva la vida del inmigrante Lot, primero que la de los habitantes de Sodoma y después hace la destrucción de la ciudad premiando así la ley de hospitalidad debida a los forasteros.
Los relatos patriarcales expresan que la astucia humana es siempre superada y desbordada por el hesed divino que cuida la vida de todos y los libera de circunstancias peligrosas.
Gn:20,13 Abraham pide a Sara un favor, que mienta para ocultar que están casados, diga que son hermanos, pues teme por su vida ante quienes están prendados de la belleza de su mujer.
Gn:20,7 Abimelec reconoce en Abraham a un protegido de Dios y un cause de bendiciones divinas y le ofrece regalos y tierras para que permanezca en su reino.
Aquí tanto el hesed humano como el hesed divino colaboran en la empresa para el cumplimiento de la promesa de Dios dejando que la decisión humana libre, forme parte esencial de la historia que Dios hace con la humanidad.
Gn:24,12-14 Abraham envía a su sirviente Eliécer a su tierra natal para buscar esposa para su hijo Isaac "Señor Dios de mi amo Abraham, dame una señal propicia y trata a mi amo con amor. Así sabré que tratas con amor a mi amo”
Luego de explicar a Labán quien es su amo y elegida Rebeca, Eliécer dice en
Gn:24,39 “Si queréis ser leales con mi amo, decídmelo y si no, decídmelo para actuar en consecuencia” Labán y Betuel (Reguel) a lo largo del episodio, les lleva a acceder la petición .
Gn:24,51 “Ahí tienes a Rebeca tómala y vete; y sea la mujer del hijo de tu amo como el Señor ha dicho”
Jacob (trampas) ha experimentado una serie de vivencias inimaginables y poco comunes como haber robado a su hermano Esaú la primogenitura por un “plato de lentejas” y haber robado también la bendición de su padre Isaac por lo que huye a Haram a casa de la familia de su madre para protegerse de la venganza de su hermano.
Gn:32,11-12 “No merezco los favores ni la lealtad con que has tratado a tu siervo, pues con un bastón pasé este Jordán y ahora llevo dos campamentos; líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues temo que venga y mate a las madres con los hijos”
Todo este conjunto de narraciones deja ver la experiencia religiosa del amor y del perdón que sólo puede ser comprendida en su profundidad desde una experiencia auténtica humana.
Pero antes del encuentro temido con Esaú, Jacob lucha con Dios para arrancarle la bendición y conocer su nombre.
Gn:24,51 “Ahí tienes a Rebeca tómala y vete; y sea la mujer del hijo de tu amo como el Señor ha dicho”
Jacob (trampas) ha experimentado una serie de vivencias inimaginables y poco comunes como haber robado a su hermano Esaú la primogenitura por un “plato de lentejas” y haber robado también la bendición de su padre Isaac por lo que huye a Haram a casa de la familia de su madre para protegerse de la venganza de su hermano.
Gn:32,11-12 “No merezco los favores ni la lealtad con que has tratado a tu siervo, pues con un bastón pasé este Jordán y ahora llevo dos campamentos; líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues temo que venga y mate a las madres con los hijos”
Todo este conjunto de narraciones deja ver la experiencia religiosa del amor y del perdón que sólo puede ser comprendida en su profundidad desde una experiencia auténtica humana.
Pero antes del encuentro temido con Esaú, Jacob lucha con Dios para arrancarle la bendición y conocer su nombre.
De esta disputa sale mal librado con lesión de su cadera izquierda, recibe la bendición y un cambio de nombre pues a partir de ahí se llamará Israel (El que lucha con Dios).
Aunque vio a Dios cara a cara y quedó con vida, el relato dice,
Gn:33,4 “Esaú corrió a recibirlo, lo abrazó, se le echó al cuello y lo besó llorando”
Gn:33,4 “Esaú corrió a recibirlo, lo abrazó, se le echó al cuello y lo besó llorando”
El hermano mayor reaccionó como el padre del hijo pródigo
Lc:15,20 “Estaba aún distante, cuando su padre lo divisó y se enterneció, corriendo se echó a su cuello y le besó”
Jacob quien esperaba la venganza y la muerte, sobrecogido por el inesperado recibimiento exclamó.
Gn:33,10 “He visto tu rostro benévolo y es como ver el rostro de Dios”
Con esto nos revela la cualidad de la experiencia de Dios que se le manifiesta en el amor fraternal, el perdón y la reconciliación.
José pertenece a la cuarta generación patriarcal y es abandonado por los de su propia sangre, el hesed de Dios es fiel y estable y no va a abandonarle, es el Dios de la promesa y va a favorecerle constantemente a través de mediaciones humanas entre las que incluye sus propias capacidades.
José ha experimentado una historia desgraciada, vendido por sus hermanos envidiosos a los madianitas y después a Putifar, ministro y mayordomo del Faraón de Egypto.
Gn:33,10 “He visto tu rostro benévolo y es como ver el rostro de Dios”
Con esto nos revela la cualidad de la experiencia de Dios que se le manifiesta en el amor fraternal, el perdón y la reconciliación.
José pertenece a la cuarta generación patriarcal y es abandonado por los de su propia sangre, el hesed de Dios es fiel y estable y no va a abandonarle, es el Dios de la promesa y va a favorecerle constantemente a través de mediaciones humanas entre las que incluye sus propias capacidades.
José ha experimentado una historia desgraciada, vendido por sus hermanos envidiosos a los madianitas y después a Putifar, ministro y mayordomo del Faraón de Egypto.
La esposa de aquel acusa a José de intentar violarla al no acceder al acoso y a los deseos de ella
y a traicionar a su amo, siendo encerrado en la cárcel por un delito que no cometió.
Gn:39,21 “Pero Jahvé estaba con José y le concedió su favor e hizo que cayese en gracia al jefe de prisión”
Gn:40,14 A este hesed del Señor, fiel y constante a lo largo de toda su vida, se contrapone el hesed del Copero mayor del Faraón.
Gn:40,23 Aunque José interpreta el sueño en la cárcel y le predice su restitución al cargo del que ha sido cesado, el Copero “no se acordó de José, sino que se olvidó de él”
En medio de la experiencia de Dios de Israel, está el Dios providente de los padres, que nada tiene que ver con el Dios inmutable e impasible de la filosofía clásica.
Jahvé no es insensible al sufrimiento de los descendientes de Abraham, Isaac, Jacob y José.
Ex3,7 “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en su sufrimiento”
Dios ve, oye, se fija y libera de la opresión y del hacinamiento y conduce a una tierra,

Gn:39,21 “Pero Jahvé estaba con José y le concedió su favor e hizo que cayese en gracia al jefe de prisión”
Gn:40,14 A este hesed del Señor, fiel y constante a lo largo de toda su vida, se contrapone el hesed del Copero mayor del Faraón.
Gn:40,23 Aunque José interpreta el sueño en la cárcel y le predice su restitución al cargo del que ha sido cesado, el Copero “no se acordó de José, sino que se olvidó de él”
En medio de la experiencia de Dios de Israel, está el Dios providente de los padres, que nada tiene que ver con el Dios inmutable e impasible de la filosofía clásica.
Jahvé no es insensible al sufrimiento de los descendientes de Abraham, Isaac, Jacob y José.
Ex3,7 “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en su sufrimiento”
Dios ve, oye, se fija y libera de la opresión y del hacinamiento y conduce a una tierra,
Ex:3,8 “fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel”
Ex:15,13 “Jahvé guía con su hesed a su pueblo que ha rescatado hasta su santa morada”
Así comienza la andadura de la humanidad hasta las puertas del cielo.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Ramón Carbonell Lucía: El hesed de Dios en el Antiguo Testamento
Ex:15,13 “Jahvé guía con su hesed a su pueblo que ha rescatado hasta su santa morada”
Así comienza la andadura de la humanidad hasta las puertas del cielo.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem
Ramón Carbonell Lucía: El hesed de Dios en el Antiguo Testamento
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