Oct 7, 2007

107 - LA VERDAD EN JUAN

Este autor es un teólogo de la Trinidad y de la Encarnación y también de la Redención, al manifestar el Plan de Dios que salva a los hombres enviando a su Hijo.
Lo fascinante de este teólogo es que expresa una doctrina rica y profunda con unos medios muy pobres, mediante un lenguaje en una fraseología semítica y un vocabulario escaso.
No existe en su obra evangélica y en sus Cartas el vocabulario de la redención y del rescate, mas esta idea sí se encuentra en ellos. Por el contrario, tienen un lugar determinado dos temas la salvación y la liberación, que a pesar de no estar muy utilizadas se hallan en los capítulos de esencial importancia en su obra.
La salvación del mundo era tanto para los paganos como para los judíos una espera inquietante vivida y manifestada en formas diferentes.
Para los primeros, se trataba de liberarse de un mundo malo en donde el hombre tenía que soportar los golpes de un destino implacable.
Los cultos mistéricos y especialmente la gnosis ofrecían ciertos medios de evasión fuera de esa historia carente de sentido.
Hoy los no practicantes y no creyentes asumen que los movimientos de la Nueva Era les compensan su éxodo del cristianismo cuando a partir de la etapa universitaria los mal preparados se tropiezan con filosofías y escuelas, donde se niega la trascendencia del hombre.
En el judaísmo por su parte, se aguantaba con esperanza la intervención de Dios en esa misma historia del hombre, por lo cual surgía esta pregunta
¿Acaso no había Jahvé prometido salvar a su pueblo enviando su Mesías y estableciendo su Reino?
Así tanto en uno como en otro grupo, la misma idea de salvación despertaba enorme interés en todos los ánimos.
En este contexto Juan había recogido con suma atención las palabras de Jesús que prometían la salvación y acopiaban el marco a la esperanza judía, al ofrecer una respuesta de Dios que por supuesto superaba los límites nacionales y temporales.
Jn:12, 46-47 “Yo soy la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí, no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le condenaré, porque no he venido para condenar al mundo sino para salvar al mundo
La fe en Jesucristo es el resultado del paso de las tinieblas a la luz y de la perdición a la salvación pues por sí mismo, el mundo está por completo bajo el dominio del mal.
El mal por tener su propia lógica está bajo el golpe de la justicia de Dios, pide su condenación no sólo en este mundo sino por toda la eternidad.
Hoy nosotros no tenemos idea de qué era el pastor de ovejas, cuál era su entorno y qué reputación debía tener en la cultura oriental de la época.
Jesús se refiere a los judíos que están en los patios de las arcadas del Templo y arremete contra la clase político religiosa ilegítima y corrupta, llevándoselos hacia el Padre sin regreso.
Jn:8,12; 5,5 Pero Jahvé en su infinita misericordia y piedad con el hombre le ha enviado a su Hijo como la “luz del mundo
Jn:1,4-5; 9,10 “para que esa luz brille en las tinieblas”.
Así que creer en Jesús es dar acogida a la luz y a la vez es entrar en el camino de la salvación, pues rechazarlo sería destinarse a sí mismo a la perdición.
Jn:10,10-15 Jesús es el buen pastor que da la vida por sus ovejas, a diferencia de los ladrones y bandoleros que se aprovechan de ellas.
Es la única puerta por donde pueden pasar las ovejas para ir a pastar.
Jn: 10,9. Yo soy la puerta, si uno entra por mí, estará a salvo.
Esto confronta en una reflexión sobre los salvadores que se ofrecen y cuyas promesas acaban siendo fatalmente decepcionantes al dejarse llevar por engañosas apariencias.
Toda promesa debe ser debidamente atestiguada y la palabra de Jesús es la única que tiene testimonio de autenticidad.
Jesús ofrece el único mensaje para que el hombre se salve, gracias a que es acreditado por el Padre.
Jn:5,34 Digo esto para que os salvéis.

Jn:4 Jesús en su largo diálogo con la samaritana formula una promesa de vida para la humanidad destinada a la muerte.
Jn: 4,14 El que beba del agua que yo le de, nunca volverá a tener sed, sino el agua que yo le de se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna.
Jn:5,36 Las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.
No es una ilusión que desembocará en la nada sino que el que cree en Jesús la vida eterna ya ha comenzado pues trae a los hombres a la común-unión con Dios, condición auténtica de salvación.
Muchos samaritanos creyeron al finalizar este episodio.
Jn:4,41-42 Por las palabras de la mujer que atestiguaba: me ha dicho todo lo que he hecho. Y decían a la mujer … nosotros mismos hemos oído y sabemos verdaderamente que este es el salvador del mundo.
Es impresionante, cómo Juan hace hablar a esos hombres como cristianos antes de la resurrección (texto postpascual)
Su acto de fe es un reconocimiento a Jesús como el único Salvador. En esta presentación dramática de la fe que se desarrolla en torno a Jesús, el evangelista añade sus propias palabras en reflexión:
Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio a su único Hijo, para que el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Todo el drama humano queda resumido en estas simple palabras, la salvación, sí pero ¿con qué condición? La luz de Dios se ha mostrado mediante las palabras y los actos de la existencia de Jesús que está actuando misteriosamente en el corazón de todo hombre.
Pero exige una opción, es imposible permanecer neutral, sin albergar ilusiones sobre la realidad humana, individual, social, política o cultural.
El juicio de Dios se realiza allí mismo. La perdición es la suerte fatal de todo hombre que delante de la luz, rechaza ese don de Dios, único que podría darle salvación. La verdad para los orientales es sinónimo de fidelidad y para Juan la Verdad es Jesús, por lo cual la verdad para el cristiano no es una verdad del conocimiento abstracto sino que pertenece al marco de la fe. Adherirse a la verdad es entrar en ese mundo de Dios, ese mundo que es El mismo, sin alienación ni mentira, desposándose con la verdad, con Jesús , hombre libre.

El cristiano en busca de la liberación llega hasta esas raices espirituales de toda revolución que el Che Guevara expresara de esta manera

"Permitidme que os diga, a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar, ni siquiera por un instante, que un revolucionario pueda ser auténtico sin esta cualidad"
Bibliografía:

Biblia de Jerusalem.


Pierre Grelot: La verdad os hará libres.


Torres Fajardo Álvaro: El evangelio de Juan.

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