Mar 24, 2011

213 - NARRACION MEDICA DEL SUPLICIO


En aquella época era la costumbre que el reo cargara con su madero hasta el lugar de la crucifixión. A Jesús le ponen a cargar el palo transversal de la cruz, se cree que pesaba unas 50 kilos, fue forzado a cargarlo sobre su ya desgarrada y sangrienta espalda en un tramo de unos 600 metros hacia el Calvario, terreno pedregoso, con subidas y bajadas, y al no poder llegar, Simón de Cirene tuvo que ayudarle.
Una vez llegado al Gólgota, lugar de la ejecución, el condenado era despojado de las escasas y raídas vestiduras que le quedaban como consecuencia de los latigazos. A veces se le permitía conservar un trapo con el cual cubrir sus genitales. Se le obligaba a tenderse de espaldas.
Los verdugos, apurados, procedían bruscamente calculando su escenario, luego taladraban la madera para abrir el agujero a los clavos, y comenzaba la horrible operación.
A pesar de las referencias bíblicas sobre los clavos en las manos, no contradicen las evidencias arqueológicas de heridas de las muñecas, ya que los antiguos solían considerar la muñeca como parte de la mano.
Un ayudante alcanzaba uno de los brazos con la palma hacia arriba, el verdugo tomaba un clavo largo y puntiagudo de 13 a 18 cm, que en la parte cercana a la cabeza medía unos 8 mm, lo apoyaba sobre la muñeca, en la hendidura que él bien conocía, un solo golpe de su grueso martillo atravesaba las carnes hasta entrar en la madera, dos golpes más y quedará fijo sólidamente.
Pero, ¿cómo ese dolor agudo, atroz, no le produce un síncope?
Es evidente pensar que Cristo dirige su Pasión desde el comienzo hasta el fin. Jesús no gritó pero su rostro se contrajo horriblemente. En ese instante se observa su dedo pulgar clavarse en la palma de la mano en un movimiento violento, su nervio mediano ha sido lesionado.
Es inimaginable lo que Él ha debido sufrir, un dolor indecible, lacerante, que se ha extendido por sus dedos, ha corrido como una flecha de fuego hasta su hombro y ha estallado en su cerebro.
Es el dolor más intolerable a un hombre, que proviene del corte de los grandes núcleos nerviosos.
Le extienden el otro brazo; los mismos gestos se repiten y los mismos dolores. Esta vez Jesús ya sabe lo que le espera, lo acaba de experimentar en la otra mano. Ya está clavado en el patíbulo o travesaño horizontal de la cruz al que se adaptan sus dos hombros y sus dos brazos. Ya tiene forma de cruz.
Ante la orden de levantarlo, el verdugo y su ayudante sostienen los extremos del patíbulo y enderezan al condenado. Le hacen retroceder apoyándolo al poste o estípite y desgarrando sus manos perforadas. Con un último esfuerzo rápido a pulso, ya que el poste no está muy alto, ante el peso, enganchan con segura maniobra el patíbulo en lo alto del poste.
El cuerpo de Jesús colgado de los brazos que se extienden oblicuamente, es agobiante. Los hombros heridos por los latigazos y el peso de la cruz, han raspado dolorosamente el áspero madero. La nuca que sobrepasa al patíbulo, ha golpeado contra él al pasar para terminar apoyándose en lo alto del poste. Las puntas afiladas del gran casquete de espinas, ha desgarrado el cráneo más profundamente aún. Su pobre cabeza cuelga hacia delante, pues el grosor de la corona le impide reposar sobre el madero; y cada vez que la endereza renueva sus punzadas.
Jesús pendiendo no está sostenido más que por los dos clavos hincados en las dos muñecas. La costumbre algunas veces colocaba un asiento o sedile para fijar también los pies. El pie izquierdo de plano sobre la cruz de un sólo golpe de martillo hunde el clavo entre el segundo y el tercer metatarsiano. El ayudante endereza la otra rodilla y el verdugo acercando el pie derecho al madero que el ayudante mantiene plano, con un segundo golpe perfora dicho pie.
Todo se ejecuta con facilidad; luego con fuertes mazazos el clavo penetra en el madero. La posición del cuerpo sobre una cruz pensada hace extremamente difícil la respiración. El suplicio no ha hecho más que comenzar. En su cima dos clavos fijan el títulus trilingüe en hebreo, griego y latín "Jesús Nazareno, Rey de los judíos".
Frederick Farrar describe el efecto torturador pretendido: "Porque de hecho una muerte por crucifixión parece incluir todo lo que el dolor y la muerte puedan tener de horrible y espantoso, vértigo, calambres, sed, inanición, falta de sueño, fiebre, tétano, publicación de la vergüenza, larga duración del tormento, horror de la anticipación, mortificación de las heridas no cuidadas, todo intensificado hasta el punto en el que puede ser soportado, pero llegando hasta un nivel por debajo del punto que daría al sufriente el consuelo de la inconsciencia”.
Un médico llamó a esto " una sinfonía del dolor " producida por cada movimiento, con cada inspiración; incluso una pequeña brisa sobre su piel podría causar un dolor intenso en ese momento. Frecuentemente trae consigo el síncope. Jesús no quiso perder el conocimiento. “Si hubiera quedado cortado del todo el nervio! pero no, creo que sólo fue lesionado parcialmente. La herida del manojo de nervios está tocando el clavo y sobre él, enseguida que sea suspendido el cuerpo, será terriblemente irradiado, como se extiende una cuerda de violín sobre su puente. Vibrará a cada sacudida, a cada movimiento, renovando el horrible dolor. Y eso durante tres horas”.
Después de ser clavado Jesús fue levantado cumpliendo su propia profecía:
Juan 12:32y si yo fuese levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de que forma iba a morir.”
El Dr. Frederick Zugibe, cree que Cristo murió de un colapso debido a la pérdida de sangre y líquido, más un choque traumático por su heridas, además de una sacudida cardiogénica que ocasionó que el corazón de Cristo sucumbiera.

No está muy claro si Jesús fue crucificado en una cruz tipo Tau o en una cruz latina; los descubrimientos arqueológicos favorecen la última, y la antigua tradición religiosa la primera.

Bibliografía
Biblia de Jerusalem

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