Es
posible establecer una síntesis evolutiva del pesebre a partir de la antigüedad,
mediante los antecedentes que alcanzaron una manifestación concreta en los
primeros doce siglos de la cristiandad popular.
La
etiogenia de la celebración y conmemoración del nacimiento de Jesús se remonta
a los siglos III y IV cuando se celebró con mayor énfasis.
La
importante y convencional fecha se ubica entre los años 246 a 336 cuando en una
asamblea, los teólogos, tras estudiar y analizar las tradiciones llegadas hasta
ellos y relacionadas con las festividades romanas del solsticio de invierno,
sustituyeron en el día 25 de diciembre el Solis Natus por el Christus Natus.
La
Iglesia Católica de un lado, quiso acabar con el último bastión del paganismo
en la Saturnalia romana a la que en forma de carnaval asistían también los
cristianos, y, de otro, para definir contra los monofisitas el dogma que en
Jesús existen las dos naturalezas, humana y divina. La
fiesta aparece ya el 22 de febrero en el más antiguo calendario romano, el
Cronógrafo del año 354; allí la "Depositio martyrum" señala:
"Natale Petri de cathedra".
Es
en este mismo año en el calendario de la Iglesia Católica, honra el nacimiento
de Jesús de Nazareth, donde se lee “VIII
Kal. Jan Natus Christus in Betlem Iudae” cuya traducción es “Anuario del nacimiento de Cristo en Belén de
Judea”
A
mediados del siglo IV en la representación se incorporan las figuras de San
José, de los pastores y de la estrella que guía a los Sabios de Oriente, mal
llamados Reyes Magos. La palabra que les designa Mateo es Sophoi y no Magoi.
Con
la aparición de los Evangelios Apócrifos o no ingresados en el canon, se fue
progresivamente aportando una excelente cantidad de material literario, que
ingresó en el imaginario cristiano para dar color a las representaciones del
pesebre. En uno de ellos, el “Evangelio
apócrifo armenio de infancia” se relata el cortejo de los “Magos de Oriente” y por primera vez en
esta época aparecen los nombres de “Melkom,
Balthasar y Gespar” quienes a los dos años de edad de Jesús le visitaron,
ya no en un portal sino en la casa de María y de José; tomando en paralelo la
cita de Mateo: 2,10-12 “entraron en una
casa”
Posteriormente
recordando el Evangelio de Lucas, Jesús nace en un pesebre, probablemente en
una gruta. Para la época del siglo I las gentes en los campos y aldeas usaban
estos “abrigos rocosos” para
construir sus habitáculos que compartían con animales domésticos.
La
ciudadela era conocida como casa de la diosa Lahamn, Bet Lahamn, que evolucionó
a Betlemhamn o Belén. De construcciones sencillas hechas de barro y madera
daban la apariencia desde las afueras como panecillos, motivo por lo que se
conoció como “casa de pan”. Allí de
los graneros de trigo las gentes se abastecían para fabricar dicho alimento.
El
Papa Liberio (352-366) mandó construir en Roma sobre el monte Esquilo, una
iglesia, hoy llamada liberiana que en una de sus capillas veneran cinco
astillas del pesebre cuna que según Lucas: 2,6-7 fue la humilde cuna de Jesús.
Sin embargo, para Lucas la cuna no es de madera sino de piedra. La tradición deformó el texto debido a que en el siglo IV, el sentimentalismo y el pietismo de los cristianos gentiles bajo una religiosidad popular, no entendían como un recién nacido era colocado en un lecho frío.
Sin embargo, para Lucas la cuna no es de madera sino de piedra. La tradición deformó el texto debido a que en el siglo IV, el sentimentalismo y el pietismo de los cristianos gentiles bajo una religiosidad popular, no entendían como un recién nacido era colocado en un lecho frío.
Lucas
tomo la palabra phâne de los clásicos griegos y la adaptó para avalar la
explicación sobre el Misterio de la Encarnación, sin embargo se introdujo el
término “griphos” o cuna de madera y pajitas con la que estamos familiarizados.
Todos
los 25 de diciembre el Papa ofrecía una misa, pronto esa Iglesia fue conocida como Santa
María del Pesebre. Dicho acontecimiento papal afianzó y extendió en el mundo
cristiano la celebración de la Liturgia de Navidad, originando en los
siguientes cuatro siglos la construcción de muchas iglesias con la advocación
del pesebre.
Todos
estos datos refutan la piadosa tradición según la cual San Francisco de Asís
dio origen a la representación plástica del Pesebre o Nacimiento de Cristo.
José
y Jesús no fueron carpinteros de oficio pues la palabra original es tekton que
designa un oficio de obrero, albañil (de ahí, architekton o gran maestro de
obra) esto se originó porque San Hilario, San Pedro Crisóstomo, San Veda, en
vista que las tradiciones les asignaban herrero, obrero ebanista o artesano de
la madera como faber lignarus, convinieron
en que su oficio fuese de carpintero y al no encontrarse el término adecuado se
popularizó, posiblemente entusiasmados por el Evangelio de “José el carpintero” de procedencia copta
egipcia.
Desde entonces las artes, la pintura, la talla, la escultura, la música, la poesía y el teatro han producido obras maestras que tienen como tema central, El Nacimiento de Cristo.
Desde entonces las artes, la pintura, la talla, la escultura, la música, la poesía y el teatro han producido obras maestras que tienen como tema central, El Nacimiento de Cristo.
En
el siglo XII en la región italiana de Umbría surge en Asís (naciente) el religioso
San Francisco, transformado de muchacho de vida muelle, en un hombre
verdaderamente religioso, era Juan Bernardone,
hijo de Pietro y de Pía, rica familia de mercaderes.
Era
la Navidad de 1223 cuando Francisco lejos de casa, desea en Greccio
experimentar una vivencia sobre las condiciones infrahumanas en que debió nacer
Jesús, junto con su amigo Juan Vellita, tuvo la idea de montar un escenario
didáctico a lo vivo, para que las gentes humildes pudieran comprender el
Nacimiento del Redentor.
Utilizó
una gruta y en colaboración de sus frailes y feligreses, “colocaron un niño con
sus padres en medio de una mula y de un buey” según relata su biógrafo Tomás de
Celano. Era el primer pesebre corpóreo. Francisco al ser un laico, solicitó la
dispensa del Papa Honorio III, para la celebración de la misa con la colaboración
del obispo Hugolino.
Francisco
cantó la Epístola y este acontecimiento marcaría el inicio de esta piadosa
costumbre navideña del pesebre, extendiéndose por toda Europa y llegando a su
pleno desarrollo durante la segunda mitad del siglo XVII en el Reino de
Nápoles.
Un
día este hombre que hizo del Misterio invisible de Dios su experiencia
cotidiana y sencilla, abismado ante el amor de Dios hecho hombre, pequeño y
pobre, quiso dar visibilidad al Misterio y nacieron los pesebres.
Mientras
haya tiempo, mientras haya escenario para Dios y su Enviado en el mundo,
mientras haya hombre y ante Dios, todo hombre es un pobre, habrá pesebres que
nos harán soñar que estamos sin cesar invadidos por el Misterio del amor
acuciante de Dios.
Con
el tiempo las figuras humanas se sustituyeron por tallas de madera y las figuras
de sibilas y de profetas desaparecieron
hasta quedar hoy con las que conocemos, pero Francisco de Asís continuará
siendo el patrono de nosotros los pesebristas.
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