Feb 23, 2013

236 – VIOLENCIA, DESPEDIDA Y MISION

La vida de Jesús desde su niñez fue salpicada de violencia, injusticia y persecución a su pueblo. Entre los años 6 4 a.C. los maestros de la ley Judas y Matías más cuarenta y dos jóvenes discípulos fueron quemados vivos por orden de Herodes el Grande, acusados de haber destruido el “águila imperial” colocada en el Templo.
Hacia el año 3 a. C. Jesús tiene de 3 a 5 años, los soldados de Varo, gobernador de Siria destruyen Sepphoris a solo 6 km de Nazaret) y arrasan las aldeas del entorno, degollando a sus habitantes o llevándoselos como esclavos.
Varo crucifica a unos dos mil judíos en las afueras de Jerusalén. A la muerte de Herodes, el emperador Augusto nombra a sus hijos Arquelao etnarca de Judea y Samaría y a Antipas como tetrarca de Galilea, Perea e Iturea, para gobernar dichos territorios de Palestina.
Es el año 4 a. C. Jesús da sus primeros pasos en Nazareth y al poco tiempo estalla la ira contenida del pueblo contra el Imperio. En Galilea, Judas toma Sepphoris  se apodera de un arsenal de armas, el esclavo Simón y sus hombres saquean el palacio de Jericó y lo incendian, mientras en las cercanías de Emaús, el pastor Atronges y sus seguidores se enfrentan a tropas herodianas que transportan grano.
Lucas nos ilustra en su evangelio sobre el episodio de Bar Mitzva a la edad de 12 años “Jesús perdido en el Templo de Jerusalem entre los doctores de la Ley” el niño ante el reclamo de sus padres contesta ¿No sabéis que debo ocuparme de la casa de mi Padre?
Tendría 16 años, de hermosa faz con ojos vivaces que sólo bajaba para ver a los niños, a los insectos y a los pobres. Debió ser esbelto, derecho y erguido. Para Jesús ninguna cosa por fuerte o dura que fuere, le sería extraña, nada desde un modesto esfuerzo físico hasta los más elevados goces del alma. Se alimentaría como las personas comunes y sencillas de su región, con pan de cebada y de leche cuajada, frutos, vegetales y con ocasión de las fiestas, pescado asado o ahumado.
De muchacho pudo cuidar rebaños pequeños de corderos y ovejas en los repliegues llenos de malvas al pie del Tabor. En esta tierra llovía mucho, el paisaje era hermoso y fértil y entre rocas divisaría en la lejanía el lago azul y plateado de Galilea.

Con Jose su padre, acompañaría ayudándole a llevar herramientas y materiales para sus labores en la reparación de terrazas para tratar la uva o la aceituna, reparar los techos de las viviendas y luego viajar 5 km a Sepphoris  para realizar los trabajos de reconstrucción de esa ciudad, en época de Herodes Antipas II.
Esa fatiga constante durante su vida de juventud debió ser mesurada, serena y dichosa. Era la vida de un artesano u obrero quien seguía por tradición y costumbre de su pueblo, continuar el oficio de su padre Jose  El joven Galileo que había fabricado dinteles y armaduras de edificios  para los demás, pronto no tendría ya ni casa.

En esos cotidianos andares, vería la grandeza, belleza y fuerza que fluía de la naturaleza recordando en el Bereshit los días de la Creación y bendiciendo a su Padre celestial.
Nadie en Nazareth era esclavo de nadie, todos eran dueños de sus terrenos, de sus casas y de sus labores, así se podía pensar más en sus hermanos y vecinos que en el mismo trabajo. Vería en sus semejantes, hermanos de esperanza y no a unos compañeros de cadenas del sistema herodiano y del imperio romano.
Hacia los 20 años se le debió ver ensimismado y pensativo, apenas llegado a la mesa, no respondería a su madre, quien sentada en el puesto de honor conforme a la tradición, le recordaría su niñez, le hablaría del mensaje de su casa o del fallecimiento de Jose. 
María pensaba en la maldad de los hombres recordando las palabras de Simeón en sus primeras semanas de vida.
Cuando salió Jesús de la casa de su madre, no tendría aún 30 años, ya no tenía padre pues había muerto y dejado una profunda huella en su corazón de hijo sumiso.
¿Tendría miedo, fatiga o nostalgia? ¿No sería más que un hijo de Dios? ¿Sería una víctima?
Jesús aparece como una persona instruida conocedor de las Escrituras avezado en discusiones con los maestros de la Ley y con una profunda experiencia e inquietud religiosa. Luego lo encontramos por primera vez en el desierto de Judea, respondiendo a la convocatoria profética de Juan Bautista y recibiendo su bautismo, hecho histórico indudable que creó grandes dificultades en  la Iglesia primitiva.
No es pensable que hasta ese momento Jesús se limitase al trabajo profesional y a la vida doméstica sin abandonar Nazareth. Con toda probabilidad tenía a sus espaldas una intensa vida de búsqueda y de preocupación religiosa en un ambiente tan cargado de expectativas y de movimientos diferentes. Flavio Josefo nos dice que él, en su afán de investigación, fue tomando contacto con diversos grupos judíos hasta que recaló en los fariseos.
Las diferencias entre Juan Bautista y Jesús son importantes, aquel tiene una predicación radicalmente escatológica tensa hacia el futuro e insiste en el juicio de Dios.
Jesús subraya el aspecto de misericordia, compasión  y gracia de un Dios que se hace presente, lo que va a destensar notablemente la expectación futurista.
Jesús es un galileo que desarrolló su ministerio en la baja Galilea preferentemente en torno al lago y es posible que,  Cafarnaúm hubiese sido su centro de actividad como predicador itinerante que reunió un grupo de discípulos y anunció el Reinado de Dios. Algunos de sus discípulos procedieron de ella y de Betsaida, población poco más al norte.
En aquel tiempo era una región muy habitada, la ciudad de Magdala poseía una importante industria de salazón de pescado, Cafarnaúm podía tener alrededor de 1.000 habitantes y  junto pasaba una importante vía de comunicación hacia territorio gentil.
La ribera occidental del lago estaba abierta a influjos helenistas y era  fluidas las relaciones con la Decápolis pagana  de la ribera oriental, por lo cual el griego era relativamente conocido.
La política de grandes centros urbanos irrumpió violentamente en las formas tradicionales de la civilización rural galilea, varias ciudades se construyeron expropiando amplias extensiones de terreno  a  los campesinos, incluso Tiberias  se construyó en un antiguo cementerio, que la convertía  en impura a los ojos de los judíos más tradicionales.
Al tiempo de comenzar Jesús su misión,  sus testigos Zacarías, Simeón Jose habían muerto. Quedaba Juan quien le señala con el dedo y una nueva visitación trinitaria ilumina al Precursor Bautista.

Bibliografía a solicitud

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