¡Está vivo! No
está en el sepulcro; la piedra que le pusieron encima ha sido removida y una
luz que en vez de entrar sale de donde antes estuvo oscuro es el reflejo
blanquísimo de la vestimenta de los ángeles que dan la noticia a quien va a buscar entre los muertos al
viviente. Ahora por fin se definió una guerra que estaba plantada desde el
inicio de los tiempos cuando el pecado del hombre dejó que entrara la muerte al
mundo. Antes de él, nadie había podido escapar de las garras del sheol; Él,
aunque pasó por allí, venció la muerte en su propio terreno para que nosotros,
después de Él, por Él y en Él, ya no le tuviéramos miedo jamás.
¡Está vivo! A
pesar de que el mundo no lo recibió, le cerró las puertas y le fue siempre
hostil. La oscuridad reinante no soportó tanta luz. Los hombres de su tiempo, y
los de ahora, prefirieron aceptar las generosas dádivas del príncipe de las
tinieblas en vez de abrir el corazón a la propuesta del amor. El camino fácil,
las puertas espaciosas, la vida sin cruces siempre han sido más atractivos que
la fidelidad a una alianza con alguien que nos pide responder por la libertad
que nos ha sido dada. Aquella vez, como también ahora, se reconciliaron los malos
sólo para hacer más fuerte su poder a la hora de ahogar con sus manos la débil
y serena llama de luz que emergía como esperanza de la humanidad. Lo que no
sabían ellos era que la luz del Nazareno brotaba poderosa como extensión visible
de un inapagable sol que ya era mucho antes de que empezaran a formarse las
tinieblas.
¡Está vivo! Sólo
por eso los discípulos pudieron recuperarse del golpe cruel que les había
producido ver morir a su maestro como el mayor de los criminales. La Magdalena
fue a buscarlo el domingo y después de encontrarlo gloriosamente transformado
fue a dar la noticia a los demás; los demás, al principio comprensiblemente
incrédulos, fueron experimentando en sus vidas la existencia de quien
irrefutablemente estaba presente en medio de ellos y a partir de entonces
estaría acompañándolos en su ineludible tarea de dar testimonio de su fe en
todos los rincones. A pesar de las persecuciones, de las ironías, de las risas,
de lo irracional, de las descalificaciones y los olvidos, ellos, los discípulos,
una vez creyeron, no dejaron de creer. Así como tampoco ahora nosotros, a pesar
de todo, dejamos de creer.
¡Está vivo!
Saberlo le da sentido y orientación a la vida; el mundo sin resurrección no sería
más que una bola que gira y gira de manera ciega y bruta per saecula saeculorum.
En ella se fundamenta la fe; en ella encuentra su asidero la esperanza; por
ella el amor vale la pena. Es quizá por eso que aunque nos toca vivir la
congoja del viernes santo, nuestro corazón no se resigna y sabe que no todo
terminó en la cruz. Allí Jesús abrió la puerta que da acceso a la plenitud;
entró por siempre y para siempre al mundo que a todos nos espera. Es cierto que
él fue el primero, pero después de él, por él y en él, venimos después todos
los que seguimos creyendo que ¡ESTA VIVO!
Felices pascuas de Resurrección.
Padre: Santino Sacramento Vitola cjm.
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