Jul 13, 2007

95 - A-MORT, NO MUERTE


Amor es un vocablo usado muchas veces cada día de la vida del hombre, tiene una aplicación superficial y cuando se desea llevar a su más profunda significación se toma sólo desde la óptica erótica, sin entender que a-mor es todo lo que no es muerte.
La limitación de la emoción humana se ve reflejada en aquellas personas que pasan muchos años de su vida enseñando sobre las mejores pautas de educación a su descendencia, sin obtener los anhelados resultados y más bien como fruto de su empeño, sólo han cosechado frustraciones.
La muerte física es un retorno material al universo donde se detiene el espectáculo de la vida, pero la vida psicológica y espiritual clama por la continuidad y la trascendencia, siendo por la fe lo fundamental del cristianismo.
El cerebro en el niño es ético y los automatismos vienen ya programados desde la vida intrauterina, su expresión de ser social se refleja al sonreír para recordar que todos somos hermanos.
En el mundo judío, corazón o Kardia, es la palabra que debe entenderse en la mente semita por el sitio de la vida espiritual, del conocimiento, del querer y del sentir.
En el Antiguo Testamento se narra cómo Dios desde un principio se ha preocupado continuamente por su pueblo (no por la persona individual) y los profetas se han atrevido a designar como motivo de esa fidelidad, el amor libérrimo de Dios Jer:31,3.
En el Deuteronomio el motivo único de la ley va encaminado a la elección de Israel entre los pueblos, debido a ese amor inexplicable de Dios por su pueblo Dt:4,37; 7,7-ss; 10,14,ss.
La declaración de amor de Dios precede a todas las leyes y en él se fundamenta la salvación, más no, en el cumplimiento de los mandamientos.
Sin embargo, la obediencia a la ley se entiende como la respuesta agradecida del pueblo a ese amor divino y así los preceptos del Decálogo se resumen en el mandamiento del amor a Dios Dt:6,4-ss.
La especial providencia con que rodeó Dios al padre de la humanidad se concreta en Gn:2 al colocarlo en medio de un paraíso de ambiente tibio, de abundantes aguas y frutales para darle una compañera y proporcionarle una descendencia.
Mediante imágenes literarias los escritores sagrados describen el amor de Dios de diferentes maneras, el amor de padre por su hijo, Os:11, el amor de una madre por su niño Is:49,11, el amor del novio por su amada Ez:16,3-13; o el del marido por su mujer Os:2.
Los profetas de Israel toman del ambiente existencial del amor humano estas imágenes que indican hasta qué punto era estimado este amor en todas sus formas, y, para librar a los hombres de la soledad y del distanciamiento de Dios, al vivir encerrados en su egoísmo, Dios Creador, los destinó al amor sexual celebrado y estimado altamente en el Antiguo Testamento, definido como el culmen poético y epitalámico que observamos en el Cantar de los Cantares.
El amor se manifiesta en celos, recelos, ira, requiebros, desengaños y subsecuentes arrepentimientos, pero Jahvé nunca puede desconocer a su pueblo olvidado y en lugar de alejarlo al impulso de su cólera debe mantener una lucha interna pues el amor es tan esencial a Dios, como su santidad.
Ese amor a Dios se manifiesta por el temor de Dios (no violento, ni represivo) sino como respeto máximo del hombre hacia el Dios liberador y creador.
Por esto el pueblo de Dios debe a este amor divino su origen y su conservación Os:11,1; Is:43,3-ss; pero el amor no sólo al próximo, sino a los enemigos, es una novedad, era una concepción de acoger a los de su pueblo e incluir a los extranjeros si se acogían al derecho de ciudadanía y a los vencidos en la guerra para consagrarlos Lv:19,15-ss.
Los tatuajes y las marcas en la carne (pearcing) están prohibidos Lv:19,28 para los hijos de Dios.
Hay salmos donde los suplicantes hablan a Dios de odio contra los enemigos y ruegan por su aniquilación Sal:35;55, pero en algunos pueden oírse acentos de consideración hacia los enemigos Ex:23,4-ss; Prov:25,21 “si tu enemigo tiene hambre dale de comer y si tiene sed dale de beber
En el Nuevo Testamento la buena noticia es que Dios ha dado y concedido a la humanidad definitiva e irrevocablemente su amor en Jesucristo.
En Cristo se ha abierto el amor de Dios a todos los hombres,
¿Quién nos podrá separar del amor de Dios que se nos ha manifestado en Nuestro Señor Jesucristo? Rom:8,31.
La muerte de Cristo fue el acontecer cósmico pleno y perfecto del amor de Dios y desde entonces ese amor sigue estando abierto a los hombres como una posibilidad que seduce.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem.
Silvestre Pongutá: El Evangelio de Dios.
A. Grabner-Haider: Vocabulario práctico de la Biblia.

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