May 14, 2008

139 - LOS ANAWIN Y EL HAMBRE

Según Mateo 2,1-19, su comunidad habría encontrado una lucha continua con el judaísmo fariseo por esto, menciona a Herodes y a los sacerdotes rechazando desde un principio a Jesús.
En el judaísmo los pastores tenían una representación totalmente diferente, de poca fianza, no aceptados como testigos, ni como ciudadanos de buen actuar.
Tal vez, simbolizaban a los pecadores que se acercaban a Jesús, aunque vistos desde Lucas 2,8-20, son dóciles, obedientes e inocentes, representaban a un Israel respondiendo a la Revelación de Dios sobre su Hijo, dando la impresión que los piadosos se sintieron atraídos inmediatamente por Jesús.
Todos con bastón agrupados en tres formas, unos cuidando los rebaños y tocando las flautas, otros recibiendo el mensaje y un tercero en camino con José, eran los anawin, pobres, desvalidos o impíos, dirigiéndose hacia el pesebre, como los primeros en entender el mensaje.
Cronológica y geográficamente, el relato de Lucas está muy lejos de esa lucha.
Desde la antropología como instrumento moderno de estudiosos y de relatores de la gran masa de campesinos y habitantes urbanos de los países subdesarrollados ocupan cerca del 80 por ciento de la población mundial, miremos a las familias latinoamericanas de ínfimos ingresos económicos, que continúan padeciendo hambre y miseria como aquellos pobres del evangelio.
Quienes de alguna manera hemos sido privilegiados, no alcanzamos a comprender este fenómeno, que en definitiva afecta nuestras vidas, las mega-comunicaciones nos proporcionan gran cantidad de información geográfica, histórica, económica o política de estas poblaciones, pero no logramos percibir la psicología de las personas de clase pobre: cómo piensan, cómo sienten, de qué se preocupan o discuten, qué disfrutan y qué esperan.
La antropología siempre se ha preocupado por grupos étnicos que viven en remotos parajes como comunidades primitivas y analfabetas, cuya influencia en la civilización es mínima.
Es irónico que sepamos por los medios de comunicación sobre las curiosidades de un grupo étnico de unas 400 personas y no sobre las necesidades de millones de personas pobres y desamparadas en India, África, México o en Colombia.
El estudio de las gentes tribales debe pasar a la investigación de ese gran volumen de campesinos quienes al emigrar por diferentes circunstancias (ilusiones, servicio militar, trabajo, desalojos, desplazamientos forzados) forman cinturones urbanos de miseria, campo que requiere especial atención metodológica para observar la fusión o el rechazo por la población urbana.
Es el paso de la cueva a la casa, del agricultor o pastor al obrero raso en la ciudad.
Esto invita a revaluar la relación entre el antropólogo y la agrupación objeto de estudio (desesperadamente pobre) pues de antaño se acepta y se da por supuesta la pobreza como un ingrediente natural de las comunidades analfabetas por falta de educación, recursos, tecnología, en suma, por falta de garantías sociales.
Equivocadamente muchos antropólogos consideran que la pobreza es un mecanismo de defensa para perpetuar dichas formas de vida contra la incursión de la civilización.
En las naciones modernas la pobreza es un asunto que sugiere antagonismos de clases, problemas sociales y necesidades de cambio, es un factor dinámico que afecta la participación en la cultura nacional, a la vez que crea una subcultura por si misma.
En Latinoamérica nada se conoce desde una perspectiva científica acerca de la vida familiar de la clase menos favorecida.
La ciencia social debe encontrar retratos de estas realidades, no ficción donde los individuos son imaginarios, sino gente verdadera.
La experiencia de hacer una teología desde la perspectiva de los pobres dará luces para que los gobiernos vuelquen su mirada en estos “anawin” que en lugar de dormir en el suelo, duerman en cama, en lugar de caminar descalzos usen zapatos, en lugar de vestir despojos, utilicen vestidos, en lugar de adobes tengan casas de ladrillo, en lugar de vagar ociosos, estudien, en lugar de padecer hambre puedan alimentarse adecuadamente, en lugar de ser atendidos por curanderos o teguas puedan ir al médico.
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Lewis Oscar “Antropología de la pobreza
Sobrino Jon “No hay salvación fuera de los pobres

No comments:

BUSCADOR

Google