Jun 11, 2008

145-EL PAGANISMO DEL IMPERIO

Las ciudades principales del imperio en la cuenca mediterránea eran Roma, Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Cartago donde se perdía el provincianismo y la candidez de los muchachos, lugares donde se era dueño de sí mismo sin tener a nadie que le aconsejara o le dirigiera.
La opulencia y las comodidades han obligado a través de toda la historia humana, a las liberalidades de continuas emociones sentimentales de deliciosa expectativa que han hecho crepitar como aceite hirviendo la efervescencia de los amores deshonestos con la esperanza de amar.
Las ciudades helénicas bajo el imperio romano comentaban los dichos de moda de las comedias de Cátulo, Tibulo, Propercio y Ovidio.
Toques de nostalgia (dolor de patria) se expresaban en frases como:
su corazón flota en las grandes olas de sus penas
ame mañana quien aún no haya amado y quien hubiere amado ya, siga amando mañana” “Amar y ser amado
Estar enamorado del amor
Amar el amor
Amar hasta la espera del amor
Las urbes de cultura helénica, voluptuosas por sus encantos y belleza seducían al espíritu por los sentidos con promesas de fáciles placeres en un ambiente de pereza.
Había un desbordamiento de la carne, por el ambiente caluroso, las pieles húmedas por el sudor que exhalaban un aire de lujuria en espera de una epifanía de amor.
La locura del corazón extraviado por los versos de la literatura romántica disipaba el deseo de correr tras aventuras intelectuales en estas ciudades corruptas y seductoras del imperio.
Los hebreos no fueron ajenos a estas costumbres paganas en especial en el norte de Israel donde la población estaba más en contacto con los gentiles de la Decápolis.
Galilea (tierra de gentiles) la tierra de Jesús había sido judaizada con familias emigrantes desde el sur para contrarrestar las influencias del paganismo desde el siglo II a.C. en el reinado de Alejandro Janeo
Los judíos por su cultura fueron menos atraídos debido a su educación religiosa permanente desde sus hogares para luego ir a las escuelas de instrucción rabínica.
El amor poéticamente se definía como una enfermedad sagrada y se consideraba a la vez como un castigo de los dioses al manifestarse como espejismo del corazón y de la sensualidad que agotaba la fuente de la idea de la pasión amorosa.
Algunos pasajes bíblicos tratan este tema como en el Cantar de los Cantares capítulo 2,5 “reanímenme con tortas de pasas, aliméntenme con manzanas, porque me muero de amor
El libro de Oseas, aquel profeta de la justicia social, iniciado en el Reino del norte por el siglo VIII a.C. narra cómo vive una tragedia conyugal al haberse casado con Gomer, mujer infiel hija de Diblaim (señor “torta de pasas”)
Este manjar era suministrado en los templos de la prostitución sagrada del culto cananeo a Baal, para animar a la mujer en su ejercicio amatorio.
Los griegos definían el amor en tres formas, el ágape (agapan) o amor divino que cuida, el filial (fileín) o querer entre iguales, parejas, hermanos y amigos, y, el erótico (erán) aquel enfermizo que conlleva las pasiones de la sexualidad.
Las ciudades helenistas construidas por los Herodes mantenían esa vida licenciosa en concordancia con las cortes romanas, Sephoris, Tiberias o Cesarea, contraria al pensamiento judío por lo cual se creo un rechazo frontal y radical narrado en las escrituras de la Antigua y de la Nueva Alianza.
Numerosos episodios de cruda sexualidad y violencia, nos dice el Génesis sobre Caín y Abel, Sodoma y Gomorra, José y Tamar en Egipto, Judá y Tamar su nuera en Enaim, La violación de Dina hija de Jacob, embriagada y seducida, o el 2 Samuel respecto David y Betsabé en Jerusalem etc.
Jesús, contrario a los demás muchachos "vivió sumiso a sus padres, creciendo en cuerpo, mente y sabiduría" rechazando y alejándose de esos centros de pecado Lc:2,52.
Su lucha fue permanente como enviado del Padre, por lo que sufrió durante toda su existencia terrena en gran batalla personal contra el mal.
Muchos hombres a través de la historia han padecido estas conductas anteriormente anotadas, pero Dios quien busca al hombre que se abre a su Misterio, le ha dado la capacidad espiritual de transformación y conversión (girar 180º) para ser modelos extraordinarios de ejemplo para la humanidad, así aparecieron (y resucitaron) Agustín de Hipona y Francisco de Asís.
Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Bertrand Luis: San Agustín
Fray Tomás de Celano: Vida de San Francisco de Asís
Morla Asensio Víctor: El Cantar de los Cantares

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