Dec 16, 2012

231 - EL BUEY, EL ASNO O LA MULA

No somos amantes de la historicidad, sino de la lectoricidad superficial y ramplona. Sacamos conclusiones tontas y absurdas que desdicen de ser buenos cristianos poseedores de algún grado de cultura.
Esto desdibuja y descontextualiza nuestro sentido de comprensión suscitando un imaginario colectivo bastante ingenuo e infantil.
Hay que esforzarnos por entender la trayectoria evolutiva de las civilizaciones, con sus inculturaciones y sincretismos, resultado de traducir conceptos de una lengua a otra donde se pierde la esencia original del  primer concepto.
No leemos los textos bíblicos y elaboramos “pesebres” sin siquiera habernos informado de lo que rezan los textos evangélicos. Creemos que “pesebre” es la representación escenográfica derivada de la tradición franciscana del siglo XIII, la que se empleó en todo el mundo conocido y en las nuevas tierras americanas como herramienta de catequización.
Debemos informarnos sobre las narraciones de infancia de Jesús que en el Nuevo Testamento se encuentran al comienzo de Mateo y de Lucas en sus dos capítulos iniciales.
Con un sentido despectivo y sin la consideración de respeto a la autoridad del Papa, se dispara desde muchos ángulos a una diana de polígono en que se ha convertido el Vaticano.
El Cardenal Josef Ratzinger, gran intelectual teólogo se propuso desde mucho antes de asumir su condición pontificia, a escribir sobre Jesús de Nazareth y este último libro que trata sobre la Infancia de Jesús lo ha terminado ahora.
La ignorancia de muchos periodistas particularmente sobre muchos temas, en su emoción de figurar con la “última chiva” impulsados tal vez por el propósito de obtener reconocimiento o una ganancia económica, pasando sobre la moral y la ética, fundamentos de la honestidad, lanzan a la inmensa masa de público varias distorsionadas noticias alardeando de haber encontrado serios errores garrafales en el magisterio de la Iglesia Católica.

LOS ANIMALES en ninguna parte del Nuevo Testamento dice qué animales hubo en el pesebre pero se presume que en un establo existían estos.  Is:1,3; (LXX), "El buey, conoce a su amo y el asno al pesebre (phatnê) de su Señor (kyrios kyios), pero Israel no le conoce".
Luego, en Is:32,20 dice: "Ustedes, viajarán felices con riego abundante, para sus sembrados y pastos seguros para el burro y el buey"
Gn:3,18 en la maldición de Adán "¿Es que voy a ser confinado al pesebre, para comer junto con mi asno?" (Apócrifo judío).
Jesús es relacionado con Adán en la genealogía lucana 3,38. Lc:13,15-16 Jesús dice ¿cualquiera de vosotros no desata del pesebre, al buey o al asno?, argumento de soltar a las mujeres de las cadenas de maligno en sábado. (Apócrifo judío)

En el momento del anuncio bajo la estrella todo queda en suspensión, éxtasis (teofanía) y participan del asombro ante el nacimiento de Jesús. 

El buey es incorporado en el pesebre hacia el siglo X 

 Al respecto, Villa comenta que "cualquier creyente de a pie, sabe que, así como la mula y el buey, hay otros elementos como la fecha de nacimiento de Jesús, el nombre de los reyes magos o tantos aspectos que son bonitos pero no esenciales para la fe y quizás por ello los evangelistas lo pasaron por alto. La mula y el buey hacen parte de la tradición cristiana tanto que están presentes cada año en el pesebre de la plaza de San Pedro en el Vaticano" 

LAS OVEJAS Y LOS CABRITOS, son importantes porque de acuerdo con un oráculo antiguo en que los animales para el sacrificio se tomaban de un sitio llamado Migdal - Eder (Torre del Rebaño) entre Belén y Jerusalem, se consideraron junto con los pastores como sagrados.


EL BUEY Y EL ASNO pertenecen al acerbo más antiguo de todas las representaciones del nacimiento de Cristo. No mencionados ni siquiera en los evangelios, "son producto de la exuberante fantasía de los evangelios apócrifos, a los que los artistas les han dado carta de naturaleza permanente, y hacer frecuentemente una teología narrativa” que se acomoda muy bien al lenguaje simbólico de la Biblia.
El Pseudo Mateo c-14 dice: “Al tercer día del nacimiento, salió la Santísima Virgen de la gruta, se dirigió a un establo y colocó al Niño en un pesebre y un buey y un asno le adoraron” corroborando lo que el profeta Habacuc (Ha:3,2 versión de los LXX) predijo: “Serás reconocido entre dos animales” y en una versión del siglo V. se lee “Este Niño será el Señor del cielo y de la tierra
Algunos exégetas judíos han querido ver poéticamente en estas dos figuras respectivamente, la representación de las comunidades de la época, ganadera y agrícola.
Sin embargo, con el tiempo durante la edad media, en las representaciones desaparece el asno y es reemplazado por la mula.
En la versión de PseudoMateo, se ha querido observar el asno a las restantes naciones como los magos y los judíos y en el buey a los cultos paganos . En la liturgia oriental rusa y eslava se ha sustituido al buey por el caballo.
En la página 76 Benedicto XVI escribe: "El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: "el buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende". 
En cuanto a la presencia del buey y la mula en los belenes, el portador de la CEE se ha mostrado extrañado porque "halla periodistas que se asombren de que en la Biblia no están el buey y la mula" algo que sabemos desde hace 2012 años. Ha añadido que "Es una tradición preciosa que el Papa en su libro de forma expresa, dice que debe seguir manteniéndose".
Tradicionalmente solemos colocar en los nacimientos de nuestras casas dos figuras que consideramos indispensables, el buey y la mula a pesar de no tener certeza histórica ni teológica. Lamentablemente somos acríticos especialmente en esta sociedad consumista, donde los valores religiosos, sobrenaturales y costumbristas se diluyen entre adornos y noeles originados en  los dibujantes de Coca-cola por 1920

Bibliografía
Biblia de Jerusalem
Aurelio de Santos Otero "Los evangelios apócrifos"
Joseh Ratzinger - Benedicto XVI "L`infanzia de Gesú"
Junkal Guevara "Los apócrifos postmodernos"
Versión de los LXX, "la Septuaginta"

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