El recién nacido recuerda los sonidos rítmicos de los pulsos
maternos durante su vida intrauterina, el 80% de las madres son diestras y
colocan al bebé con la cabeza hacia su seno izquierdo por lo cual con la mano
le derecha acaricia el lado izquierdo. Allí vuelve ese primitivo y agradable
sonido a recordar su desarrollo en el edén intrauterino. Su pequeña y
confusa imaginación está ligada al seno materno alimentador y protector, más no
entiende la relación que resulta con su boca succionadora. En este contexto biológico y antropológico se van a desarrollar y a proyectar en su cerebro aquellos
elementos tiernos, afectuosos, familiares y humanísticos, que darán fruto en la
madurez a la persona. A la frustración del destete ingresa en su rescate la figura paterna,
protectora cercana y necesaria como un dios terrestre que todo lo sabe y lo
provee.
Sabemos que los escritos de la infancia de Jesús sobre su
vida, bíblicamente son muy pobres y esto significa que es necesario hacer una profusa
especulación teológica, no poseen la gran densidad de los textos querigmáticos
sobre la Última Cena, la pasión, muerte y resurrección.
La iglesia primitiva sólo conoció una fiesta, el día de Cristo o la semana de Pascua anualmente, no se trataba de conmemorar un aniversario más, sino de combatir las fiestas paganas de Roma en el solsticio de invierno cuando al estar el sol más lejos y más pequeño, y el día más corto, se creía que este astro nacía cada año.
Es así como en el siglo IV se fija la fecha 25 de diciembre sustituyendo el día del solis invictus por el día de Cristus invictus. En Egypto se celebraba el 6 de enero y el 28 de marzo. Esta medida reafirmaba contra la herejía de los monofisitas, las dos naturalezas de Jesucristo, humana y divina. En 321 d.C. se fija la institución de la fiesta del Natale Cristi en el día del Natalis Invicti, que encaja con la idea sincrética de Constantino de decretar festivo el primer día de la semana en honor del Señor, lo que conocemos como el día domingo. Por esa misma época es acogida por todas las iglesias con mucho fervor, constituyendo frente a la herejía arriana, una proclamación del Dogma de Nicea de 325 d.C.
Jesús y María su madre, no pudieron ser la excepción en su desarrollo materno infantil, así se favoreció una estrecha e íntima relación paternal con Jose su padre. Jesús le llamó “abba”.
Jesús y María su madre, no pudieron ser la excepción en su desarrollo materno infantil, así se favoreció una estrecha e íntima relación paternal con Jose su padre. Jesús le llamó “abba”.
No nació en la diáspora judía de las colonias del Imperio
Romano. No fue hijo de escriba o de hacendado, su padre fue un artesano y su
madre una mujer humilde, sumamente religiosos.
Como todo israelita conoció la magnificencia del Templo de
Jerusalem, la liturgia de los sacerdotes, el sacrificio de los animales y las
ofrendas en las fiestas judías.
Jesús y María su madre, no pudieron ser la excepción en su
desarrollo materno infantil, así favoreció una estrecha e íntima relación
paternal con Jose su padre. Jesús le llamó “abba”.
Jesús, como buen judío marginal y educado en el seno
celosamente piadoso de su familia, un misterioso proceso surgió en él, al madurar entre las oraciones repetitivas de
su hogar: el Shemá Israel, el Quidush o el Shimoné Esré, forjó una filiación especial con Dios Padre, a quien
llamó también “abba” cuyo significado
del arameo es “papito”
No conoció a Cesar Augusto ni a Tiberio. Ellos no pisaron su
tierra natal, oyó hablar de ellos y ver sus caras en las monedas romanas. Jesús
no salió de Galilea, Samaría ni Judea, regiones pertenecientes a la Provincia
de Siria. Probablemente anduvo toda su juventud entre Nazareth y Sephoris, la
ciudad griega en reconstrucción donde con su padre Jose, trabajaron de
artesanos a la vez que por un vínculo
familiar materno visitaría a sus abuelos Joaquín y Ana, como relata el
Protoevangelio de Santiago, escrito apócrifo del año 150 d.C..
Jesús hablaba arameo, el idioma comercial desde el exilio a
Babilonia en el siglo VI a.C. conoció por su oficio de artesano frases y
palabras del griego popular koiné, no habló latín. Se discute si leía y
escribía pues esto era una operación difícil sólo del campo especializado por
los escribas. No había tinta, lápices ni cuadernos, los papiros o pergaminos de
alto costo requerían ser importados. No leyó la Biblia antigua, la Torah ni la versión
griega de los Setenta elaborada en Alejandría de Egypto doscientos cincuenta
años antes de su nacimiento.
Antes de los 16 moría el 60%; 75% antes de los 26 y sólo un 3 % llegaba a los 70 años. Hoy a
los 30 años se está aún en la
frontera de la juventud estricta,
pero antiguamente un varón galileo del siglo I había recorrido las etapas
primordiales de su biografía. Bibliografía a solicitud.
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