Jan 17, 2007

55 - JESUS, EL HIJO SUMISO


Lucas 2,48-49 y Juán 2,3-5 son dos textos donde se hace notar el papel importante de María la madre de Jesús, para que exteriorice un rayo de luz sobre el misterio que lleva en lo más profundo de su ser y de su misión.
Aunque los textos de infancia de Jesús son eminentemente cristológicos, María Virgen juega en ellos una función importante a cada paso.
Los episodis anteriores hacen ver que María y José percibieron algo del misterio:
Lc:2,51-52 "Y bajó con ellos y vino a Nazareth. Y vivía sujeto a ellos.
Y su madre guardaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
Y Jesús progresaba en sabiduría y estatura y gracia ante Dios y ante los hombres"
Jesús regresa con sus padres a Nazareth para llevar la vida normal de un muchacho sujeto y es obediente a sus padres (esta forma verbal significa continuidad) Lucas:2,51.
María guarda en lo más íntimo de su interioridad muchos recuerdos que le permiten reflexionar y penetrar más y más sobre el misterio de su hijo (el misterio de Dios revelado en Jesús)
Habíamos tocado anteriormente, cómo el progreso en sabiduría, estatura y gracia es un eco de 2,40 que usa Lucas para escribir su narración teológica, inspirado en la historia de Samuel, 1Sm:2,26;Pr:3,4.
La desconcertante respuesta de Jesús había causado extrañeza entre los asistentes que le escuchaban, cuando dice estar, en la casa de mi Padre, aunque se hablaba corrientemente de Dios como padre y en las oraciones judías se oían frases como "Padre nuestro que estás en los cielos" ¿Quién se hubiese atrevido a decir "mi Padre" sino Jesús?
Así la primera y última palabra de Jesús en el evangelio de Lucas hablan de su padre (23,46 y 24, 49)
La idea de la encarnación del hijo de Dios, no es la expresión pura en imágenes de una verdad teológica etérea, pues la teología cristiana está inmersa en la historia.
Dios se encarna en la humanidad, es el gran mensaje de la Navidad.
Por esto el mensaje no es un ente amorfo, inodoro e insípido aceptado ampliamente en una elaboración linguística del tema de la concepción virginal, para expresar la radicalidad del don de Dios en María.
Tanto en su Encarnación como en su Resurrección, entra en juego todo el ser de Jesús y así lo vivió y lo aceptó y lo reconoció como profesión de fé la comunidad cristiana primitiva, al nombrar a Jesús como señor y como hijo de Dios; "su padre"
No existe otra forma de comprobar el signo del padre, sino viviendo auténticamente como dice Jn:1,13 "nacidos no de la sangre sino de Dios".
La concepción virginal de Jesús es un signo de filiación divina, no como algunos teólogos modernos pretenden reducirla a un mero teologúmeno, simple expresión plástica de una verdad teológica.
Todo lo demás es de la competencia de Dios.
Esta última parte de las narraciones de Infancia de Jesús, suponen una proyección hacia el evangelio con un Jesús de 30 años (maduro e impregnado de Dios) que nos va a enseñar a ser hijos de Dios.
Charles Perrot Los relatos de infancia de Jesús.
Raymond E. Brown El nacimiento del mesías.

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