Dec 4, 2007

113 - EL ESCENARIO

Los sucesos en que se pueden realizar artísticamente los dos episodios más importantes en la vida de Jesús de Nazareth son inversos a nuestra historia y al paisaje.
El primero es reconocido por las comunidades cristianas primitivas La Pasión, La Muerte y La Resurrección en un ambiente urbano de edificaciones y personajes de importancia socio-político-religiosa, mientras que El Nacimiento se localizó en un ambiente limitado y rural donde tal vez lo más amplio serían las paredes de una habitación.
Dentro de ese realismo los artistas dedicando suma atención, manifestaron en sus obras la fina expresividad de sus personajes orientada hacia la reacción devota que debían despertar en sus espectadores, no en silencio en un salón o en un museo, sino en la calle, inmersos entre la multitud de fieles influidos por los cantos piadosos, el susurro de las plegarias y el misterio que en la oscuridad de la noche, provoca la luz parpadeante de los cirios acompañantes.
Esto se asimiló a un cortejo fúnebre para acompañar el cadáver (no el cuerpo) de un difunto y depositarlo en una tumba.
El segundo episodio, el Nacimiento de Jesús no fue un acontecimiento ciudadano, ocurrió en un ambiente arquitectónico primitivo y reducido, por lo que, su trascendencia quedó limitada a un grupo de gente sencilla.
Por esta razón el hecho podría quedar encajado dentro de una vivienda desde una residencia señorial hasta una simple cueva de un pobre artesano.
Así la representación de un He-Phane, Praesepas, Presepio, Pesebre, Belén, Créche, La pinhas y otras denominaciones del Nacimiento de Jesús en nuestra moderna cultura, no son más que un diorama de proporciones y contenido variable, en espacios ajustables, en que se admite las creencias y las costumbres de cada lugar o zona geográfica, marcados por el fondo del escenario y por la topografía de la composición (ucromías y sentido de teatro helado)
Allí como lugar de juego y de oración, deberíamos leer durante su elaboración los dos primeros capítulos del Evangelio de Mateo y los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas, pues el pesebre no se puede hacer con los temas de uno solo de ellos.
Cuando leemos con atención en forma oracional estas narraciones (midrash) rezamos el texto y entramos en la EXEGESIS que nos lleva al pasado, a la Tierra Santa entre los años 6 a 4 del siglo I a. C. y luego nos regresa al presente con la HERMENEUTICA, con un mensaje profundo de meditación de la palabra de Dios, la LECTIO DIVINA.
En las distorsionadas celebraciones sin comprensión del significado, se ignora que la lectura evangélica tiene cuatro tiempos concretos
a- Se lee el texto y se comenta en grupo
b- Es el espacio para escuchar (no oír) conversar y dialogar con el texto en una participación activa como si se conversara con los personajes del texto y en sus situaciones concretas. Este momento es el que exige más tiempo y es donde aparecen dificultades pero no hay que desanimarse. Aparecen las preguntas como
¿Qué dice el texto?
¿Qué palabra de Dios revela?
c- Es este momento de iluminación aunque continúan las preguntas. Es necesario que el mundo de Jesucristo, sus sentimientos, opciones, actitudes, o posturas, entren en la vida de los asistentes
¿Qué comunica el texto?
¿Qué me comunica la palabra de Dios que está presente en el texto?
d- Es el momento de las decisiones
¿Cómo vamos a responder a la Palabra de Dios en el texto?
¿Qué hacer concretamente?
Siéntese a gusto pues este método no puede anular la creatividad ni la participación de todos, es importante unir el sentido y el hilo conductor bajo una trasparente fidelidad.
Así nuestras humildes manifestaciones en categorías humanas podemos aproximarnos al MISTERIO DE LA ENCARNACION o KENOSIS en que Dios se humaniza y el hombre se diviniza en esa estrecha relación oracional de amor.
Los adornos de Navidad (Natividad de Jesús de Nazareth) acompañan al pesebre en cuanto al arreglo de la vivienda o lugar de festividad, son ellos el Árbol de Invierno europeo, las luces como elementos decorativos significado de la llegada de Cristo como la luz del mundo y el Noel originado por los dibujantes de Coca-cola en 1920 que no tiene nada que ver con esta celebración de la liturgia doméstica (ver artículo 47 de esta página UN TAL NOEL) y hoy fabricado por Japoneses y Chinos.

Las novenas, los villancicos y la gastronomía alegran y dan significado a estas festividades católicas como expresión de la fe popular de nuestras gentes.
Debemos buscar referentes ancestrales para realizar una de las más bellas tradiciones que están lejos de los vicios como el hedonismo, el nihilismo en un afán de ocultar irregulares comportamientos, con frecuencia disfrazados bajo el alcohol, el ruido, la drogadicción, la promiscuidad y las organizaciones que al querer borrar estas costumbres, inventan festivales que alejan la intención de un espíritu navideño cristiano.
Bibliografía:

Biblia de Jerusalem.
Alcolea i Gil: El Belén como expresión de un arte colectivo.
Mosconi Luis: El evangelio de Jesús según Marcos
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