Mar 23, 2008

133 - JOSE DE ARIMATEA Y OTROS

Luego de la crucifixión de Jesús entre dos malhechores o bandidos cuyos nombres no se mencionan en los evangelios sinópticos Mc:15,27; Mt:27,38; Lc:23,32; ni en el cuarto Jn:19,18; ni en el apócrifo de Pedro IV,1-5, sus nombres se conocen a partir de un escrito apócrifo sobre la “Declaración de José de Arimatea, el que demandó el cuerpo del Señor, que contiene las causas de los dos ladrones” Estos son Dimas y Gestas.
(…) “2 El primero, llamado Gestas, solía dar muerte de espada a algunos viandantes, mientras que a otros les dejaba desnudos y colgaba a las mujeres de los tobillos cabeza abajo para cortarles después los pechos; tenía predilección por beber la sangre de los miembros infantiles; nunca conoció a Dios; no obedecía a las leyes y venía ejecutando tales acciones, violento como era, desde el principio de su vida. El segundo, se llamaba Dimas por su parte, estaba encartado de la siguiente forma, era de origen galileo y poseía una posada. Atracaba a los ricos, pero a los pobres les favorecía. Aun siendo ladrón, se parecía a Tobit [Tobías], pues solía dar sepultura a los muertos. Se dedicaba a saquear a la turba de los judíos; robó los libros de la ley en Jerusalén, dejó desnuda a la hija de Caifás, que era a la sazón sacerdotisa del santuario, y substrajo incluso el depósito secreto colocado por Salomón. Tales eran sus fechorías.”
José de Arimatea, es el personaje bíblico que según la tradición cristiana era el propietario del sepulcro en el cual fue depositado el cuerpo de Jesús después de la crucifixión.
Tradiciones apócrifas decían que era hermano menor de Joaquín, el padre de la Madre del Señor, lo que le convertiría en tío-abuelo de Jesús, y en tutor del nazareno luego de la temprana muerte de su padre José el esposo de María.
José de Arimatea aparece mencionado en los cuatro evangelios en el contexto de la pasión y muerte de Jesús.
Era oriundo de Arimatea (Armathajim en hebreo), una población en Judá, la actual Rentis, a 10 km al nordeste de Lydda, probablemente cerca del lugar de nacimiento de Samuel.
Era miembro del Sanedrín el tribunal supremo de los judíos, y decurión del Imperio Romano, una especie de ministro adinerado encargado de las explotaciones de estaño y plomo.
Lo cierto es que los cuatro evangelistas coinciden al contar el mismo episodio, en que José de Arimatea intervino para la entrega del cadáver de Jesús, acabando de morir en la cruz.
Los cuerpos de los crucificados eran arrojados a la fosa común. La degradación continuaba después de la muerte. No sucedió así con Jesús gracias a la audacia y al amor de este personaje.
MARCOSun hombre ilustre y miembro del sanedrín” Mc 15,43; Lc 23,50
MATEO...que era discípulo de Jesús, hombre rico tenía un sepulcro nuevo cavado en la roca, cerca del Gólgota, en Jerusalén” Mt 27,57
Era miembro del sanedrín, el concilio de la nación judía de Jerusalén.
LUCAS dice, “era persona buena y honrada que esperaba el Reino de Dios y no había consentido en la condena de Jesús por parte del sanedrín” (Lc 23,51).
JUAN relata “era seguidor de Jesús pero clandestino por miedo a las autoridades judías” (Jn 19,38).
PEDRO renegó de él por tres veces en público, (Mc:14,69; Mt:26,71; Lc:22,58-62; Jn:18,25-27)
LOS APOSTOLES se dispersaron.
JOSE DE ARIMATEA este hombre solicitó al procurador romano Poncio Pilato que le permitiera dar sepultura al cuerpo de Jesús.
NICODEMO ayuda a desclavar el cuerpo de la cruz y lo sepulta en la tumba, un sepulcro nuevo, recién excavado en la roca, posiblemente donde hoy se encuentra la basílica del Santo Sepulcro.
EVANGELIO DE PEDRO, un apócrifo del siglo II, dice que en los momentos crueles de la crucifixión no teme dar la cara y pide a Pilatos el cuerpo de Jesús.
José solicita antes de la crucifixión que el cuerpo de Jesús le sea entregado, concedido el permiso por el prefecto, descuelga al crucificado, lo envuelve en una sábana limpia y, con ayuda de Nicodemo, deposita a Jesús en el sepulcro de su propiedad, que todavía nadie había utilizado.
Evangelio de Pedro 2,1; 6,23-24. “Empero José, el amigo de Pilatos y del Señor, permaneció allí. Y, sabiendo que se le iba a crucificar, fue a Pilatos, y le pidió el cuerpo del Señor, para sepultarlo. Y Pilatos envió a pedir a Herodes el cuerpo del Señor. Más Herodes dijo: Hermano Pilatos, aun cuando nadie lo pidiese, nosotros lo sepultaríamos, sin esperar a que despuntase el día del sábado, porque escrito está en la ley que no se ocultará el sol sobre un hombre puesto en suplicio mortal. Y lo entregó al pueblo, la víspera de los Ázimos, su fiesta"
Lo envolvieron en lienzos de lino, lo colocaron en la tumba con una gran piedra en la entrada. Por esto, la tradición cristiana lo tiene como patrono de embalsamadores y sepultureros.
Fragmento griego de finales del siglo II y referenciado por Serapion obispo de Antioquía según información de Eusebio 260-340 d.C. en Historia Eclesiástica 6,12,1-6. En el invierno de 1886-1887 fue hallado en Akhmim Alto Egipto, en el ataúd de un monje cristiano, un fragmento extenso de un evangelio cuyo narrador en primera persona era Pedro; el fragmento fue publicado en el año 1892. Este manuscrito como códice pergamináceo, procedente del siglo VIII o IX, brinda el Evangelio de Pedro difundido en Siria el año 200 d.C.
Este códice presenta sólo una sección de la obra original. Sin embargo, la decoración que figura tanto al principio como al final nos indica que el copista del códice reprodujo todo el texto de que disponía. Se discute si dos papiros hallados en Oxirrinco son o no fragmentos en griego del evangelio de Pedro.
Desde el siglo IV brotaron tradiciones legendarias de estilo fantástico enalteciendo la figura de José. En un apócrifo del siglo V, las Actas de Pilato, asimismo llamado Evangelio de Nicodemo, se narra cómo los judíos censuran el comportamiento de José y Nicodemo a favor de Jesús motivo por el que, José es enviado a prisión.
Librado prodigiosamente aparece en Arimatea para regresar a Jerusalén y relatar cómo fue liberado por Jesús.
Por esa misma época aparece una fantasiosa obra Vindicta Salvatoris cuya gran difusión se hizo en Inglaterra y Aquitania, refiere la marcha de Tito al frente de sus legiones para vengar la muerte de Jesús. Al conquistar Jerusalén, encuentra en una torre a José, donde había sido encerrado para que muriera de hambre. Sin embargo, fue alimentado por un manjar celestial.
En el medioevo por los siglos XI-XIII, la leyenda sobre José de Arimatea fue tiñéndose de nuevos detalles en las islas franco-británicas, hasta insertarse en el período de la literatura arturiana y el santo Grial.
Según una de estas leyendas, José lavó el cuerpo de Jesús y recogió el agua y la sangre en un recipiente que después, compartió con Nicodemo. Otras versiones dicen que José, llevando esta reliquia evangelizó Francia y algunos relatos agregan que habría desembarcado en Marsella con Marta, María y Lázaro.
Fue a España donde Santiago lo habría consagrado obispo para más tarde pasar a Portugal e Inglaterra.
En esta última región, la figura de José se hizo muy popular. La leyenda le hace el fundador de la primera iglesia en suelo británico en Glastonbury Tor, donde mientras dormía su báculo echó raíces y floreció.
Glastonbury Abbey se convirtió en un importante lugar de peregrinación hasta que ésta fue disuelta con la Reforma en 1539.
En Francia, una leyenda del siglo IX refiere que Fortunato patriarca de Jerusalén, en tiempos de Carlomagno, huyó a occidente llevándose los huesos de José de Arimatea, hasta llegar a la abadía de Moyenmoutier, donde llegó a ser abad.
Todos estos escritos legendarios y folclóricos sin ningún fundamento histórico, muestran la importancia que se daba a los primeros discípulos de Jesús.
El desarrollo de estos relatos puede estar vinculado a circunstanciales polémicas políticas y militares de algunas regiones anglo-galas con Roma. Su intención trataría de mostrar que determinadas regiones habían sido evangelizadas por discípulos de Jesús y no por misioneros enviados desde Roma. Cualquiera de estas narraciones no tienen nada que ver con la verdad de los evangelios, pero es necesario mencionarlas puesto que hoy “leemos poco y hablamos mucho” debido a las producciones bíblicas de carácter fantasioso en una cultura moderna de adicción a las imágenes de cine y televisión muchas de ellas con intenciones anticatólicas.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem.
De Santos Otero Aurelio: Los Evangelios Apócrifos.
González J. Prado José de Arimatea.
Gordini G. D.: Giuseppe di Arimatea.
Mühlek K.: Joseph von Arimathäa.

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