Apr 4, 2007

77- EL HOMBRE INTEGRO

Debemos hacer una reflexión sobre el acontecimiento de la muerte como la contraposición a todas las realidades humanas sin desconocer que mediante ellas logramos comprender el sentido del mundo terrenal.
Los estudios modernos de la ciencia, no permiten conocer qué hay “más allá de la muerte” sino “tras la muerte”, dimensión sin tiempo ni lugar.
Nos preguntamos ¿qué identidad nos espera tras la muerte? esto siempre nos atemoriza y tratamos de no tenerla en cuenta para no afectar nuestra tranquilidad y nuestra aferración a este mundo material.
Pablo en 1Cor:15,35-ss describe el fenómeno de resurrección “se siembra el cuerpo natural y se resucita el cuerpo espiritual” la realidad de la muerte es una circunstancia que vivimos todos y de la cual no podemos escapar es indispensable asumirla desde la realidad histórica, como el paso a la germinación total.
Morimos en esta realidad mundana para nacer en el mundo espiritual, pero esta interpretación desde distintos esquemas antropológicos sobre el concepto de cuerpo, origina un problema de identidad y sólo desde una perspectiva de carácter unitario, individual o indivisible a la manera del Antiguo Testamento y no desde una definición abstracta o genérica de carácter filosófica del hombre, podemos entender que se trata de una unidad psicosomática, dinámica y multidimensional.
El hombre es sujeto de una triple relación constitutiva con el mundo con sus semejantes y con Dios.
Su basar (carne) pertenece a su condición biológica animal como cualquier ser vivo, pasa a designar al mismo ser viviente en su totalidad en cuanto visiblemente emplazado en el campo de la percepción, sensible a los demás. Is:22,13; 44,16;Lv:4,11; 26,29.
Designa también al hombre entero Sal:56,5-12; Jb:3,4.15 y Jr:17,5
Hombres y animales están enraizados en un ámbito ontológico que los emparienta aunque difieren cuantitativamente.
El hombre es un ser social cuya realidad no se agota en la frontera de su piel, sino que se prolonga en el tú próximo (en el siguiente).
Puede significar parentesco o hermanos de sangre.
Todo hombre es carne junto a carne de modo que la carne del otro es también la carne propia en cierta forma.
Gn:2,23-24 “hombre y mujer son una sola carne
Lv:18,6 “la mujer consanguínea es llamada carne de su pariente” Gn:37,27 “José es carne de sus hermanos
Is:58,7 en el límite, cualquier ser humano y no sólo el prójimo o el consanguíneo es carne mía.
Kol-basar, toda carne, indica toda la humanidad. Is:40,5; 49,26; Jr:25,31; Jb:12,10; Sal:145,21; incluso todos los seres vivos Gn:9,15.16.
A diferencia de soma griego como individuo, basar denota un principio de solidaridad y socialidad.
Carne, sugiere matices de fragilidad, de debilidad y de caducidad inherentes a la condición humana.
Diferente de las antropologías orientales y griegas aquí no se le adjudica el que sea fuente del mal, es solo la cualidad de desfallecimiento biológico o ético.
Hay una dialéctica latente de creador-criatura y no de espíritu-materia por lo que, Ez:11,19;36,26, puede hablar de “un corazón de carne
Nefesh es la noción central de la antropología israelita, traducía garganta, órgano de la respiración Jon:2,6; Sal:69,2;15,18 por metonimia la respiración o el aliento. 1Re:17,21-22; 2S:16,14; es el principio vital o vida común a los animales y al hombre Dt:12,23; Pr:8,35-36; Ex:4,19.
Nefesh designa al propio ser viviente en general y más al hombre Lv:23,30; Is:18,1; Jb:2,16,4; Sal:103,1; 106,1.
Nefesh es el centro vital inmanente al ser humano, la persona concreta animada por su propio dinamismo o personalidad donde cabe la psicología.
La Nefesh hebrea no es una entidad puramente espiritual como la psyché griega, a pesar que en los LXX, la traducción de 755 veces se hizo por psyché en 680 (Westermann) como insuficiente y desorientadora.
La nefesh está afectada por un coeficiente de corporeidad, “cuando el hombre siente hambre, su nefesh está vacía” Is:29,8, o “la Nefesh disfruta de los buenos manjares” Is:55,2.
No es raro que basar y nefesh se utilicen indistintamente para denotar hombre entero, esta pareja no se refiere a partes diversas de la estructura humana como ocurre con el binomio griego cuerpo-alma.
Todo hombre es (y no tiene) basar, todo hombre es (y no tiene) nefesh.
El hombre es unidad psicosomática, cuerpo animado y/o alma encarnada.
Al pensamiento antropológico bíblico le es ajena una concepción dualista o dicotómica.
A la nefesh se atribuyen sensaciones orgánicas como hambre y a los órganos corporales operaciones psíquicas Gn:43,30 “las entrañas se conmueven” (misericordia sentir con las entrañas) o se emocionan por el bienamado Ct:5,4. Los riñones exultan o celan Pr:23,16 o esperan el don divino Sal:145,15.
El acto sexual se designa con conocer Gn:4.1.17; 1Re:1.4; Jue:19,25 “en el amor un alma conoce inmediatamente otra alma
Todo conjugado en Leb o corazón el verdadero centro interior del hombre en que se imprime y desde donde se irradian las operaciones sensitivas, afectivas, electivas y cognoscitivas.
Como consecuencia de esta concepción integracionista, ni el pecado se adscribe a la carne o al cuerpo ni la santidad a un estrato espiritual o anímico.
Pecado y justicia, vicio y virtud proceden de decisiones personales que embargan al hombre entero.
El hombre como ser constitutivo abierto hacia arriba en apertura trascendente puede ser colmado por el Ruah (viento, soplo, aliento) como el Espíritu de Jahvé o su comunicación con el hombre.
El ruah es la fuerza creadora.
Los sapienciales con influencia helénica dejan ver un doble paralelismo humano-carne/ divino-espíritu como suma teo-antropológica para expresar una nueva dimensión del hombre Jb:33.4;34,14-15; Sal:33,6; 51,12-13; 104,29-30.
La apertura a Dios como carisma sobrenatural Is:11,2; 1S:10,10;16,13; Nm:24,2 en esta línea los profetas suelen ser llamados los hombres del espíritu como poseedores del carisma distinguido.
La rara relación basar-ruah es una dialéctica entre finitud y limitación de la criatura y del poder omnímodo de Dios Soberano y Creador.
En este contexto y lenguaje es que se puede interpretar y comprender el lenguaje del evangelio.
Bibliografía.
Biblia de Jerusalem.
Ruiz de la Peña: Imagen de Dios, La antropología del Antiguo Testamento.
Ruiz de la Peña: La nueva Creación.

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