Apr 3, 2007

75 - MOVIMIENTO PROFETICO

Después del esplendor davido-salomónico aparece el movimiento profético como un fenómeno en las naciones vecinas de Israel, donde varios charlatanes, astrólogos y quirománticos, proliferan denunciando, anunciando y adivinando sobre el futuro.
Denominados inicialmente como Nabi se presentaron los Profetas de Israel en varias situaciones como la división del Reino, la desintegración, la invasión, la destrucción, el destierro, el exilio y el regreso de Mesopotamia donde los exiliados se contaminaron por cerca de un siglo de las costumbres babilónicas y medo-persas, cuyas leyendas mitológicas sirvieron de ingredientes en la construcción del Pentateuco.
Estas personas de extracción no sacerdotal, pertenecientes a oficios campestres, con gran capacidad de observación y de análisis y una prodigiosa memoria, hablaron de Jahvé y fueron básicas en el desarrollo de la teología de la Historia de Salvación de Israel.
El ambiente en que sobresalieron fue de franca crisis económica, de un desastre político y social y de una degeneración religiosa.
Como fenómeno nuevo dentro de la profecía de Israel en el siglo VIII dejan sus obras por escrito. Inicialmente el profeta es un personaje cortesano cerca del Rey que luego progresivamente se separa de éste en forma radical para unirse al pueblo.
Amós inicia una prédica que se cree causó mucho impacto en los oyentes al escuchar el rechazo al reformismo de los profetas anteriores, mediante la ruptura total con las estructuras vigentes.
Advierte que todo el sistema está podrido y que Dios no volverá a perdonar a su pueblo.
La acumulación de profecía durante 50 años en que Amós, Oseas, Isaías y Miqueas ven reflejada la problemática social en los marginados sociales, en la opresión a los campesinos de la Sefela y en la corrupción de los ricos a costa de los pobres por el gran auge del desarrollo agrícola e industrial a partir del reinado de Salomón.
El culto en el norte a los dioses extranjeros genera una problemática religiosa, los israelitas asentados en Canaan y dedicados a la agricultura, creen que ya no necesitan de Jahvé que es un Dios guerrero capaz de derrotar al faraón y de lanzar truenos desde el Sinaí, no tiene idea de agricultura, por lo cual se encomiendan a Baal dios de la fertilidad, de las lluvias y de las estaciones a quien atribuyen el agua, el pan, la lana, el lino, el vino, el aceite Os:2,7-10.
Surge así una espantosa lucha religiosa en tiempos de Elías quien deseaba que el pueblo adquiriera el conocimiento de Dios y se convirtiera.
Yehu quiso purificar mediante una revolución que resultó un baño de sangre 2 Re:10,1-36.
La problemática política es fundamental mientras existen graves circunstancias nacionales e internacionales con los vecinos:
La migración aramea.
La voracidad asiria.
El empuje filisteo.
La expansión mohabita.
Lo anterior es observado por Oseas e Isaías mientras que la subida al trono asirio de Tiglatpileser en el 745 a.C. enciende la chispa que luego con sus sucesores Salmanasar, Sargón II y Senaquerib convierten el antiguo Oriente en un campo de batalla al querer imponer su hegemonía sobre los pueblos pequeños como Israel y las tribus dispersas.
En Israel aparecen partidarios asirófilos y egiptófilos, Oseas y Amós luchan por la neutralidad con gran intuición y prudencia política utópica, al final, fracasaron ya que ni las autoridades ni el pueblo hicieron caso.
Isaías en 10,1-4 ve que Jerusalem es una ciudad infiel, al traicionar a Dios, cuando se traiciona a los pobres.
Las autoridades en un afán de lucro y a cambio de regalos por los servicios prestados, están asociadas con los ricos ladrones al permitirles el robo de pertenencias y de salarios de los pobres.
Jerusalem prospera a base de crímenes como increpa Miqueasdetestan la justicia y tuercen el derecho” Mi: 3,9.
El profeta descubre el revés de la trama donde la prosperidad y el progreso están construidos con la sangre de los pobres a base de injusticias, en trabajos forzados sin remuneración y a los duros tributos que exige el esplendor, “los religiosos que bailan al son del dinero
Un siglo después Sofonías 3,1-7 denuncia cómo la ciudad continúa igual de criminal e incorregible y rebelde contra Dios en lo social. Identifica como responsables a las autoridades civiles judiciales y religiosas.
Los profetas interpretan como castigo de Dios al pueblo infiel y desordenado, las invasiones y deportaciones mesopotámicas de los siglos VII y VI a,C., la conquista había dejado impresas en los corazones de los cautivos las escalofriantes escenas habituales en la guerra de cualquier ciudad en esos tiempos: “Han violado a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá. Colgados fueron por sus manos los príncipes; la faz de los ancianos no fue respetada. Han arrastrado piedras de molino los muchachos, bajo la leña se han doblado los niños” Lam 5:11-13.
Pero ante la desgracia muchos preguntaban a Jahvé con amargura “¿Dónde están tus primeros amores, Señor, que juraste a David por tu lealtad?” Sal 89:49.
El análisis de la literatura sobre el profetismo hace ver que los personajes anteriores al exilio plasmaron su mensaje en la denuncia, mientras los posteriores al destierro, dejan ver un marcado acento de esperanza que incluía una mejor calidad de vida en lo político, lo social, lo económico y lo religioso.
A pesar de la dificultad surgida en la presentación de los textos debido a que cada profeta es diferente de otro y cuya época es distinta de otra, hay un común denominador en todos y es la restauración y la prosperidad de Jerusalem, la seguridad y la paz.
Bibliografía:
Biblia de Jerusalem.

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